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[EE.UU.] Comienza la Resistencia contra el Oleoducto de la Costa Este. Zona Autónoma Hellbender

Conforme avanza la degradación ambiental a golpe de rapiña en USA comienzan a registrar feroces oposiciones a los proyectos de ampliación de infrastructuras. Después de los intentos de frenar el oleoducto en Dakota del Norte, el cual organizó a una basta red de activistas y comunidades indígenas junto a los veteranos del ejército, surge ahora con fuerza la oposición al Oleoducto entre los estados de Virginia y Virginia del Oeste.

Lo que comenzó con discretas barricadas y un árbol ocupado el día 26 de marzo [earthfirstjournal.or] se ha transformado en movimiento en el que mucho tienen que ver los grupos Anarquistas. El campamento de Three Sisters, en la Hellbender Autonomous Zone [Zona Autonoma Salamandra] del Bosque Nacional de Jefferson es el punto desde donde se organiza la resistencia. El enclave de Little Teel Crossing es el lugar donde los activistas organizan el bloqueo encaramados a los árboles. Por ahora el movimiento intenta conectarse con las ocupaciones de Dakota Pipeline. Su objetivo es crecer, sumar fuerzas para la resistencia sobre el terreno y el contencioso político y social y parar los trabajos de construcción.
El creciente movimiento contra el oleoducto que atraviesa los Apalaches es inspirador, ya que reune a una gran variedad de personas distintas, muchas de las cuales toman practican acciones radicales directas por primera vez. Muestra cómo es posible apoyar una campaña de base amplia, incluso en los lugares más rurales, y que al construir redes de apoyo sólidas, podemos luchar para ganar. Inside the Growing Appalachian Anti-Pipeline Movement – It’s Going Down 27.4.2018
Con el aumento previsto del precio del crudo se prevé una nueva oleada de fracking, y con este nuevos proyectos y el ensañamiento de la administración por realizarlos.

El ambiente está caldeado. Recordemos que los acontecimiento de Charlottesville donde un fascista de Alt-Right asesinó a la activista Heather Heyer se produjeron en Virginia. La sociedad civil se organiza, avanza la resistencia <>. Esto parece ser solo el principio.

Salvemos la Montaña. La oposición a la mina de litio en Cáceres

Según relata Ecologistas en Acción, desde la Unión Europea se está promoviendo el desarrollo de proyectos mineros y la legislación española es especialmente benévola con estos proyectos extractivos, puesto que la Ley de Minas, creada en el franquismo en un contexto de desarrollismo y de crisis energética que promovía la explotación de los recursos naturales, da grandes facilidades a las empresas mineras. Como denuncian en su artículo “Euroextractivismo, o cómo la Comisión Europea impulsa los proyectos mineros”, “la ley de Minas, es el mecanismo clave que permite que la propiedad privada sea expropiada y entregada a bajo precio a las empresas mineras. Es también un instrumento de especulación, al no prohibir transferir derechos mineros, con beneficios millonarios, ni la revalorización de las acciones de los compradores de esos derechos. También permite el cobro del seguro o la indemnización con fondos públicos por daños y perjuicios en caso de que se aborte el proyecto o la Administración deniegue los permisos necesarios; son dos formas de especulación que ya se están vislumbrando en otros países europeos”.
En el citado artículo nos hablan del plan estratégico “de innovación” denominado Estrategia Europa 2020, iniciado con la excusa de “impulsar el crecimiento económico”. El responsable de la supervisión del plan es el exministro español Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Acción por el Clima y la Energía, relacionado con diversas empresas petroleras. Una de las principales líneas de inversión de este programa es la Iniciativa Materias Primas, cuyo objetivo oficial es “asegurar el suministro en Europa de materias primas para las tecnologías verdes y de bienes electrónicos de consumo”.

La mina de litio de Valdeflores, Cáceres.
Es en este contexto en el que nos encontramos con el proyecto de la mina a cielo abierto de Valdeflores, a tan solo dos kilómetros del centro de Cáceres. En la Sierra de la Mosca, la empresa Tecnología Extremeña del Litio –una sociedad creada a propósito para el proyecto y participada en un 50% por la española Valoriza Minería SL (filial de Sacyr) y la australiana Plymouth Minerals- pretende la creación de una mina con 300 metros de profundidad y un kilómetro y medio de diámetro. Como todos los proyectos de minería a cielo abierto, los efectos sobre el medio ambiente pueden ser catastróficos, por lo que desde que tuvieron conocimiento del proyecto los/as habitantes de la zona crearon la Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres. Desde la Plataforma, según la información recogida en el artículo de Ecologistas “Una mina de litio a las puertas de Cáceres” denuncian que “La mina pondrá patas arriba el bosque conocido como la Montaña, un lugar conocido como el pequeño Monfragüe, un bosque mediterráneo que cuenta con gran variedad de flora y fauna”. Además, la mina también generará contaminación por filtraciones o derrames en los acuíferos. La separación de los minerales se lleva a cabo con productos muy tóxicos que podrían contaminar todo el entorno. Además la mina necesita millones de litros de agua, como reconoce la propia minera, y esto dejaría sin agua a la ciudad. Todo esto sumado al gasto de energía por el gran volumen y masa de los materiales que se mueve” y todo ello en un área calificada como Zona de Interés Regional y Zona de Especial Protección de Aves.

Además de los efectos sobre el medioambiente, la Plataforma destaca cómo afectará a la población, puesto que se encontraría frente al nuevo Hospital de Cáceres, a solo 300 metros de la Estación de Potabilización de Agua y a dos kilómetros del centro urbano, por lo que las sustancias tóxicas que se desprenden en la extracción y tratado del mineral llegarían por el aire a la ciudad. Todo ello, si todo funciona correctamente: no podemos imaginar el efecto que tendría un accidente como el de Aznalcóllar con la rotura de un dique o depósito que guardan los lodos y aguas contaminadas.
Como todo proyecto con contestación social, el mantra de la creación de empleo es repetido por la empresa para tratar de encontrar la aprobación de la población e instituciones. Según ésta, la explotación minera duraría 25 años y crearía unos doscientos puestos de trabajo directos y unos novecientos indirectos. Este caramelo, en una provincia con alta tasa de desempleo, no ha quebrado la oposición vecinal: como recoge el Salto en su artículo “Cáceres, de montaña a cráter por una mina de litio”, desde la Plataforma valoran que “en las minas que hay ahora mismo de estas características los trabajadores son entre 15 y 20. Los 106 puestos (de los que habla la empresa), sí, pero al inicio, para construir las balsas y contratar técnicos. En los 20 o 25 años de explotación, no. Funciona con maquinaria muy especializada y es probable que trajesen sus cuadrillas de trabajadores. Prima la explotación a cielo abierto especialmente porque es más barata, porque necesita menos mano de obra que la minería tradicional. “El 93% de las explotaciones mineras de España emplean a menos de 20 personas. En la mina Aguablanca de Monesterio (Badajoz) prometieron 400 empleos durante 15 años. A mitad del periodo despidieron a 16 de una plantilla de 25. Hoy quedan 9”.

En este momento, los trabajos de preparación de la mina se encuentran parados gracias a las denuncias de grupos ecologistas de la existencia de talas masivas, movimientos de tierras y creación de nuevos senderos en zonas de especial protección y la Fiscalía de Medio Ambiente ha abierto diligencias de investigación. Además de una fuerte campaña informativa (no se ve un rincón en la ciudad sin su cartel), la Plataforma realizó una manifestación a la que acudieron mil quinientas personas para exigir la paralización del proyecto y para el próximo 15 de abril han llamado a una nueva movilización con el lema ‘Salvemos la Montaña’ y ‘No a la mina’.

Un recordatorio: no existen coches ecológicos
En los anteriores artículos en los que habíamos abordado el tema de la minería, hablábamos principalmente de la extracción de oro, proyectos especialmente nocivos por su alta contaminación de la tierra y de fácil oposición por su nulo valor útil de uso. Aquí, en cambio, estamos ante una iniciativa que pretende extraer 1,3 millones de toneladas de carbonato de litio, el equivalente a las baterías de 300.000 vehículos eléctricos al año. En un momento en el que se nos venden los coches eléctricos como la panacea para una movilidad sostenible y limpia, conviene resaltar todo lo que hay detrás de esas apuestas por seguir con una producción descontrolada vestida de verde, para dejar claro que la lucha contra el cambio climático y la destrucción de la tierra no puede confiarse a nuevas soluciones tecnológicas, sino que pasa por la superación de un modelo económico basado en el consumo desigual y desmedido.

[Texto] SOCIALIZACIÓN CATASTRÓFICA Y CAPITALISMO APOCALÍPTICO

extraido de artilleriainmanente.noblogs.org

1. Donde recordamos que la catástrofe de Fukushima es un asunto de gran magnitud, un acontecimiento que nos despuebla al arrebatarnos el futuro. El capitalismo catastrófico aparece aquí como una máquina que desenvuelve tiempos que no terminan de terminar, y el apocalipsis como la ocasión de una revelación.
2. Donde el movimiento antinuclear japonés se pierde entre vanas tentativas para inmiscuirse en el parlamento y desfiles repetitivos con pancartas en la calle: ¡tigre de papel! Donde se recupera aliento cuando este movimiento se transforma en política del conocimiento, en trayectoria existencial y en potente vehículo para nuevos imaginarios: «¡Ir al norte!», «Ir al oeste!».
3. Donde se recuerda que el Japón moderno es el producto de un largo proceso de reconstrucción poscatástrofe. Hiroshima-Nagasaki-Fukushima, o cómo la reestructuración del tejido sociotécnico se opera a la sombra de un consenso irradiante.
4. Donde la dimensión ecológica de la catástrofe de Fukushima nos insta a partir en búsqueda del mundo desde el entramado de la sociedad, de nuestros cuerpos y de nuestras mentes. Algo que ocurre en el caso de los trabajadores de la energía nuclear / los habitantes cercanos a la zona / todos los cuerpos que viven.
5. Donde se explora un reino aterrador e ilusorio, en la confluencia del sueño estatal del arma omnipotente y de la utopía capitalista de la energía sin fin. En este reino, el poder nuclear es un monstruo acéfalo que impone su absurda necesidad.
6. Donde la descomposición del mundo se convierte en la ocasión de redescubrir la tierra, y de ver cómo esquizo-polillas llevan adelante su vida fugaz aquí.

* * *

El Apocalipsis es una gran maquinaria, una organización ya industrial, Metrópoli.
Gilles Deleuze, Crítica y clínica

El mundo ya es apocalíptico, únicamente le hace falta serlo enteramente, y todo el tiempo.
Es preciso superar la idea de apocalipsis como puro acontecimiento, como traumatismo revelador y revolucionario que funda un nuevo nomos de la tierra. En lugar de esto, un apocalipsis combinado y desigual.
Evan Calder Williams, Combined and Uneven Apocalypse

No me refiero aquí al microapocalipsis que es la muerte: todos mueren, e incluso si todo el mundo muriera al mismo tiempo (sí, digo todo el mundo), ¿dónde estaría el problema? La tierra reiniciaría de cero, y ¿qué razones tendrían los ángeles para lamentarse?
George Caffentzis, In Letters of Blood and Fire

Acontecimientos catastróficos, proceso apocalíptico

Han pasado siete años desde las explosiones de la central nuclear de Fukushima Dai-ichi. Y la catástrofe continúa. Cada día, nucleidos radiactivos se esparcen en el aire, el agua y el suelo. Peor: este proceso se amplifica con la política del gobierno japonés, que distribuye en el mundo entero productos alimenticios irradiados, y obliga a las principales municipalidades del país a hacerse cargo de los desechos radiactivos (principalmente en la forma de bermas). El gobierno liberal demócrata persiste en su postura pro-nuclear, pro-rearme y pro-mercado. Al mismo tiempo, las iniciativas populares se multiplican para proteger los cuerpos, las mentes y el medio ambiente: registros sobre la radiactividad por diversos colectivos de medidas, evacuaciones voluntarias, batallas jurídicas, bloqueos, manifestaciones y acciones en la calle. Pero el impulso de estas luchas ha sido insuficiente.
El accidente de Fukushima ha suscitado innumerables discursos. Frente a la emergencia y la amplitud del desastre, la mayoría de ellos han fabricado la idea de una «Crisis Humana» que una solución única podría arreglar, una especie de unión sagrada de los dirigentes, los partidos, los movimientos sociales, que supera las distinciones de clase y de casta. Pero el «problema Fukushima» no es social o político: se relaciona más bien con los «hiperobjetos» conceptualizados por Timothy Morton. Implica cosas, temporalidades y escalas espaciales que escapan en gran parte a los humanos y que, sin embargo, están íntimamente presentes a ellos: agujero negro, biosfera, sistema solar, plutonio, uranio.
El desastre nuclear es irreversible y conduce a dos pérdidas fatales para los seres planetarios. Por su poder de mutación y de destrucción de los procesos genéticos, los nucleidos radiactivos reducen las posibilidades del futuro. ¡Tarde o temprano, todos estaremos irradiados! Y por ello mismo, nuestro vínculo con la tierra, en el pasado considerado como el fundamento de los «comunes», es lo que se ve afectado. Dicho de otro modo, las radiaciones no atrofian simplemente los recursos, sino también nuestras aspiraciones, nuestra capacidad de crear «comunes».
El nombre Fukushima designa a la vez un acontecimiento catastrófico y un proceso apocalíptico. Me veo tentado a emplear este término bíblico, precisamente porque la situación muestra la imposibilidad de un Fin. Algunas personas continúan esperando el Apocalipsis, como la lucha que precede a la salvación mesiánica (o la emancipación) del mundo. Algunos evangelistas estadounidenses creen todavía en el Armageddon y en la lucha contra el Mal, encarnado por los musulmanes. Nuestras tendencias de izquierda nos llevan a esperar un colapso total del capitalismo, que coincidiría con la revolución. Pero lo que Fukushima parece haber probado es la imposibilidad de tal fin. Las catástrofes, incluso las más graves, están absorbidas en un proceso que es el verdadero apocalipsis: un fin sin salida.
Tratar el apocalipsis como una catástrofe, el proceso como un acontecimiento: el gobierno que nace con Fukushima descansa en esta confusión, que resume perfectamente el término falaz de «post-desastre». En un país marcado por terremotos, por la derrota de 1945 y los ataques de Hiroshima y Nagasaki, las representaciones apocalípticas obsesionan el imaginario colectivo, a través de las películas, los mangas, los dibujos animados y la literatura. La fascinación por el desastre expresa el temor a una repetición de la historia, pero eso no impide que advenga. Hay que sustituir la producción de imágenes apocalípticas por la difusión de un sentido práctico de la catástrofe. Elaborar y compartir técnicas de supervivencia, escuchar también los afectos producidos por el apocalipsis: ya no es únicamente la desesperanza, la tristeza y la cólera, es también la fragilidad, la trivialidad y la confusión frente al absurdo del «sistema social».
Apocalipsis significa asimismo «revelación». Ahora nos damos cuenta de que el régimen de la «democracia de posguerra», este régimen que pretendía ofrecer una prosperidad económica indefinida a través de una alianza con la sociedad de control estadounidense, este régimen, por tanto, ha conducido al peor desastre nuclear. Nos queda, por consiguiente, comprender lo que este desastre produce en nosotros, estar atentos a la explosión de afectos que revela. Aquí reside la complejidad de la situación y sus raras promesas.

