extraido de https://matapuces.blogspot.com/
Si bien la técnica y sobre todo la tecnología se imponen como sistema de dominación aceptándola sin resistencia y oposición, ésta a través del fetichismo de la mercancía y aquella debido a la supuesta eficiencia como modelo productivo (en unos casos certero y en otros no). Cuando el Capitalismo se agote como sistema social y económico debido a sus contradicciones y a su destructividad, éste dará paso a un sistema -Tecnicismo o Tecnofascismo- de mayor control que optimice en la medida de las posibilidades los recursos todavía existentes en el planeta debido al despilfarro y en último término a la destrucción que está provocando el actual sistema. Los Estados racionarán los productos de primera necesidad a través de la economía de la subsistencia -Renta básica Universal-(cada vez en una mayor parte de la población debido a los avances cientifico)-tecnológicos), es decir, gestionarán los recursos alimenticios y energéticos en la medida de sus posibilidades y de su disponibilidad.
La falacia que ha supuesto las bondades de la técnica y la tecnología y su aceptación en base al bienestar y al confort de la sociedad en general desde sus inicios como modelo productivo se refuta con su alta destructividad, despilfarro, contaminación, cambio climático y asesinatos y heridos provocados por las guerras. El precio del llamado progreso científico y técnico le ha salido muy caro a la humanidad en general. Y como vemos que la técnica se basa en un supuesto análisis mecánico del mundo en el cual éste funciona como un reloj, es decir, sin cambios o como una máquina. Podemos decir entonces que el mundo y las leyes naturales que lo rigen están en constante cambio -como decía también Heráclito; «Todo fluye, todo cambia»- y no de forma mecánica como decía Hobbes.
La historia pueden ser muchos acontecimientos como por ejemplo y según la doctrina marxista una lucha o guerra de clases, sin embargo, una cosa está clara, la sacralización de la técnica y la tecnología producto del afán de acumulación del dinero y mercancías o del Capital es directamente proporcional a la desacralización de la Naturaleza. La sociedad capitalista de la abundancia es incompatible con el equilibrio del ecosistema, con su regeneración y vitalidad. Por otro lado, la mayoría de la técnica y tecnología ha sido creada con fines destructivos como los inventos bélicos y no para hacer una vida mucho más práctica y sencilla. La tecnología lo acaba complicando todo cada vez más y su pretendida eficacia debido a la productividad acaba por cerrar un circulo vicioso del cual el hombre no puede salir.
La sociedad capitalista tecno-industrial tiene fecha de caducidad. El colapso sostenible planificado por la élite de poder es sólo un parche inútil para camuflar la devacle de la civilización y la destrucción de la Naturaleza. Las condiciones de vida serán cada vez más adversas y por lo tanto los Estados más totalitarios.
«Claramente se pueden encontrar referencias –o bases– en diferentes períodos de la historia, donde este se manifiesta a través de muchas obras diferentes, tanto filosóficas, como científicas, políticas o incluso artísticas -especialmente de ciencia ficción- específicas.
El término comenzó a florecer durante el Renacimiento, que después llega a su versión compatible en la filosofía moderna (véase racionalismo) y de la Ilustración, donde la humanidad comienza a ser el centro de la realidad, y la aplicación de tecnología toma un papel principal. Pensadores principales de esta época, como René Descartes y Galileo Galilei, claramente se vieron influenciados por Leonardo da Vinci y su visión mecanicista del mundo, cosa que influyó notablemente –fue base– de sus trabajos.
Más tarde uno de los filósofos más importantes del siglo XVII, Thomas Hobbes, fue el primero en aplicar también bajo la dirección del tecnicismo, un análisis mecánico para el Estado, es decir, que estructuró su estudio utilizando modelos y métodos mecanicistas. Hobbes vio toda la realidad a través de las gafas de la mecánica, incluso vio a Dios como el gran arquitecto que había construido una máquina, que después puso en movimiento, dejando su funcionamiento a las leyes mecánicas de la naturaleza. El mundo se puede comparar, según él, a un reloj que funciona lentamente.
Desde mediados del siglo XIX, la realización práctica del pensamiento tecnicista ha tenido influencia en dos corrientes principales: el positivismo y el marxismo, donde el «hombre técnico» no sólo rige la naturaleza, sino también tiene la sociedad y el futuro en su manos. Voceros principales de estos movimientos fueron Auguste Comte y Karl Marx.
A partir del siglo XX, con el avance exponencial de innumerables avances –y conquistas– tecnológicos, esta corriente comienza a tomar un papel muy amplio en diferentes sectores de la sociedad, haciéndose notar públicamente en diferentes índoles públicas y privadas, tomando particular fuerza en corrientes del pensamiento científico y es tomado como base de innumerables famosas obras de ciencia ficción, que sirven como herramienta de promoción de la corriente tecnicista a millones de personas.»