Fisuras en el movimiento antinuclear

El después-de-Fukushima hizo emerger luchas con formas y objetivos variados: manifestaciones, bloqueos contra la circulación de los desechos radiactivos, movilizaciones contra la reanudación de las centrales eléctricas,1 procesos contra las grandes empresas energéticas, presiones para obtener el rembolso de los gastos médicos o un control público de los niveles de irradiación, evacuaciones voluntarias, coordinación de los trabajadores de la energía nuclear, etc. La heterogeneidad de estas acciones, y de las personas que las han llevado a cabo, ha provocado fisuras en el movimiento antinuclear.
Su unidad se había constituido en gran parte en la década de 1970. Los movimientos contestatarios, socavados por las violencias durante la era de la Nueva Izquierda, conocieron entonces un severo declive, y se reconstruyeron en torno a principios anarquistas, antiautoritarios y horizontalistas: organización sin líder, que parte de la base y está descentralizada, participación en las nuevas luchas de trabajadores precarios, estudiantes y comunidades. Después de Fukushima, estos principios han sido abandonados por algunos activistas, alcanzados por una especie de pasión realista: poner fin a la energía nuclear supondría a sus ojos trabajar con los especialistas y las autoridades. De manera más general, numerosos libertarios provenientes del movimiento antinuclear han sido absorbidos en una amplia coalición, a la vez despolitizada y legalista, la Metropolitan Coalition against Nukes [Coalición Metropolitana contra la Energía Nuclear].2 En junio de 2012, esta coalición consiguió reunir, cada viernes, ante la residencia oficial del primer ministro, a varias centenas de miles de personas para protestar en contra de la reanudación de la central nuclear de Oi.3 Los organizadores de la coalición prohibían todos los eslóganes que desbordaran la consigna antinuclear y cualquier forma de acción distinta a aquella de la simple deambulación con pancartas, hasta las 20 horas a más tardar. Para los responsables del movimiento, era indispensable conseguir prorrogar las aglomeraciones todas las semanas y, por tanto, encontrar un arreglo con la policía. Su movilización, ciertamente masiva, asfixió de este modo cualquier posibilidad de expresión política que estuviera ligeramente afilada. En cambio, sirvió a las ambiciones electoralistas de los socialdemócratas y dio una forma de respetabilidad a los nacionalistas que participan en la movilización.
El giro nacionalista y conformista del movimiento alimentó incesantes conflictos entre los populistas y la izquierda parlamentaria.4 Pero ninguno de los dos campos consiguió crear una nueva fuerza capaz de confrontarse con la situación, limitados como están por la estrechez de su campo de intervención: el terreno parlamentario para unos, la manifestación en la calle para otros. Ahora bien, los procesos de normalización post-Fukushima se extienden bastante más allá de los terrenos de la política convencional; cubren todos los aspectos de la vida. Es posible abordar las luchas opuestas a este proceso de control a través de tres aspectos: el conocimiento y la información, el modo de vida, la imaginación.
Después del accidente, el gobierno, TEPCO (Tokyo Electric Power Company) y los principales medios de comunicación disimularon o desdibujaron la información que concernía a la amplitud de la irradiación y sus peligros para la salud. Este control de la información no se concretizó, como en un régimen totalitario, por medio de la supresión pura y simple de los elementos de conocimiento disponibles, sino por medio de un exceso y un déficit simultáneos de información, creando un estado de indeterminación. Al mismo tiempo, los discursos de los científicos especializados y de los médicos fueron erigidos como verdaderos discursos de salvación.
Por un lado, los científicos pronucleares han difundido de puerta en puerta ideas aberrantes: el desastre de Fukushima ha terminado, ya no hay peligros, los ciudadanos deben retomar su vida normal de trabajadores y de consumidores. Estos científicos constituyen una pieza maestra de la «Aldea nuclear», esa red de fuerzas pronucleares que se extiende a través de todo el gobierno (tanto central como local), las compañías de electricidad, las grandes empresas, los círculos financieros, los medios de comunicación y el mundo universitario, una red íntimamente ligada a la alianza USA/Japón, y que recubre al final toda la clase en el poder desde la posguerra.5
Por el otro, existen algunos científicos que se oponen a la energía nuclear, cuyos propósitos son acogidos por la mayoría de los japoneses como herramientas indispensables para percibir lo absurdo de la energía nuclear. Por ejemplo, los numerosos trabajos de investigación del Dr. Hiroaki Koide del Instituto de Investigación sobre los Reactores de la Universidad de Kyoto (KURRI) son particularmente seguidos. Pero su posicionamiento moral provoca reservas, sobre todo cuando declara que «los adultos y las personas adultas deben aceptar consumir alimentos irradiados» a fin de salvar la industria local de Fukushima, exceptuando únicamente a los más jóvenes de esta recomendación.6 Esta afirmación plantea dos problemas. Exhortando a salvar la industria de Fukushima, el Dr. Hiroaki Koide legitima tácitamente la propagación de la contaminación en todo el archipiélago. Y este llamado al rescate de Fukushima implica que el conjunto de los habitantes del archipiélago se identifique con esta totalidad que se llama Japón. En este sentido, la posición antinuclear favorece el regreso del nacionalismo.
Lejos de los movimientos electoralistas y de las manifestaciones, algunos activistas han decidido dirigirse a la región de Fukushima para ayudar a sus habitantes o participar en las luchas de los trabajadores expuestos a las radiaciones de los reactores dañados.7 Esta iniciativa para apoyar el «estrato más oprimido de la industria de la energía nuclear» se relaciona a la creencia anarquista en una sociedad de apoyo mutuo, que resurge notablemente en circunstancias de grandes desastres, y con la voluntad de organizar la clase popular en un momento radical de lucha. No obstante, las primeras tentativas se acercan peligrosamente al proyecto estatal que apunta a reconstruir Fukushima y a atacar la población local en esta tierra irradiada. En cuanto a la organización de las luchas libradas por los trabajadores de la energía nuclear, se encuentra con diversos obstáculos ligados al poder de la compañía de electricidad y a la naturaleza de los empleos, precarios y móviles.
Estos activistas que se dirigen a Fukushima son llamados «aquellos que van al norte».
Aquí, ellos se encuentran con iniciativas locales para asegurarse de la seguridad de los alimentos y del medio ambiente. Algunas personas, en particular padres inquietos por la salud de sus hijos (principalmente mujeres), han empezado a hacerse cargo del estudio de la contaminación y de sus efectos. Muchas personas inicialmente desprovistas del bagaje científico se han puesto a estudiar física nuclear y medicina para asegurar su supervivencia.8 Y numerosos centros cívicos han aparecido para efectuar registros y difundir esta información, en oposición a las manipulaciones gubernamentales. De forma más profunda, estos proyectos abarcan una transformación de los modos de vida, las costumbres alimenticias, las relaciones sociales, los ecosistemas. Cada vez más diversas personas deciden dejar el noreste o la región de Kanto, y migrar hacia las regiones más seguras de Hokkaido o del Japón occidental; lejos de quedar aislados, los exiliados del interior son acogidos por diversos colectivos.9
Estos evacuados voluntarios son llamados «aquellos que van al oeste».
El plan gubernamental de ayuda a la evacuación ha seguido siendo irrisorio, con lo cual las veleidades de migración interna en el archipiélago son regularmente la causa de las tensiones en el seno de las familia. Las personas adultas (los abuelos) y los trabajadores productivos (la mayoría del tiempo los «esposos») prefieren mantener su modo de vida habitual o prohíben a los miembros de su familia hablar de la situación en términos demasiado críticos, mientras que las trabajadoras reproductivas («madres», «amas de casa», etc.) expresan de buen grado su cólera y su voluntad de cambio radical. Algunas familias estallan o deciden separarse momentáneamente.
Nuestros camaradas extranjeros a menudo nos han preguntado: «¿Por qué el pueblo japonés no se levantó después de Fukushima?». El primer elemento de respuesta reside en las fisuras que aparecieron en el seno del movimiento. El otro reside en la sombra arrojada por el «hiperobjeto», que tiende a hacernos creer que una solución monumental, impulsada por un poder superior, es indispensable. La desmesura del acontecimiento acaba por desalentar cualquier esperanza de revuelta. Un tercer aspecto, por último, procede de la naturaleza virtual de la radiactividad. Los nucleidos radiactivos permanecen imperceptibles, y sus efectos sobre el cuerpo no aparecerán inmediatamente, sino más bien en tres, cinco, diez o quince años. Una catástrofe radiactiva es menos directamente perceptible que la pobreza, la hambruna, las brutalidades policiales o la destrucción de un barrio por un proyecto inmobiliario. Los aspectos reales e imaginarios del problema Fukushima requieren otro enfoque.

Socialización catastrófica

Históricamente, una catástrofe es casi siempre seguida de una reconstrucción de la infraestructuras y de una reorganización de la sociedad, en el curso de las cuales las prioridades se dirigen a la seguridad antes que a la asistencia, y al desarrollo antes que a la reparación. Este proceso está a menudo acompañado por una fase de militarización.
La rendición incondicional de Japón, ocurrida después de los ataques de Hiroshima y Nagasaki, condujo al desmantelamiento del régimen totalitario por las fuerzas de ocupación estadounidenses, y a la implementación de «reformas democráticas». No obstante, las autoridades estadounidenses eximieron a muchos criminales de guerra, incluyendo al emperador Hirohito, y los reclutaron en su lucha contra los «enemigos de la democracia» en el continente asiático. Para el gobierno estadounidense, Japón ha constituido, desde entonces, una base estratégica mayor. Es principalmente bajo el impulso de la superpotencia estadounidense como la energía nuclear «civil» fue introducida en la vida de un pueblo que acababa de sufrir la atrocidad de dos bombardeos atómicos.
A fin de promover el programa «Átomos por la paz» del presidente Eisenhower en 1953, el poder nipo-estadounidense manipuló activamente la información. Incluso si el consumismo de masas le ofrecía una atmósfera consensual, le era necesario sofocar el desarrollo de los movimientos antinucleares y antiestadounidenses que emergieron después del incidente del Lucky Dragon Five.10 Estos movimientos tomaron un giro insurreccional con la oposición al tratado de cooperación mutua y de seguridad entre los Estados Unidos y Japón, e hicieron nacer esa Nueva Izquierda que sacudió a la sociedad japonesa durante toda la década de 1960.
Tres fenómenos –las guerras de Corea y de Vietnam, el crecimiento económico y por último la emergencia de la Nueva Izquierda– se entremezclaron durante este período. El crecimiento económico estuvo ampliamente dinamizado por la industria militar durante dos guerras, y acompañó el advenimiento de una sociedad consumista y mediática. Al mismo tiempo, las oposiciones se multiplicaron desde las fábricas, las universidades, los barrios y las comunidades populares frente a las formas de alienación asociadas al imperialismo estadounidense. Al término de este período, la operación de contrainsurrección llevada a cabo por las fuerzas gubernamentales permitió un vuelco emocional masivo: el terror de las bombas nucleares y el odio a los estadounidenses cedieron su lugar al sueño hegemónico de un paraíso para clase media alimentada ad vitam æternam por la energía atómica.
Japón abriga hoy cincuenta y cuatro centrales nucleares repartidas en catorce sitios, así como ojivas nucleares diseminadas a través de todo el archipiélago en las bases militares estadounidenses. Pero esto no debe ocultar el hecho de que, desde la década de 1970, los habitantes de al menos veintisiete regiones han conseguido repeler la implantación de la energía nuclear.11 Estas victorias frecuentemente son poco conocidas y pasan bajo silencio. Por tanto, es capital afirmar que algunas centrales nucleares sólo pudieron ser construidas en catorce sitios.
La ciudad de Tokio ocupa un lugar particular en esta historia. Ya antes de la Segunda Guerra Mundial, fue golpeada en 1923 por el terremoto de Kanto. Esta catástrofe, que dio lugar a más de cien mil muertos e innumerables desaparecidos, se vio acompañada de atrocidades: se formaron milicias «populares» y masacraron, a veces con la ayuda de la policía y del ejército, a residentes coreanos y chinos, así como a socialistas, sindicalistas y anarquistas. Este suceso activó el desarrollo de Tokio y la reorganización del cuerpo social en una máquina totalitaria que iba a ser, una decena de años más tarde, el motor de la expansión japonesa en Asia. El bombardeo estadounidense en el curso de la guerra del Pacífico contribuyó igualmente a modelar Tokio: es sobre las ruinas de la ciudad donde se edificó la metrópoli que acoge a la economía más grande del Extremo Oriente.
Así pues, la expansión de Tokio se fundó en varias catástrofes, y aquella de Fukushima no constituye una excepción a esta regla. Desde la explosión de marzo de 2011, la reconstrucción constituye así la principal prioridad del poder. En primer lugar, es crucial para la economía y las industrias locales. En segundo lugar, es necesaria para el pensamiento y el reforzamiento de la red metropolitana tokioita. En tercer lugar, tiene que impedir el colapso de la economía mundial. Estos tres dominios están estrechamente entrecruzados y diversos acontecimientos han venido claramente a la vez a remodelar y manifestar esta intrincación. Así, los encuentros anuales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial fueron organizados en 2012 en Tokio y es en esta ciudad donde serán organizados, en 2020, los Juegos Olímpicos. Tales elecciones se hacen eco de la celebración, en 1964, de los primeros encuentros anuales del FMI y de los primeros JO organizados en Tokio. El objetivo era entonces «mostrar al mundo el nuevo arranque del Japón de posguerra»; y el objetivo, hoy en día, es ocultar la gravedad del desastre alardeando el pseudo-triunfo de los esfuerzos de reconstrucción.
La manera en que, desde 2013, el FMI trata de orientar el proceso de reconstrucción por medio de sus recomendaciones –gestionar los desechos nucleares, aumentar las tasas sobre el consumo a fin de financiar la reconstrucción, bajar los impuestos sobre las sociedades, congelar las contribuciones gubernamentales al sistema de jubilaciones–12 parece servir a un objetivo principal: la participación de Japón en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación. Este acuerdo, que apunta a incrementar el poder del sector privado, pone el acento en el soft power, incluyendo para las cuestiones militares, y perfila un modo de gobierno reticular, repartido en aparatos de Estado, ONG, empresas, universidades, comunidades locales y fuerzas militares, en su conjunto favorables al mantenimiento del programa nuclear.13
La organización de los JO revela la misma actitud con respecto a los peligros de la energía atómica. El Comité Internacional Olímpico ha ignorado sencillamente las radiaciones que golpean a Tokio.14 La prioridad, en suma, es mantener las funciones metropolitanas de la ciudad, y qué importa si una dosis –supuestamente moderada– de las radiaciones golpea a turistas y atletas. Con los JO, lo que se inicia es una nueva fase de la reconstrucción de Tokio. La construcción de estadios y de equipamientos deportivos va a conducir, como en otras metrópolis a escala internacional, a la demolición y a la expulsión de numerosos barrios residenciales del centro de la ciudad. Los sin techo que viven en el gran parque público de Yoyogi koen han enfrentado amenazas de expulsión; respondieron constituyendo un movimiento llamado No Olympics 202015 y vinculándose con grupos brasileños que se oponen a los «impactos» de la copa mundial de futbol y de los Juegos Olímpicos en los barrios de Rio.
Puestos de extremo a extremo, los diferentes aspectos del gobierno post-Fukushima se asemejan a una política de abandono. Ésta es justificada por los poderes pronucleares que aprovechan el carácter impalpable e invisible de radiactividad. Nada ha pasado, entonces no nos inquietemos demasiado. Nadie puede saber realmente, por tanto, no podemos atribuir responsabilidades. Esta retórica de la indeterminación, ya movilizada después de los ataques de Hiroshima y Nagasaki, siempre se ha constituido a partir de una distancia focal centrada en la irradiación externa –aquella causada por la radiación solar, la atmósfera, los rayos X, la explosión atómica– pero que es ciega a la irradiación interna (aquella causada por la ingestión de partículas radiactivas en la comida o el agua). Esta irradiación interna, más insidiosa, causa una destrucción lenta y casi invisible de las células. Fue rebelada por las enfermedades de las personas que vivieron en torno a Hiroshima y Nagasaki después de las explosiones, sin haber estado directamente expuestas a éstas.16 Muchas de ellas tuvieron inmensas dificultades para obtener un reconocimiento y una compensación del gobierno, por el hecho de la dificultad de probar los efectos de este tipo de irradiación, que varían según las dosis ingeridas, los tipos de nucleidos radiactivos, la edad, la condición física, etc.
Hoy en día, este debate resuena nuevamente en la controversia que opone dos modelos utilizados para medir la irradiación: el modelo lineal sin umbral y el modelo de umbrales. El primero, utilizado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica (CIPR) está construido sobre la idea de que la exposición a las radiaciones es un peligro para la salud, sin importar su dosis. El segundo fue movilizado inicialmente por la Comisión sobre las víctimas de la bomba atómica (Atomic Bomb Casualty Commission, ABCC), una instancia creada por el gobierno estadounidense después de Hiroshima y Nagasaki cuyo objetivo es estudiar, y no atender, los efectos de las bombas en el cuerpo humano.17 Este modelo es el que sigue el gobierno japonés, lo que le permite haber recurrido fácilmente a la idea de «dosis aceptable». Después de Fukushima, la fijación de estos umbrales ha ocupado particularmente al ministerio de Salud, de Trabajo y de Asuntos Sociales. La definición de «normas de seguridad» que conciernen a las dosis de radiación en la comida, el agua, la atmósfera y el cuerpo ha dado lugar a virulentas controversias que oponen al gobierno y los científicos acreditados por un lado (quienes desean aumentar los umbrales), y los irradiados y científicos independientes (que desean reducirlos) por el otro.
Si esta controversia a propósito de los umbrales constituye uno de los frentes de la lucha antinuclear, puede también ser considerada como el proceso a través del cual somos poco a poco habituados a vivir con la contaminación. En términos estratégicos, la disputa que divide realmente al movimiento nuclear se sitúa por tanto en otro nivel: opone a aquellos que desean bajar los umbrales a aquellos que desean rechazar por principio la idea misma de la radiactividad aceptable.
Otros dos elementos relacionados a la naturaleza virtual de las radiaciones añaden más problemas a la dificultad de atenerse a los umbrales. El primero es el modo de difusión de las radiaciones. Los nucleidos no se extienden en círculos concéntricos sino que siguen movimientos perpetuos y complejos, relacionados a los fenómenos atmosféricos o humanos. Zonas con fuerte radiactividad pueden así aparecer de manera irregular, y lejos de Fukushima. Otro elemento se relaciona con la escala nanométrica en la cual se difunden los nucleidos. En su retórica de apaciguamiento, el gobierno ha afirmado que los nucleidos desprendidos por Fukushima Dai-ichi se diluían en el Pacífico; y que era posible incinerar los desechos radiactivos sin peligros. Pero, una vez diluidas en el océano, las partículas radiactivas pierden únicamente en densidad: su intensidad se mantiene tanto tiempo como dura su período de desintegración. En cuanto al fuego, no las destruye de una manera completa y simple.18

Lucha de clases y radiactividad

Considerada desde su perspectiva ecológica, la problemática de Fukushima puede ser descrita siguiendo las orientaciones fijadas por Félix Guattari en Las tres ecologías.19 Antes que el estudio de un medio ambiente, la ecología es una manera de hacer interactuar y entralazarse nuestros cuerpos con el mundo. Por tanto, no apunta a una solución única, indexada a una armonía predeterminada, sino a un proceso múltiple, que autoriza varias soluciones.
Gregory Bateson escribe: «Si un organismo o agregado de organismos se pone a trabajar por su mera supervivencia y piensan que hay aquí una elección ofrecida a sus meros movimientos de adaptación, entonces, de hecho, sus propios progresos van a destruirlo a sí mismo».20 En este sentido, la destrucción del medio ambiente por el «progreso humano» inició desde hace mucho tiempo. El calentamiento climático así como otros tipos de contaminación, han sido declarados irreversibles y la catástrofe nuclear de Fukushima es una manifestación de la tendencia del progreso humano a colapsar su afuera hasta el punto de destruirlo. De aquí se deriva esta crisis de los «comunes» que vivimos, es decir, la contaminación por las radiaciones invisibles de los recursos naturales, y la pérdida, que de ello resulta, de un vínculo permanente con la tierra.
La compartición de recursos con el objetivo de crear apoyo mutuo o comunas descansa en efecto sobre una condición sine qua non: que la tierra y el pueblo mantengan una relación orgánica, de tal modo que los excesos o los desechos ligados a la reproducción del pueblo puedan servir de vuelta a la reproducción de la tierra.
La economía capitalista se ha construido sobre la expropiación y la mercantilización de los comunes, así como sobre la transferencia de los desechos hacia los territorios de los más pobres. Cuanto más se desarrollan las sociedades capitalistas, tanto más pierden su capacidad de reciclar lo que ellas producen en exceso, relegando así lo negativo al dominio de lo invisible: el aire, el océano, el subsuelo, los territorios económicamente inferiores.
Si llamamos «comunes negativos» a los desechos que no pueden ser reciclados, la contaminación radiactiva post-Fukushima constituye tal vez su peor ejemplo nunca conocido. Y esto es irreversible. ¿Quién tiende a estar más expuesto y afectado por las radiaciones? Las personas que viven cerca de los reactores, por supuesto, pero también los obreros de la central expuestos a las radiaciones, los granjeros en las zonas contaminadas, los trabajadores encargados de los saneamientos en diferentes regiones de Japón, todos los demás trabajadores en el exterior, los sin techo (que a menudo son jornaleros sin trabajo), y finalmente los niños, más sensibles a la radiactividad.
La vida, la reproducción, el trabajo, todo está expuesto a las radiaciones, de tal modo que hacerse irradiar y mantener el cuerpo en forma se han vuelto las dos facetas de un mismo trabajo social, que apunta al mantenimiento de las fuerzas (re)productivas y consumistas. En este marco, es posible redefinir los puntos centrales de la catástrofe ya sea que conciernan 1) a los trabajadores en los reactores, 2) a los habitantes cercanos, que han perdido sus tierras y sus casas, y que pueden aspirar a compensaciones y, por último, 3) todos los cuerpos vivos.
Los trabajadores más expuestos a las radiaciones pertenecen al grupo de los «jornaleros», la fracción más precaria y más nómada de los trabajadores japoneses. Ellos viven en los yosebas, los guetos de las grandes ciudades industriales, donde esperan a ser reclutados en obras de construcción, en los muelles o en sitios irradiados. Excluidos de la sociedad civil fueron ellos quienes construyeron las infraestructuras del Japón de post-guerra. Muchos han tenido que abandonar su región por las metrópolis luego de la instalación de una central. En las cercanías de Fukushima, por ejemplo, las tierras de Futaba u Okuma no se prestaban ya a la agricultura, lo que condujo a los hombres en edad de trabajar a formar parte de las ciudades, en particular Tokio. Ironía de la suerte, fue después hacia nuevas centrales que tuvieron que dirigirse para encontrar trabajo y dar de comer a su familia… a condición de que aceptaran ser irradiados.
Entre estos trabajadores se encuentran asimismo personas que vienen de Corea o de Okinawa, así como burakumin, un grupo social minoritario discriminado, descendientes de la casta de los parias de la época feudal. Después de la guerra, los yosebas se han vuelto con todo ello en zonas monosexuales, situadas en las proximidades de los barrios de las prostitutas, que a menudo vienen de Taliladia, Birmania, Corea, China u otros países de Asia del Sureste.
Las luchas de los jornaleros han constituido los movimientos de trabajadores más radicales en el Japón post-Segunda Guerra Mundial, tanto antes como después de las turbulencias de la década de 1960.21 Estas luchas no estuvieron exentas de importantes insurrecciones, en particular en San’ya (Tokio) y Kamagasaki (Osaka), la más reciente de las cuales estalló, por otra parte, en 2008 durante la cumbre del G8. La radicalidad de estas luchas se explica no solamente por la pobreza y las difíciles condiciones de vida de los jornaleros, sino también por la violencia cotidiana a la cual los confrontan los proveedores de trabajo –yakuzas y organizaciones fascistas en su mayoría– y la policía.22 Lo que el proceso de acumulación primitiva de la posguerra les ha quitado –la tierra, los medios de subsistencia locales, la familia, la salud, la dignidad, una residencia permanente, etc.– encierra la necesidad y la posibilidad de aquello que entendemos por «comuna» en cuanto realización de los comunes. Sus luchas requieren procesos de autoorganización que cobran todos los aspectos del cuidado, del apoyo mutuo, de la autodefensa, etc.
A partir de Fukushima, algunas organizaciones de trabajadores de San’ya y otros trabajadores precarios intentan organizarse con los trabajadores del sector nuclear.23 Pero estos intentos han encontrado numerosos obstáculos. En primer lugar, los objetivos de lucha han hecho aparecer desacuerdos: algunos esperan reforzar la protección de los trabajadores cuando otros desean movilizarse por el fin de la energía nuclear civil. Pero sobre todo, el movimiento ha tenido que componerse con la naturaleza jerárquica y disimuladora de las compañías de electricidad y de la industria nuclear.
Las centrales nucleares24 están organizadas de acuerdo con una jerarquía estricta, que parte de la compañía de electricidad y que atraviesa después hasta ocho capas de subcontratistas y proveedores de mano de obra (entre los cuales se incluyen grupos yakuzas).25 Este organigrama se despliega con la mayor opacidad y un reparto asimétrico de la información, las ganancias y el tipo de trabajo. Mientras que los empleados directos de las sociedades de electricidad tienen el monopolio de la información delicada, se ocupan sobre todo de gestión e intervienen raramente en sitios altamente radiactivos, los trabajadores reclutados por los subcontratistas se hacen cargo de las tareas físicas en espacios de fuerte radiactividad y sin suficiente información ni seguridad o medida de seguridad consecuente.
Por tanto, la autoridad de la compañía de electricidad es absoluta. Sus objetivos consisten principalmente en bajar los costos y en conservar una buena reputación. Esto tiene por efecto una disminución del valor del trabajo con riesgos: al término del recargo operado por cada proveedor y por cada subcontratista que extraen su parte, los trabajadores en contacto con la radiactividad perciben un salario diario de únicamente 10 000 yenes (es decir, cerca de 75 euros). Después, la compañía de electricidad se dedica a que el público siga siendo ignorante de las condiciones de trabajo de un obrero en el sector nuclear, de los riegos de accidente del trabajo y de enfermedades como las leucemias o las enfermedades cardíacas. Los subcontratistas acceden a estas exigencias y resuelven los litigios relacionados con las heridas y las enfermedades a través de arreglos, sin pasar por las aseguradoras o los servicios sociales.
Este encubrimiento va de la mano de la manipulación constante de la información. Desde el accidente, la posición de TEPCO ha sido siempre contradictoria: por un lado, rechaza poner fuera de servicio los reactores dañados, temiendo pérdidas de capitales, y por el otro, no posee ni los conocimientos, ni la tecnología, ni la mano de obra necesarios para la reparación. En los primeros momentos de la catástrofe, TEPCO decidió primero evacuar a todos sus obreros del sitio, antes de que el primer ministro Kan ordenara su mantenimiento en funciones con el objetivo de impedir «un escenario catastrófico».26 Las condiciones de trabajo de alto riesgo en el sector nuclear se acercan a las de unos soldados en el frente, con la diferencia de que no hay aquí enemigo externo, y de que estos mártires nunca serán sacrificados. Por eso, cada vez más empleados de TEPCO renuncian desde el accidente.
Por fuera de la esfera clásica del trabajo, la catástrofe de Fukushima ha reforzado también otros aspectos de la lucha de clases. Antes que nada, el papel de las trabajadoras reproductivas no remuneradas, que por mucho tiempo permaneció invisible en la prosperidad de la posguerra, ha aparecido en primer plano. Su misión social, cultural y familiar, su «naturaleza femenina», han sido celebradas así desde un punto de vista patriarcal. Pero el trabajo que ellas han asegurado para proteger la comida y los lugares para vivir frente a las radiaciones también ha sido politizado desde una perspectiva feminista.27 La cólera de las mujeres frente a la doble opresión ejercida por el marido que desea mantener el statu quo y el gobierno que asegura que todo está bajo control, se ha expresado principalmente durante manifestaciones que reclaman una reducción de los umbrales de exposición para los niños.28
Otro punto sobresaliente de la complejidad de clase en situación de catástrofe nuclear proviene del desarrollo históricamente desigual entre la metrópoli y el campo, es decir, entre Tokio y la región de Honshu en el noreste, donde se sitúa Fukushima. El campo siempre ha sido puesto al servicio de Tokio, no solamente por la agricultura y la pesca, sino también por el abastecimiento de electricidad y de una mano de obra disponible para la construcción… y la industria del sector nuclear.
El tercer aspecto de esta complejidad de clase reside en la cuestión de la edad y de las generaciones. La precarización del empleo y la reforma de la educación, han instalado, de hecho, a la mayor parte de la juventud en una situación de deuda de por vida. Además, el envejecimiento de la población y el declive de las tasas de natalidad han intensificado la presión sobre los jóvenes, y han aumentado su responsabilidad con respecto a las personas adultas, tanto en el seno de la familia (por el cuidado personal) como en el resto de la sociedad (asumiendo el costo de las ayudas sociales). En este marco, la contaminación radiactiva y la vulnerabilidad física que implica han dado un golpe fatal a los jóvenes, a su esperanza en el porvenir. De ahí el tema recurrente del nacionalismo unificador que los constriñe al sacrificio, a la aceptación de una vida irradiada.
Mucho tiempo determinada por el tiempo lineal, mensurable por el reloj, y por ello mismo mercantilizable en cuanto fuerza de trabajo, la existencia corporal ahora resulta apresada como rehén por los períodos de desintegración de las sustancias radiactivas, y esto por un número de años astronómico. El porvenir que se presenta a nuestra imaginación apocalíptica es aquel de una sociedad de hospital, controlada por los grupos farmacéuticos.
La deuda financiera, que pesaba sobre los más modestos, se ha extendido a todo el mundo, y en particular a los más jóvenes: herederos de los desechos del capitalismo, su único porvenir es rembolsar la deuda de la contaminación. El tiempo que ellos pierden es el propio porvenir, como tiempo indeterminado y por tanto como tiempo en el cual se crea una temporalidad propia. En este sentido, Fukushima puede nombrar la condición universal del humano, bajo el régimen del capitalismo apocalíptico.

Capitalismo apocalíptico

Frente a estos reactores en fusión, el capitalismo está confrontado a una contradicción inédita: su fuerza de trabajo (su capital variable), expuesta a las radiaciones, aguarda la enfermedad y la muerte, mientras que sus centrales nucleares (capital constante) liberan partículas radiactivas. El trabajo muerto suplanta al trabajo vivo o, más bien, es el trabajo zombie que llamamos radiactividad el que, a través de la contaminación radiactiva, domina a partir de ahora.
La gestión post-desastre, focalizada en la reconstrucción, descansa aún en operaciones nucleares, entre las cuales se incluyen los intentos fútiles pero no menos lucrativos de tratamiento de desechos y de desmantelamiento de las centrales a una escala mundial. Dicho de otro modo, lo que está en juego, para el capitalismo después de Fukushima, es saber cómo transformar en mercancía los nucleidos radiactivos.
Así, otra proyección apocalíptica predice la creación, desde el noreste de Japón, de una zona industrial donde el gobierno invitaría a todas las industrias internacionales a tratar la integridad de los desechos nucleares del planeta. A fin de salvar su economía, Japón se especializaría así en la gestión del desastre. Es fácil, entonces, responder a esta pregunta lacerante: «¿Por qué es tan complicado abolir el poder nuclear, a pesar de la catástrofe de Fukushima?». Incluso si algunos reactores pueden ser puestos fuera de servicio aisladamente, y la construcción de nuevos reactores detenida –gracias a las luchas locales–, es difícil, incluso imposible, abolir el poder nuclear. Ya que incluso si algunos países decidieran acabar con él –gracias a las presiones de su población– no desaparecería del planeta sin que desapareciera, con él, el Estado y el capitalismo.
Los dos componentes del poder nuclear –uno militar, otro civil– ofrecen a los Estados el sueño utópico de un arma omnipotente, y al capitalismo el sueño utópico de una energía sin fin. Dicho de otro modo, el sector nuclear renueva el lazo establecido desde la revolución industrial entre capitalismo y soberanía nacional. La evolución que designa la sucesión carbón-petróleo-energía nuclear se confunde con la construcción de la infraestructura necesaria para la totalización del mundo. Pero ninguna de esas tres fuentes ha sido enteramente suplantada por la siguiente porque hubiera sido menos cara, más potente o más segura. Por el contrario, las tres energías han sido utilizadas conjuntamente en función de la oferta y la demanda.
La energía siempre ha sido la preocupación central del capitalismo. Ahora bien, la energía primaria que éste moviliza sigue siendo el trabajo humano, reproducido en la comunidad de los apegos vivos y en el seno de un entorno «natural», ampliamente tributario de la energía solar. La historia de la expansión y de la reproducción del capital, o la historia de la lucha de clases, se ha desarrollado de la mano de las revoluciones científicas: con la teoría copernicana del sistema solar, las leyes de la terminodinámica de Carnot, la ley de la conservación de la energía de Mayer, la organización taylorizada del trabajo, la propuesta de Edward Teller –el padre de la bomba H y el supuesto modelo del «Dr. Strangelove»– de un nuevo sistema de producción fundado en la energo-informatización de la sociedad.29
Como lo descubre Timothy Mitchell en Carbon Democracy, la era del carbón marcó el inicio de los movimientos masivos de trabajadores, con el uso de la huelga general que puede afectar a numerosos sectores gracias a la concentración geográfica de la extracción, la producción y el transporte del carbón. La era del carbón también es aquella de la democracia moderna en Occidente, fundada en el imperialismo y la expansión geográfica. La era del petróleo, por su parte, alcanza los límites de la producción y la circulación energética, así como los límites de la democracia.30 Ella anuncia el fin del Estado benefactor, la dispersión de los lugares de producción y de las redes de distribución, la invención de un espacio-tiempo y de una cultura basados en el automóvil, la emergencia de una economía cuyas mercancías principales son la información, los servicios y la energía, los límites espaciales de la colonización y la reorientación de la mercantilización capitalista de la escala macro hacia la escala micro. La energía nuclear, por último, no apareció sino en el seno del paradigma petrolero, en cuanto ramificación de la tendencia cada vez más energívora del capital. No obstante, juega un papel central en la supervivencia del capitalismo, por su doble función. Inicialmente militar,30 esta tecnología fue adaptada con un uso civil a fin de conectar dos sectores separados (armamento y energía) en una sola producción. De este modo, dio lugar a una militarización del espacio, que controla e impregna nuestras vidas cotidianas, de manera invisible pero sustancial.
Desde la Segunda Guerra Mundial, esta evolución ha sido inseparable de la dominación creciente de los Estados Unidos. A las formas tradicionales del imperio, los estadounidenses las ha sustituido en el Pacífico o en Europa con una nueva geopolítica móvil, flexible y conectada –aquella del control cibernético–32 al mismo tiempo que moviliza, en los países ricos en petróleo, su potencia nuclear para imponerles su política.33
Se entienden de este modo las razones que explican la permanencia de la energía atómica. A pesar de todo lo que los discursos pronucleares pueden afirmar, la energía nuclear no es ni la más económica, ni la más limpia, ni la más segura. Como lo muestran muchos análisis, constituye uno de los proyectos más absurdos jamás emprendidos: consiste, trivialmente, en hervir agua y producir vapor, pero para eso necesita una cantidad inmensa de trabajo, máquinas, intercambios comerciales, guerras y peligros. Es como si, para tirar un burro y su carga, se utilizara un carro de asalto. En verdad, la energía nuclear cuesta más que la energía hidráulica o térmica, siempre que se tome en cuenta el costo real de la producción de electricidad, del retratamiento, de los gastos del Estado para la infraestructura (adquisición de las tierras y construcción de las instalaciones) y del bombeo-turbinaje. Que el proceso nuclear no pueda ser detenido, implica un desperdicio de 30 % de la energía acumulada, cuyo costo es agregado a las facturas de electricidad.
Otra mentira corriente a propósito de la energía nuclear consiste en afirmar que no produce dióxido de carbono. Esto equivale a olvidar lo que la extracción mineral del uranio, su refinamiento, su enriquecimiento y su tratamiento, así como su transporte exigen como recurso a la energía fósil. Por tanto, es falso decir que la energía nuclear no contribuye al calentamiento climático. Se estima que en una central nuclear se generan tres millones de kilowatts de calor en el reactor, y que sólo un tercio es convertido en electricidad, siendo el resto desechado, la mayoría del tiempo en el océano. La temperatura del agua de mar en las cercanías de las centrales es más elevada por cerca de 7°C con respecto a los promedios océanicos.34
La energía nuclear no es viable económicamente. Sin el apoyo sin fallas del Estado, sin las astucias financieras y de las aseguradoras que éste concede al complejo nuclear, sin las inmunidades que se promulgan a su favor, este absurdo no existiría.35 Por ejemplo, la Ley de compensación de daños causados por la energía atómica, votada por Japón en 1961, promulga que en caso de accidente causado por una catástrofe natural inesperada o por disturbios sociales, la compañía de electricidad está exenta de cualquier responsabilidad.36 Dicho con otras palabras, es el dinero de los impuestos y de las facturas de electricidad lo que financia la liquidación y la compensación poscatástrofe (si el monto supera los 120 billones de yenes), además de los costos materiales como la adquisición de las tierras, la construcción de las instalaciones, el tratamiento y el almacenaje de los residuos y el desmantelamiento de las centrales. Las compañías de electricidad, por su parte, se contentan con gestionar las instalaciones y la distribución de la electricidad, al mismo tiempo que recolectan la mayoría de las ganancias.
A causa de estas ventajas, cuanto más centrales nucleares construye la compañía de electricidad, tanto más genera ganancias. Por eso, no es meramente imposible desmantelar esta industria, sino sobre todo detener su progresión a través del mundo. La «Aldea nuclear» japonesa tiene primos en todo el planeta. Como lo hemos evocado más arriba, antes de haber instalado una cuarentena de centrales en el archipiélago hasta la década de 1980, desde entonces el cártel japonés ha construido únicamente catorce. Frente a este reflujo, Toshiba y Hitachi buscan vender sus tecnologías a China, a la India y a los países del Sudeste asiático, que deseen todavía aumentar sus capacidades nucleares a pesar del desastre de Fukushima.
Por tanto, detrás de la economía y la socialización poscatástrofe nuclear en Japón opera un régimen nuclear mundial. Desde la aparición del arma atómica, desde la fundación de la Agencia internacional de la energía nuclear (AIEA)37, la historia de la producción nuclear siempre se ha casado con los lineamientos de la historia del mundo, a saber, la historia del colonialismo, del imperialismo, de la Guerra Fría, del imperialismo poscolonial.
En las relaciones de poder internacionales estructuradas en torno al excepcionalismo nuclear, existen arreglos «combinados y desiguales», donde las situaciones históricas distribuyen diferentes papeles en diferentes lugares de producción nuclear, poniendo en juego la extracción de uranio, el comercio mundial, la concentración de capital, la intervención del Estado, la política internacional, la investigación científica, la producción de energía, la producción y distribución de armamentos, la intervención militar, el desmantelamiento de centrales y el tratamiento, transporte y almacenaje de los desechos nucleares. Los países que han obtenido su independencia de forma relativamente reciente –como Canadá, Australia, Nigeria, Namibia, Kazajstán– han recuperado las minas de uranio del antiguo poder colonial, pero han perpetuado su servidumbre transfiriendo el inmenso excedente de valor de su fuerza de trabajo barata e irradiada a las maquinarias catastróficas de las compañías de electricidad de Estados nucleares sofisticados como los Estados Unidos, Francia, Israel o Japón. En esta estructura mundial, las compañías de electricidad de los más grandes países capitalistas absorben el excedente de valor que viene de los demás sectores industriales en el mundo entero, siendo la electricidad (con los servicios y la información) una de las mercancías mayores que influyen sobre el valor de todas las demás mercancías.
Por tanto, las diferentes luchas antinucleares en el mundo se confrontan al mismo poder, aunque de manera diferente. Es una razón, pero no la única, que explica la imposibilidad de abolir completamente el sector nuclear. La cuestión supera la elección de tal o cual fuente de energía. La producción nuclear atraviesa todos los sectores de la economía, es la captura más concentrada, esta «megamáquina» en el sentido de Lewis Mumford, que crea, regula y controla el cuerpo social y su espacio en su conjunto, imponiéndole un proyecto desquiciado y megalómano.38 Pero el sector nuclear es también un poder acéfalo. Es menos dirigido que movido por un conjunto de relaciones de fuerza, que no puede ser detenido o llevado a entrar en razón. Continúa actuando como un autómata, a pesar de todas las crisis que atravesamos, sin escuchar ni responder a nuestras protestas desesperadas.

Descomponer el mundo, redescubrir la tierra

«¿Por qué es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo?». Existen varias formas de responder a esta pregunta que obsesiona a los marxistas occidentales. El acontecimiento Fukushima nos habrá enseñado al menos esto: el fin del mundo no puede ya ser imaginado como un fin repentino, se desenvuelve lentamente, en un cuerpo a cuerpo entre el proceso apocalíptico de la humanidad y el tiempo planetario. El fin del capitalismo no puede pensarse como un acontecimiento singular; pero sí puede ser analizado como el amplio movimiento de las luchas y sus interacciones, cuyas consecuencias siguen siendo desconocidas. Este o estos movimientos no tienen una meta final determinada y compartida, y nuestras imaginaciones tienen que adaptarse a esto.
La Tierra ha dejado de confundirse con un globo abstracto, su papel en cuanto base material del capitalismo es manifiesto a partir de ahora. Su papel en cuanto base táctica, logística y estratégica de las luchas contra el capitalismo debe ser por tanto, a su vez, afirmado. Si se puede pensar el fin del capitalismo es desde nuestras maneras de descomponer el mundo en cuanto totalización combinada y desigual, y de recomponer nuevas relaciones terrestres.
No podemos ni queremos ser los salvadores del mundo. Intentamos simplemente sobrevivir como nos conviene y morir como lo hemos elegido. En estos tiempos de calamidad mundial, queremos ver emerger ofensivas que sean ya también soluciones para vivir según nuestras necesidades y nuestras aspiraciones. En esta mezcla de afectos –desesperanza, alegría, cólera– que somos numerosos en compartir, introducimos nuevas armas para golpear y elaboramos herramientas extrañas y curiosos talismanes, para llevar adelante vidas efímeras e intensas sobre esta tierra.

[Analisis] MURCIA smart city, videovigilància, TAV…

extraido de negre i verd

La etiqueta Smart vale para muchas cosas, para casi todo. Es uno de aquellos conceptos que, como por ejemplo el de sostenibilidad, deberían recibir un premio al marketing político/social.
Smartphones, smartwatch, tarjetas bancarias, TV… uno de los significados que se ha mantenido durante años en un territorio fantasmagórico, es el de Smart cities. A pesar de los intentos ciudadanistas de hacerla suya, la idea de Smart city, siempre a tenido un fuerte sesgo tecnológico, y ha estado muy ligado a dispositivos de tecnología móvil, sensores y recolección de datos.
La representación del proyecto Smart city es muy espectacular, pero bajo este espectáculo de aparatos para controlar el aparcamiento y los simulacros de ciencia ciudadana ,sin que seamos muy conscientes de ello, la Smart city ha ido cristalizando en algo que trasciende los aparcamientos, las TV y las neveras inteligentes, han ido convergiendo con otras formas de control y dominación con el internet de las cosas (IoT) o las metodologías Big data de recolección y análisis.
No nos engañábamos, éramos conscientes de que la Smart city no era lo que pretenden los tecnófilos, pero últimamente la “Smart city”, cada vez más, se quita la máscara bondadosa y enseña los colmillos del control social.
Como era de esperar la movida de las estrategias Smart ha ido más allá de la ciudad y incluye redes regionales y metropolitanas, que en el caso de nuestro “pequeño país” lo incluye al completo.. A pesar de toda la propaganda y parafernalia de las “open data” y de las políticas de transparencia es muy difícil poder evaluar el alcance de las iniciativas para desarrollar el entorno Smart, los movimientos de capital ligados y las consecuencias que tendrá sobre nuestra vida cotidiana.
Así a pesar que seguramente seria mejor trabajar a escala de Cataluña u otras entidades territoriales, del corredor Mediterráneo (Catalunya, País Valenciano, Murcia, Andalucía…), de grandes cuencas naturales o industriales, de zonas de interrelación transnacional… o a nivel de estado… o de la UE…
Nos encontramos con que disponiendo de limitados recursos de información hemos de elegir una ciudad como ejemplo, una ciudad “motivada” con el tema Smart, una ciudad de una dimensión mediana y una ciudad donde el tema Smart haya generado una conflictividad destacable.
Ciudades “motivadas” (motivadas = dispuestas a invertir) en el tema de las Smart cities hay muchas, pero sólo unas pocas pueden considerarse punteras. Entre ellas sólo algunas ciudades medianas entran en esta condición, Málaga (570.000 hab), Murcia (443.000), Santander (300.000)… evidentemente en Murcia hay un conflicto social relevante alrededor del AVE, y el AVE es uno de los fetiches de la Smart city, e implica una tecnología hard de control, no sólo por los artefactos tecnológicos utilizados en el ferrocarril, sino también en el control y la seguridad de las instalaciones..
Evidentemente la elección de Murcia no es imparcial, la resistencia al AVE es realmente emblemática como resistencia a la Smart city, pero en Murcia hay más iniciativas Smart… y muy interesantes en el mal sentido de la palabra.
Seguro que hay muchas más, muchos más datos que no conocemos y muchos enfoques que no hemos detectado… seguro que los que padecen la dominación local en Murcia pueden dar buenas ideas y enfoques diferentes, no dudéis en difundirlas o enviárnoslas, serán muy útiles más allá de lo local.
También hay que decir que lo que decimos de Murcia es válido (o incluso es peor) para la mayor parte de las “samrt cities” y, que en un futuro más o menos cercano valdrá para la totalidad del mundo.

MURCIA, FOCO DE SMART-INVERSIÓN PÚBLICA.

El ayuntamiento de Murcia ha demostrado ser un buen captador de recursos del estado y de la Unión Europea. Así en las últimas convocatorias de Red.es y la DUSI del FEDER han conseguido un buen puñado de millones.
Red.es a través de su “II convocatoria de ciudades Inteligentes” destino a esta línea 63 millones (en su mayor parte a través del estado con cofinanciación FEDER) a un total de 14 proyectos (http://www.red.es/redes/es/financiacion-europea ), al proyecto de Murcia le correspondieron 8 millones de euros, de hecho la subvención más alta, seguida de muy cerca por las Palmas de Gran Canaria.
Red.es es una “entidad publica empresarial· que depende del Ministerio de Industria (MINETUR), tiene como finalidad impulsar la “Sociedad de la información”, gestiona fondos del estado y europeos (https://es.wikipedia.org/wiki/Red.es ).
El proyecto presentado era “MiMurcia: Tu Ayuntamiento inteligente, Cercano, Abierto e Innovador”, con actuaciones centradas sobretodo en el centro de la ciudad, incidiendo sobre el transporte publico y privada, el alumbrado y la “seguridad”…
Una parte importante de los fondos de Mimurcia se dedicaran al hardware que sigue:

33 nuevos nodos para la ampliación de la cobertura de la red Wifi.
50 cámaras IP para la mejora de la gestión del tráfico.
20 cámaras de vigilancia en parques y jardines.
54 balizas Bluetooth para el impulso al comercio local.
10 sistemas de riego inteligente con parques y jardines.
15 sistemas de alumbrado inteligente en calles, plazas, parques y jardines.
4 nuevos puntos digitales de información ciudadana.
25 nuevos parquímetros inteligentes que envían información en tiempo real.
25 plazas de aparcamiento inteligentes destinadas a personas con movilidad reducida.
4 nuevos pasos de peatones inteligentes.

La otra subvención procede de la línea DUSI (Estrategia de desarrollo Urbano Integrado) (http://www.dgfc.sepg.minhafp.gob.es/sitios/dgfc/es-ES/cfr/ocfr/Documents/a%C3%B1o%202017/Foro%20Madrid-Febrero/Estrategias_DUSI.pdf#search=dusi ) en el marco del Prorama Operativo de FEDER de Crecimiento Sostenible (POCS) 2014/2020. Del DUSI se consiguió financiar “Murcia IT innovación i Tradición” por un total de 14,7 millones con unos objetivos parecidos a los de Mimurcia (https://www.esmartcity.es/2017/09/27/murcia-comienza-gestionar-ejecucion-estrategia-murcia-it-innovacion-tradicion ). No estan en la parte alta del rango de distribución, por ejemplo Barcelona y los municipios del Besòs consiguieron 30 millones.
En total tenemos una inversión de casi 23 millones de euros, comparada con el coste de la construcción del AVE puede parecer poco, pero para los costes de un proyecto smart city es muy alto.

LA PRIVATIZACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO.

Uno de les fetiches del liberalismo en la gestión urbana es el partenariado público/privado, que en resumen significa inversiones públicas para beneficios privados.
Hace ya unos años que estos “partenariados” son promovidos para la gestión de los centros urbanos, especialmente los comerciales. Estos mecanismos de financiación, con un soporte limitado de capital privado refuerzan servicios como la impieza, la seguridad y la promoción comercial y turística, se trata de los llamados Business Improvement Districts (BID) que se han querido traducir como “distritos de mejora empresarial” o de una manera más generalizada como Gerencia de Servicios Urbanos (GCU), estas gerencias están agrupadas en una asociación AGECU (www.agecu.es ) que agrupan 38 GCU, además de administraciones y algunos profesionales y empresas.
Una de las preocupaciones más tratadas por las GCU es la seguridad… seguridad privada, naturalmente privada (Cuadernos de Seguridad num314 septiembre de 2016 https://files.epeldano.com/publications/pdf/8/cuadernos-de-seguridad_8_314.pdf ) en consonancia con los artículos 41 y 48 de la Ley 5/2014 de Seguridad Privada (https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2014-3649 ) y la infame ley 4/2015 de Seguridad Ciudadana.
En Murcia también se intentó establecer alguna GCU, sin mucho éxito, el sector privado es refractario a aportar financiación, y las asociaciones de comerciantes se opusieron a pagos extras. De todos modos esto se soluciona mediante aportaciones publicas, del Ayuntamiento, del estado o de la UE. Los CGU propuestos (y fallidos) eran el barrio del Carmen, el de Santa Eulalia y la Zona Comercial Centro (que corresponde al barrio de la catedral y alrededores).
El esfuerzo Smart city se centrará en la videovigilancia inteligente (de la que hablaremos más adelante), la regulación de la movilidad con pasos de peatones inteligentes, alumbrado con tecnología LED con regulación, paneles informativos y aparcamiento inteligente… y, muy especialmente por 54 balizas bluetooth (https://www.vozpopuli.com/memesis/balizas-google-bluetooth-ubicacion-Privacidad_0_1107489510.html , http://www.neosistec.com/portfolio/semana_santa_murcia), MiMurcia tiene previsto colocar 54 de estas balizas en los comercios del centro, estas balizas, conectan con los teléfonos móviles y, además de dar información y publicidad no solicitada de productos y servicios, podrá rastrearse con finalidades comerciales, turísticas y de control social, el anzuelo para promocionar la conexión bluetooth serian descuentos en los comercios de la zona.

LA CENTRALIZACIÓN DEL CONTROL.

Uno de los puntos básicos de todo el entramado Smart city es la centralización de los datos recogidos en todas las bases de datos publicas y privadas, así como los sesores, ectores, contadores dispersos por toda la ciudad. Esta centralización queda simbolizada por el Centro de Control (http://negreverd.blogspot.com.es/2017/10/sales-de-control-de-videovigilancia-el.html ) que son los panópticos tecnológicos que nos convierten a todos en prisioneros en una cárcel sin muros.
En el caso de Murcia Smart city el panóptico se llama Centro Único de Seguimiento (CEUS) en la calle Abenarabi. Este centro ha de constituir la espina dorsal del proyecto, dispondrá de un Centro de Proceso de Datos de 6 servidores que aumentara la capacidad informática del ayuntamiento en un 30%, también se mejorará la comunicación periférica con la instalación de fibra óptica con estructura de anillo, a este centro y las inversiones asociadas se destinará buena parte delos fondos EDUSI.
El CEUS gestionará toda la información recogida y ha de estar preparado para dar respuesta a todo tipo de emergencias, en este centro la Policía Local tendrá un importante protagonismo por el control de la videovigilancia. No es pues extraño que el centro de la Sala de Control del CEUS haya un gran videowall de 42 monitores, en este videowall se centralizará (prioritariamente y de una manera casi exclusiva) todas las cámaras de Murcia, las de los jardines, las de trafico y las de “seguridad ciudadana”.

LA CONCEPCIÓN DE LA VIDEOVIGILANCIA COMO RED DE VIDEOSENSORES.

En el proyecto MiMurcia, subvencionado por Red.es, se prevé instalar 50 cámaras IP para el control del tráfico y 20 cámaras de vigilancia en los jardines (ya hay 28 instaladas anteriormente), con los fondos DUSI se quiere completar esta red con más cámaras de seguridad ciudadana.
Concretmente ha salido un concurso para la adquisición y instalación de 15 cámaras de alta tecnología en el barrio del Carmen, con un presupuesto de salida de 113.000€. En un futuro esta red se irá extendiendo.
Se trata de cámaras inteligentes muy alejadas de las antiguas cámaras analógicas y de baja resolución. Las imágenes de estas cámaras pueden ser analizadas por un software inteligente o, en algunos modelos, pueden realizar el análisis in situ, desde la misma cámara.
Estas cámaras pueden detectar objetos en movimiento, su velocidad y dirección (por ejemplo vehículos), objetos estáticos (por ejemplo objetos abandonados) y pueden analizar los movimientos y actividades de las personas (por ejemplo la permanencia en un punto, por ejemplo la actividad de un graffitero, un grupo que se mantiene un determinado tiempo en un mismo punto…).
Las posibilidades de estas redes de videovigilancia son enormes y crecerán en un futuro, añadiendo la termografía o el reconocimiento facial.
A modo de ejemplo, sin considerar nada más que los sensores contemplados en Mimurcia, la combinación e la detección de teléfonos por parte de las balizas, con las imágenes de las cámaras da unas oportunidades de control insospechadas hace unos años.

UNA CUDAD DIVIDIDA TERRITORIALEMNTE EN CLASES

Murcia, como todas las ciudades, esta dividida territorialmente según la clase social. Hasta un cierto momento por el rio Segura, a su norte los barrios más ricos alrededor del Centro, exceptuando los del Este, la Paz (construido el 1965) y Vistabella (1950) y al sur del Segura los más pobres. La vía del AVE, y el correspondiente aislamiento que provoca, traza una nueva línea, dejando desconectados parte del barrio de la Purísima- Barriomar y los barrios de San Pio X y Santiago el Mayor, todos ellos más desfavorecidos que los de más hacia el Norte.
Cuando hablamos de más pobres o más desfavorecidos hemos usado los datos de paro, de población inmigrante y de titulados superiores del portal municipal de estadística (http://www.murcia.es/web/portal/barrios-memoria-estadistica ).
La videovigilancia siempre ha tenido un sesgo clasista, las cámaras se instalan en barrios con población excluida, en barios de frontera entre poblaciones de diferentes estatus y en zonas sensibles. En el caso de la videovigilancia del barrio del Carmen nos encontramos en una zona de frontera entre los barrios pobres al sur del AVE y los ricos del norte del Segura, actua como una zona tampón y, finalmente, es el barrio donde está la estación actual y la futura del AVE, donde desenvarcaran los pasajeros del futuro tren AVE para ir (o venir) del norte de la ciudad.

SMART ES TODO!!

Aquí hemos hablado de las Smart cities, pero el mundo Smart (sensorización, uso de tecnologías digitales de control, captura y almacenamiento masivo de datos, sistemas de inteligencia artificial…) alcanzan la totalidad de nuestras vidas. Desde los ambientes rurales donde la agricultura es cada vez más Smart, más controlada, más artificial… hasta el ocio o la vida cotidiana cada vez más dependiente del mundo digital, cada vez más impersonal y cada vez más controlada.
La explotación laboral (una parte importante de nuestras vidas, incluso cuando no es laboral, cuando es paro) está cada vez más un espacio tecnologizado, un espacio de automatismos, de IoT, de explotación a través de dispositivos móviles (la mal llamada economía colaborativa), un mundo donde el capataz y el jefe de personal son algoritmos de inteligencia artificial.
Evidentemente el sistema militar y policial tampoco es ajeno a la smartización: Smart son las fronteras, Smart son los sistemas de armas y de contrainteligencia, smarts son los drones y los robots asesinos… Smart son también las prisiones, cada vez más difuminadas en un panóptico universal,

RESISTIR AL MUNDO SMART.

Parece que el mundo Smart es invulnerable, pero no hay que caer en el pesimismo absoluto, la red de dominación no es invulnerable y es posible golpearla.

1.-La fuerza el mundo Smart esta en el aislamiento entre personas y la conexión exclusiva con, o a través, de los dispositivos Smart, sobretodo móviles, cualquier iniciativa que estimule el contacto directo es resistencia.
2.-El mundo Smart nos aísla, pero nos trata a todos igual (con los mismos medios) podemos encontrar situaciones comunes que hagan más “productiva la resistencia”, por ejemplo resistiendo a las tarjetas de transporte.
3.-La resistencia es deslocalizable, atacando cualquier nodo de la red de dominación los atacas todos, puedes elegir el objetivo más fácil o con menos riesgos.
4.-Necesitamos un esfuerzo de imaginación, porque se necesitan cosas nuevas, basadas quizás en las viejas, pero nuevas.

Ni queremos ni podemos retroceder en el tiempo y no queremos seguir adelante en el camino que nos marca el capitalismo corporativo y los estados. Es posible que realmente estemos ante la cuarta revolución industrial… entonces, igual que en la primera revolución, igual que hicieron los trabajadores de escocia e Inglaterra, los canuts de Lion i los ncediarios de Alcoy y del vapor Bonaplata de Barcelona…. tendremos que romper las nuevas máquinas de dominación.
En el siglo XIX era el trabajo en las fábricas, en el XXI puede ser la vida en las smart cities.

[Analisis] ¿POBLACIÓN, OPULENCIA O TECNOLOGÍA? Por Dave Foreman y Laura Carroll

Tomemos, por ejemplo, a una hipotética mujer estadounidense que cambie su coche por uno con un consumo de combustible más eficiente, conduzca menos, recicle, instale bombillas más eficientes y sustituya su frigorífico y sus ventanas con otros modelos que ahorren energía. Los investigadores han descubierto que si tiene dos hijos su huella de carbono acabará siendo casi cuarenta veces mayor que la que haya evitado con dichas acciones.1

The New York Times

¿Recuerdan la fórmula científica de John Holdren y Paul Erlich, (I) Impacto = (P) Población x (A)[ii] Opulencia (consumo de recursos) x (T) Tecnología, o I=PAT? Hay quienes creen que disminuir la Opulencia es el modo de vivir dentro de la capacidad de carga[iii] y de reducir nuestro Impacto. Otros creen que la Tecnología puede hacer gran parte del milagro de mantener bajo el Impacto mientras crecemos en Opulencia y Población. Creen que la Tecnología puede aumentar la Opulencia y reducir el Impacto, de modo que no necesitamos tener en cuenta la Población. ¿Es la Tecnología la respuesta a nuestros problemas? Echemos un vistazo más detallado al asunto.

Cómo influye la Tecnología en el Impacto

En Constant Battles, el arqueólogo Steven LeBlanc nos muestra el modo en que opera la Tecnología en la ecuación I=PAT.2 La Tecnología puede aumentar la capacidad de carga, permitiendo que crezcan tanto la Población como la Opulencia. Si nos paramos a pensarlo, esta es la verdadera saga del Hombre, no sólo a lo largo de los últimos cincuenta mil o más años de existencia del Homo sapiens, sino incluso mucho antes, con los anteriores Homos, tal y como LeBlanc muestra excelentemente en Constant Battles. A pesar de que la Tecnología puede ampliar la capacidad de carga no suaviza el Impacto. Lo incrementa. De nuevo, esta es la verdadera historia del Hombre. Un paso tecnológico “adelante” aumenta nuestra capacidad de carga. Entonces la Población y la Opulencia crecen hasta que tropiezan con la nueva capacidad de carga. Suceden cosas malas hasta que en la Tecnología aparece un nuevo avance, que de nuevo aumenta la capacidad de carga. Y así sucesivamente. Sin embargo, una capacidad de carga más alta para el Hombre significa que causamos un Impacto mayor en los seres salvajes.

Este ciclo ha estado funcionando desde antes de que fuésemos Homo sapiens, al menos desde los Homo heidelbergensis, los antepasados tanto de los neandertales como nuestros. Incluso podría retrotraerse a los Homo erectus o ergaster. Veamos cómo podría haber ocurrido.

Durante mucho tiempo, el tamaño de las poblaciones de nuestros antepasados fue mantenido pequeño por la depredación. Éramos comida para gatos. Probablemente una comida para gatos muy fácil de atrapar. A medida que fue mejorando nuestra habilidad para lanzar piedras, tallar guijarros y, luego, blandir lanzas de madera y dominar el fuego, nos fuimos convirtiendo paulatinamente en una presa más difícil y nuestra población creció. Cuando los Homo sapiens, como los cromañones, llegaron a Europa, su mejor kit de herramientas, que les permitió ser mejores cazadores de grandes presas, aumentó su capacidad de carga por encima de la que los neandertales probablemente tuvieron. Una mejor organización social, microlitos, agujas de coser, anzuelos, propulsores, arcos y flechas, la inclusión de perros en las bandas y otros pasos “adelante” en los cazadores-recolectores hicieron que el ciclo diese otra vuelta más. Los avances tecnológicos elevaron la capacidad de carga, hicieron crecer la Población y la Opulencia y tuvieron un mayor Impacto en los seres salvajes.

El ciclo saltó a un nuevo nivel mucho más alto con la vida sedentaria, el almacenamiento de grano, el tejido, la cerámica y la domesticación del trigo, las judías, las cabras, las ovejas, los cerdos y el ganado vacuno. El reconocido paleoantropólogo Niles Eldredge del Museo Americano de Historia Natural escribe, “El impresionante crecimiento de la población tras la invención de la agricultura sólo puede significar una cosa, que los primitivos límites al … crecimiento fueron eliminados. No es que simplemente nos hiciésemos mejores a la hora de obtener el sustento de los ecosistemas: en realidad dejamos de hacer eso … para dedicarnos a la agricultura”.3 Luego vinieron el cobre, el bronce y el hierro, el regadío, la rueda y las ciudades.

Si se me permite enredar con la ecuación de Ehrlich y Holdren, esta verdadera saga del Hombre sucedió así: Tecnología más avanzada = mayor Capacidad de carga = Población y Opulencia más elevadas = Mayor Impacto en los seres salvajes: HT=HCC=HP+HA=HI.[iv]

Casi todo el mundo, incluso los miembros del movimiento para la estabilización de la población, parece ver el problema del crecimiento de la población sólo como un problema moderno o, como mucho, como un problema que surgió con la aparición de los primeros estados. En Constant Battles Steven LeBlanc y su esposa, Katherine Register, echan abajo ese mito del Buen Salvaje. En este libro, LeBlanc se vale de pruebas procedentes de la primatología, la antropología biológica, la paleoantropología, la arqueología, la historia y la etnología para mostrar que los interminables derramamientos de sangre y guerras, tanto entre distintos grupos humanos como dentro de ellos, proceden del hecho de rebasar la capacidad de carga como resultado del crecimiento de la población.[v]

Nunca ha habido grupos humanos que hayan vivido en armonía ecológica con su entorno o que hayan sido sostenibles durante mucho tiempo. A medida que crecía su tamaño, sobreexplotaban la tierra y los recursos silvestres de sus alrededores, lo cual les llevaba a devastar su hábitat y provocaba un aumento de la probabilidad de hambrunas e inanición. Cuando esto sucedía, comenzaban las luchas por los recursos con los vecinos y se llevaban a cabo guerras que duraban muchos años a causa de la competencia por los escasos recursos.

En cada peldaño de la escalera del crecimiento de la complejidad cultural, las tecnologías nuevas aumentaban la capacidad de carga de la tierra (y del mar), lo cual acarreaba mayores poblaciones y daños ecológicos más profundos. Desde la aparición del Hombre conductualmente moderno hace unos cincuenta mil años y nuestra expansión por el resto del mundo más allá de África, ésta ha sido nuestra historia. No importa cómo “progresen” las culturas a través de las diferentes etapas, desde las bandas cazadoras-recolectoras hasta los estados modernos, pasando por las tribus, las jefaturas y los reinos, aunque los avances tecnológicos en cada paso aumenten la capacidad de carga seguimos sobrepasándola. Ahora hemos llegado al final de ese camino. Hay tanta gente engullendo tanto que nuestros residuos de dióxido de carbono, metano, hollín y otros gases de efecto invernadero están cambiando la composición de la atmósfera y, por tanto, perturbando el clima y acidificando los mares, lo cual mata los arrecifes de coral y otras formas de vida del océano. Con siete mil millones de personas y creciendo, hemos sobrepasado la capacidad de carga de la atmósfera y de los océanos para absorber y mantener nuestros residuos en un nivel inocuo.

De nuevo, puede que hayamos llegado al final del ciclo. Un desastre –mayor que todos los ciclos anteriores- nos amenaza.

La huella ecológica

Entre la gente que trabaja para disminuir el Impacto, hace mucho que hay una separación entre los que piensan que necesitamos estabilizar, y luego reducir, la Población y los que piensan que necesitamos reducir el derroche (la Opulencia). La verdad es que necesitamos detener y reducir ambas, la Población y la Opulencia. Reducir la Opulencia no puede funcionar sin disminuir la Población.

Hay un modo ingenioso de encuadrar el Impacto al que hemos llamado la “Huella Ecológica” individual. Sin embargo, tiene las mismas limitaciones y debilidades que la capacidad de carga en el sentido de que sólo mide nuestro Impacto en los recursos de la Tierra que sirven para mantener al Hombre en el modo de vida al que nos hemos acostumbrado.[vi] En From Big to Bigger, un gran informe que trata sobre la inmigración masiva y la Huella Ecológica, Leon Kolankiewicz define ésta última así:

La Huella Ecológica es una medida de la suma de las exigencias humanas, o de las cargas humanas, impuestas a la biosfera o “ecosfera”. A fin de cuentas, la economía humana, toda la producción y consumo de bienes y servicios, depende completamente del capital natural de la Tierra –los suelos cultivables, los bosques, los campos de cultivo, los pastizales, los caladeros pesqueros, el agua y el aire limpios, la atmósfera, la capa de ozono, los combustibles fósiles y los minerales- que lleva a cabo los servicios ecológicos y aporta los materiales y las “fuentes” de energía y los “sumideros” de residuos que mantienen la civilización.4

Aquellos que ven la Opulencia/consumo como la clave usan la Huella Ecológica como criterio para reducir su Impacto mediante cambios en el estilo de vida. Estos cambios incluyen:

· Conducir menos/comprar un coche que consuma menos/usar el autobús, la bici o caminar.

· Comprar comida cultivada en las cercanías/comer alimentos ecológicos/cultivar su propia comida/comer a un nivel más bajo en la cadena trófica.

· Reformar su casa para que sea energéticamente más eficiente/vivir en una casa más pequeña/compartir la vivienda.

Todos los pasos anteriores y otros similares son buenos. Necesitamos llevarlos a cabo, al menos algunos de ellos, en la medida que podamos. Los estadounidenses pueden reducir sus huellas haciendo recortes, pero como el profesor de filosofía, Philip Cafaro, y el biólogo de la fauna salvaje, Winthrop Staples, del estado de Colorado, señalan en su destacado artículo, “The Environmental Argument for Reducing Inmigration to the U.S.”, los estadounidenses no van a dejar de consumir demasiadas cosas. Los japoneses y los europeos occidentales viven bien pero, en comparación, son más ahorrativos con la energía y tienen huellas menores que los estadounidenses y los australianos. Cafaro y Staples dicen que deberíamos reducir nuestro consumo hasta el nivel en que se halla el de los japoneses y los europeos, pero “a menos que se produzca un iluminación universal o una catástrofe terrible”, recortarlo hasta el nivel de vida de los mejicanos o –¡santo cielo!- de los nigerianos o los bengalíes, “no son opciones políticas viables”.5 En otras palabras, podemos reducir nuestra huella por persona, pero no lo suficiente para la sostenibilidad generosa, que Cafaro y Staples definen como “(1) crear sociedades que dejen suficientes recursos naturales para que las generaciones humanas del futuro vivan buenas vidas; y (2) compartir el paisaje generosamente con los seres no humanos”.6

De ahí se desprende que no tenemos otra opción que estabilizar y reducir nuestros efectivos. De otro modo, perderemos cada vez más tipos de otros seres vivos en nuestros paisajes. Cualquiera que crea que podemos doblar o triplicar la población de los Estados Unidos sin aniquilar nuestra flora y fauna ni arrasar nuestras últimas tierras salvajes, está en las nubes, no en el mundo real donde tenemos que compartir nuestro vecindario con las demás criaturas si queremos conservarlas sanas y salvas.

He aquí algunas buenas investigaciones y análisis que muestran claramente que para reducir nuestra huella hemos de reducir nuestra población.

Expansión

En los EE.UU., la expansión urbana y suburbana pisotea y mata la vida salvaje a lo grande. Por ejemplo, en los veinte años que transcurrieron entre 1970 y 1990 en los cien mayores núcleos urbanos de EE.UU., se perdieron más de nueve millones de acres[vii] de tierras salvajes o de cultivo debido a la expansión. En su estudio, Weighing Sprawl Factors in Large U.S. Cities, Leon Kolankiewicz y Roy Beck hacen un detallado repaso de las cien ciudades de los EE.UU. que ocupan más superficie para descubrir si la causa clave de la expansión de cada una de ellas era el crecimiento de la población o, más bien, la tendencia a construir mayores casas y jardines. La creencia popular sostiene que son los niveles de vida elevados los que promueven la expansión y que el crecimiento de la población juega sólo un pequeño papel. Sin embargo, no fue esto lo que Beck y Kolankiewicz descubrieron.

Kolankiewicz y Beck identificaron dos tipos principales de crecimiento urbano: el crecimiento per cápita y el crecimiento de origen poblacional. El crecimiento per cápita es debido a las casas y terrenos mayores y se ve influido por las políticas fiscales, urbanísticas y de transporte, mientras que el crecimiento de origen poblacional es debido a la aparición de más cuerpos. Vistos en conjunto, los dos estaban casi a la par en lo que respecta a la expansión urbana que provocaban, aunque el crecimiento de origen poblacional resultó estar un poco por encima.

Durante años el mantra en el Oeste de los EE.UU. ha sido: “No queremos ser otra Los Ángeles”. Hemos considerado a L.A. como la reina de la expansión. Sin embargo, como Kolankiewicz y Beck señalan acerca de L.A., “Ninguna ciudad de Estados Unidos puede aportar un modelo mejor de cómo intentar restringir la expansión mediante la canalización del crecimiento de origen poblacional hacia asentamientos cada vez más densos, tanto en el núcleo urbano como en los suburbios”. Lo crean o no, desde 1970 las restricciones al uso del terreno han convertido la gran área metropolitana de L.A. en el paisaje urbano más densamente poblado de los EE.UU., con sólo 0,11 acres por habitante. Los suburbios de la ciudad de Nueva York tienen “sólo un sesenta por ciento de la densidad poblacional de L.A.”. Y aun así, L.A. se ha expandido debido al crecimiento de origen poblacional.

Kolankiewicz y Beck profundizaron en el estudio de las cien ciudades más extensas de los EE.UU. de 1970 a 1990 y calcularon el porcentaje de aumento o pérdida de población y la superficie por cada habitante. Entonces calcularon el crecimiento de cada ciudad en millas cuadradas[viii] y en porcentaje respecto al área del principio. De ahí, “obtuvieron” los porcentajes de la expansión debidos tanto al crecimiento de origen poblacional como al consumo de terreno per cápita.

Detroit estaba en el lugar decimoctavo en cuanto a superficie, con una pérdida de población del 6,9 por ciento y un crecimiento del 37,9 por ciento en lo que respecta al consumo individual de terreno. Así que, si calculamos los porcentajes de expansión, un cero por ciento era debido a la población y un cien por cien era debido a un aumento en la cantidad de terreno ocupada por cada habitante. Los Ángeles estaba en el sexto lugar en cuanto a superficie, con un aumento de población del 36,5 por ciento y un descenso del consumo de terreno per cápita del 8,4 por ciento. Calculando su expansión, obtenemos que un cien por cien era debido a la población y un cero por ciento era debido a la cantidad de terreno que ocupaba cada habitante. La ciudad en que yo [Foreman] vivo, Albuquerque, está en el puesto cuarenta y cuatro en cuanto a superficie, con un crecimiento de población del 67,1 por ciento y un aumento del 18,1 por ciento en lo que respecta al consumo de terreno por habitante. Cuando se calculan los porcentajes de expansión, el 75,5 por ciento de la expansión es debido al crecimiento demográfico y el 24,5 por ciento a una mayor huella individual en lo que respecta al consumo de terreno habitado.

En general, Kolankiewicz y Beck descubrieron que, de 1970 a 1990, el 50,9 por ciento de la expansión fue debido al crecimiento de la población y un 49,1 por ciento fue debido al consumo de terreno per cápita. Lo que descubrieron es impepinable: el “crecimiento inteligente”, incluso si se aplica tan bien como en Los Ángeles, no puede frenar la expansión por sí mismo. La conclusión:

Sólo si también se para el crecimiento poblacional se podrá parar la expansión de los nuevos suburbios sobre los campos de cultivo fértiles y las tierras salvajes.7

La realidad –ninguna de las Siete Heridas Ecológicas[ix] podrá ser curada sin primero estabilizar y luego reducir la población. Con una población aumentando sin fin:

No seremos capaces de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

No podremos conseguir aire y agua limpios para que la gente respire y beba.

No seremos capaces de asegurar que los demás seres vivos que entraron en el siglo XXI con nosotros duren hasta el siglo XXII.

Bienvenidos al mundo real.

La paradoja de Jevons

Durante algún tiempo nos han estado diciendo que si cada uno de nosotros reduce su uso de energía, agua, alimento, aparatos, coches y millas conducidas, la carga total de todas esas cosas sobre la Tierra menguaría y las materias primas durarían más. Sin embargo, unos pocos hemos sabido siempre la verdad: que eso simplemente no es cierto.

A finales de la Guerra de Secesión (1865), un economista llamado W. Stanley Jevons escribió un libro acerca del carbón y de cómo éste estaba siendo usado más eficazmente en las máquinas a vapor. En The Coal Question escribió, “Es una confusión de ideas suponer que el uso económico de combustible es equivalente a una disminución en su consumo. Lo cierto es lo contrario”. Más de cien años después, dos economistas, Daniel Khazoom y Leonard Brookes, también se enfrentaron a la “Paradoja de Jevons”. En su artículo, “The Specter of Jevons’ Paradox”, Jeff Dardozzi señala, “Afirmaron que una eficiencia mayor paradójicamente conduce a un aumento en el consumo total de energía”. A medida que más investigadores han estudiado esta paradoja, se ha ido viendo cada vez más que es implacable. Earthscan, una editorial de libros y publicaciones sobre el cambio climático, el desarrollo sostenible y la tecnología medioambiental, publicó un libro completo acerca de ella. The Jevons’ Paradox and the Myth of Resource Efficiency Improvements repasa la historia de esta desconcertante verdad y los estudios que prueban su validez.

Dardozzi escribe, “El segundo efecto resultante de las mejoras en la eficiencia es que cuando uno ahorra dinero normalmente lo gasta en alguna otra parte del sistema de producción y esto se traduce en un aumento del consumo de energía y de recursos”. Tomemos por caso mi ciudad, Albuquerque, donde en los vecindarios más antiguos se da la lata a los residentes para que ahorren agua. Sin embargo, reducir el agua consumida en regar el jardín, en bañarse y en la cisterna del inodoro no significa que Albuquerque chupe menos agua del subsuelo o del Río Grande. Lo que significa es que así hay “más” agua para construir nuevas viviendas en la creciente parte oeste de la ciudad o para establecer nuevas industrias. En otras palabras, las personas que han vivido en una casa durante cincuenta años deberían dejar morir de sed sus melocotoneros para que un constructor pueda usarla para hacer nuevas casas y para que los compradores de esas casas puedan venir a vivir a Albuquerque. Tal como dice Blake Alcott, un economista ecológico, acerca de este giro que se está produciendo en todo el mundo, “[D]ados los mercados globales y los consumidores marginales, el hecho de que una persona deje de usar algo permite que otra persona lo use”. O dicho de otro modo, en los EE.UU. podemos reducir nuestro uso del automóvil, pero el petróleo que no quememos será usado gustosamente por todos los nuevos propietarios de automóviles de la India y China.8

La Paradoja de Jevons también actúa en lo referente al alumbrado. Echa abajo la en su día esperanzadora predicción del investigador de Sandia Labs, Jeff Tsao. En 1999, Tsao escribió un informe oficial que mostraba que si las bombillas convencionales eran sustituidas por bombillas de estado sólido, “La cantidad de electricidad consumida a nivel mundial descendería en más de un diez por ciento”. Diez años después, sin embargo, Tsao descubrió la Paradoja de Jevons y cómo ésta actúa sobre el alumbrado. El articulista científico del Albuquerque Journal, John Fleck señala, “A medida que la iluminación se fue haciendo más eficiente –desde las velas a las luces eléctricas, pasando por el keroseno y el gas- lo que la gente quiso fue más luz, no usar menos energía”.9

Con la Paradoja de Jevons en acción, ¿de qué deberíamos preocuparnos? De que los ingenieros nos ofrezcan fuentes de energía verdaderamente baratas, infinitas y limpias. ¿Por qué? Porque nada arruinaría la Tierra salvaje más rápido y más completamente que una energía limpia y demasiado barata como para preocuparse de medirla. Esto también permitiría que la población creciese aún más.

¿Cuál es la forma de escapar de la Paradoja de Jevons? Primero estabilizar la población y, después, reducirla.

El legado de carbono

Son muchas las personas que quieren reducir su huella ecológica. Sin embargo, mucha gente no se da cuenta de que el modo en que más se reduce esa huella es teniendo menos hijos o ninguno. La investigación llevada a cabo por el profesor de estadística Paul Murtaugh y el profesor de ciencia oceánica y atmosférica de la Universidad Estatal de Oregon Michael Schlax, muestra que los hijos aumentan enormemente el tamaño de la huella de carbono de las personas. The New York Times informa de que, “Si tomamos, por ejemplo, a una hipotética mujer estadounidense que cambie su coche por uno con un consumo de combustible más eficiente, conduzca menos, recicle, instale bombillas más eficientes y sustituya su frigorífico y sus ventanas con otros modelos que ahorren energía, los investigadores han descubierto que si tiene dos hijos su huella de carbono acabará siendo casi cuarenta veces mayor que la que haya evitado con dichas acciones.10

Cuarenta veces.

Murtaugh y Schlax publicaron su investigación en la publicación científica, Global Environmental Change.11 Para calcular el “legado de carbono de un individuo”, observaron cuántos hijos, nietos, etc., tenía e hicieron una “fórmula de medida” expresando el Impacto de cada descendiente en función del grado de parentesco. En sus propias palabras, “Es decir, un progenitor es responsable de la mitad de las emisiones de sus hijos, de un cuarto de las emisiones de sus nietos, y así sucesivamente”. También calcularon cuánto podría alguien reducir su emisión de carbono llevando a cabo seis cambios en su modo de vida y descubrieron que eran unas 486 toneladas métricas de CO2 para el tiempo de vida de una mujer estadounidense media. Pero los legados de carbono de cada hijo nacido, teniendo en cuenta las emisiones en tres escenarios diferentes, resultaron ser de entre 9.441 y 12.730 toneladas. En otras palabras, no tener hijos, reduce el legado de carbono de una mujer veinte veces más que llevar a cabo seis cambios en su modo de vida. Lo que Murtaugh y Schlax han descubierto es, en esencia, que frente a la decisión de no tener un hijo todos los demás cambios “verdes” en el modo de vida, tomados en conjunto, parecen insignificantes.

Murtaugh y Schlax han mostrado hábilmente el peso de P en I=PAT. Murtaugh señala que sus “calculos son aplicables a otros impactos medioambientales además de las emisiones de carbono –por ejemplo, al consumo de agua dulce, la cual muchos consideran que ya está escaseando”.12 Sus pasos pueden ser seguidos por estudios que midan la Población y la Opulencia, así como otras de las formas en que dañamos la vida en la Tierra.

Estos estudios y análisis coinciden en que no podemos reducir el Impacto reduciendo solamente la Opulencia. La Población es el factor más importante en I=PAT. Probablemente tenga más peso en I=PAT que la Opulencia. Piensen en él del siguiente modo: los estadounidenses tienen la mayor Huella per cápita del mundo debida a la Opulencia. Por tanto, cualquier crecimiento de la población en los EE.UU. supone un crecimiento de esa Huella de Opulencia. El crecimiento de la Población en los EE.UU. hace más daño al mundo que el crecimiento demográfico en cualquier otro lugar, debido a nuestra exagerada Opulencia.

El mundo no puede permitirse más estadounidenses.

[Analisis] «CONTRA LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA NATURALEZA SALVAJE»

La principal peculiaridad de este artículo en concreto es su doble enfoque, por un lado teórico-filosófico y por otro práctico-político. La parte filosófica se centra básicamente en poner en evidencia la deshonestidad intelectual y el antropocentrismo en que se basan los argumentos posmodernos que defienden que “lo salvaje” es una mera construcción social, una invención cultural que no existe en la realidad y no tiene valor en sí misma. La autora, a lo largo del texto va discutiendo y refutando, por lo general de forma bastante acertada, muchas de las argucias y falacias que los humanistas postmodernos suelen esgrimir para tratar de devaluar y desmontar la noción de lo salvaje como valor fundamental: la asunción de que todo es cultural y socialmente relativo, salvo el propio postmodernismo, claro; así como la subyacente idea humanista de que lo único importante, lo único valioso, e incluso lo único existente son los asuntos humanos, no la Naturaleza.

Del mismo modo, el artículo muestra cómo la postura postmoderna tiene graves implicaciones políticas, ya que, en palabras de la misma autora, “el punto de vista constructivista no toma en serio la documentación científica sobre la crisis de la biodiversidad; desvía la atención hacia los discursos acerca del problema ambiental en vez de examinar el problema en sí; e indirectamente saca partido de ello y, por tanto, apoya la colonización humana de la Tierra”.

Además, el artículo es también interesante porque, aunque sea de refilón, toca algunos de los problemas filosóficos y prácticos de fondo que son típicos de las perspectivas que toman lo salvaje como valor central: el presunto dualismo humano-Naturaleza; el valor de la ciencia como fuente de conocimiento; la existencia de un valor intrínseco en la Naturaleza; etc. Aquellos que dicen defender la autonomía de la Naturaleza salvaje deberían ser conscientes de ellos para evitar la superficialidad, la incongruencia y la ingenuidad teóricas.

enlace al texto: https://drive.google.com/file/d/1KprETdk_0eQZp0B_vjzQTIY7Gd9yf9fP/view

[Texto] Contra el Progreso, el trabajo y toda dominación

Contra el trabajo que perpetúa nuestra esclavitud

Vivir sin depender del trabajo – ¿ A quién no le gustaría eso ?

*Para entender esto, es necesario aclarar que cuando se habla de “trabajo”, se hace referencia a toda actividad que mueve la sociedad industrial, la cual nos pone precio y nos destruye tal cual lo hace con la naturaleza y demás habitantes en flora y fauna. No nos estamos refiriendo al esfuerzo físico y/o mental que en su época ejercían las tribus recolectoras y cazadoras antes de la llegada del “trabajo” bajo el concepto de la sociedad industrial. Es entonces que para marcar distancia entre lo que el sistema ha llamado “trabajo” y el esfuerzo físico y/o mental, podemos decir que preferimos dedicar ese esfuerzo a las acciones que cada uno cada una hace para manejar nuestras propias vidas como pieza clave que nos lleve a la libertad. Pues entendemos que la libertad no nos la va a dar ni el Estado ni el Capital ni algún grupo de Científicos con promesas de “mundo felíz” que desean meternos en la cabeza. *

*No intentamos colocarnos en una posición de “tener la fórmula secreta para una vida en libertad”, tal cual por ahí muchas podrían y ofrecen, pero que a las finales es un engaño para captar sirvientes creyentes de una nueva cara de gobierno. Lo que vamos a exponer solo son producto de experiencias, reflexiones y propuestas. Se agradece para su entera comprensión, paciencia, buen humor y mente abierta al cambio*

Esta idea de “Vivir sin depender del trabajo”, en primera instancia podría ser tomada de inmadura o de una falta de percepción a la realidad o un simple capricho de alguien mantenido por madre y/o padre o por alguien más, a quien comúnmente le llamarían “vividor/a”. Y estos pensamientos no solo lo haría algún empresaria sino también alguna obrero. Y es lógico esa reacción, pues hemos sido domesticados mediante la fuerza y la astucia hasta adoptar ese orgullo por el trabajo, aunque esta actividad sea en realidad la pérdida de nuestra identidad como individuos. Sumado a una de las razones por la cual no podemos disfrutar de una vida en libertad, este sistema ha sabido atarnos al trabajo como una necesidad impuesta entre deudas vitales como pagos por hogar alimento ropa – deudas superficiales como el pago de cosas que vitalmente no necesitamos como celulares tvs maquillajes comida envasada alcohol drogas y un largo etc – y deudas creadas a razón cultural como el pago de escuelas universidades clases de diversos artes conciertos y otro largo etc. Sería de ayuda entender que lo vital, la naturaleza nos la da, gratis. Recordar también que eso que la naturaleza nos da, los entes de dominación se apropian de esas cosas vitales y nos la restringen de alguna manera u otra. Usan la fuerza represiva el miedo el control y sobre todo la astucia plasmada en la apatía y comodidad que nos hace delegar desde nuestras necesidades vitales hasta las superficiales para así no hacernos cargo de lanzarnos a una reconexión con eso vital perdido ni luchar para crear espacios donde podamos obtener todo lo vital gratis como debe ser y así poder esparcir esas ideas y acciones. Pero la cosa es que no tenemos tiempo ni siquiera para luchar por eso, estamos ocupadas trabajando y no nos queda tiempo fuerzas ni ganas para aventurarnos hacia eso muchas veces desconocido por nosotras. Eso es cierto, pero no por eso vamos a dejar de lanzar propuestas, aunque estas por el momento “no se ajusten a nuestra realidad”. Porque sí creo sí creemos que vale la pena replantearnos eso recordarlo siempre, y tomarlo como objetivo final, el tema de nuestra libertad.

El como cuando donde y con quienes lo hacemos, es algo que podríamos ir analizando para empezar a encontrar soluciones que creo será a largo plazo, pero lo mejor es que valdrá la pena porque así empieza una revolución. Sabemos ya que ninguna revolución es fácil o rápida, toda revolución toma su tiempo fuerzas ganas convicción y perseverancia. Pero si queremos cambiar todo este sistema que nos han impuesto, es mejor empezar desde ya, el tiempo del proceso en que nos tardemos no es lo más importante aunque parezca todo lo contrario. Con más esfuerzo podemos acelerarlo pero sin patinar, porque no se trata de tiempo sino del paso firme y sincero en que nos encaminemos. Estas búsquedas hacia un mundo sin trabajo lo sabe el sistema, es por eso que cada vez que se enteran de alguna muestra de revolución, nos achacan más con más trabajo con más consumismo que nos distrae divide y envenena y con más moralidad que nos frena cada vez que nos planteamos romper con los cánones de este sistema. No caer en sus trampas puede ayudarnos muchísimo. Si hablamos de falta de tiempo creemos es más una excusa que algo real, pues siendo sinceras podemos resolver eso del tiempo con autoorganización en nuestras vidas y nuestros horarios. Podemos empezar a hacerle un espacio a nuestra revolución, a crear y reforzar tácticas y estrategias, tal cual lo hacemos con algunas actividades innecesarias llámese vicios distracción etc…

Recordemos que la clase obrera explotada siempre se dió su tiempo para luchar por lo que se consideraba mejor para ellas y ellos, o al menos dentro de las reales posibilidades también. En lo personal creo creemos que algo más se pudo hacer, y lo digo fraternalmente pues entiendo que en todo movimiento siempre hay motivaciones y objetivos distintos que pueden ser manejados en conjunto, pero también hay con intenciones de resquebrajar el movimiento al que se infiltran. Eso ha pasado, aunque muchas veces no queramos enfrentar esa realidad por el bien común por un avance, por eso creo que eso no se analizó en esas épocas cuando algunas intenciones eran solo la del reformismo y terminaron pagando con la perpetuidad del trabajo que solo se redució a 8 horas. De 12 horas o más a 8 horas, claro que fué un logro, pero repito se pudo haber hecho más. A veces hay que repetir esto, para no cometer los mismos errores. Se puede leer en algunos textos que hubo un sector anarquista dentro de la clase obrera que querían algo más que solo reducir las horas de trabajo o implementar mejoras laborales. También hubo naturistas de tendencia anarquista que promovían una vida en el campo (que en ese tiempo aún no eran o estaban en proceso de ser tomados por los centros de producción) dentro o fuera de la lucha obrera y que se oponían a esa idea de apropiarse de las fábricas para seguir trabajando. Pues sabían que “con patrón o sin patrón” “autogestionado o no”, mientras exista esa idea latente del Progreso, la entrega de fuerza laboral seguirá siendo la misma y con el mismo objetivo de seguir moviendo la megamáquina.

Esta idea de perpetuar el funcionamiento de la megamáquina era y es una idea del marxismo (aunque tengan por ahí un manifiesto “en contra del trabajo” al cual en realidad deberían llamarle “manifiesto en contra del patrón pero a favor de la megamáquina que perpetúe el trabajo con una nuvea figura digna a sentirse orgullosa”, y otras corrientes ideológicas insertadas en la clase obrera.

Pero ¿por qué quería este sector anarquista ir más allá de las 8 horas y el grupo naturista de tendencia anarquista de retomar una vida en el campo?. Pues porque en común veían como sus vidas y la de sus compañeros y compañeras eran reducidas a una esclavitud aceptada bajo un salario. Ya la historia nos cuenta los resultados de la lucha por la reforma laboral, que muchos celebran sin el debido cuestionamiento tomando también en cuenta que hasta el mismo sistema ha catalogado “día del trabajo” aquel 01 de mayo para desaparecer la memoria de las manifestantes que fueron asesinados afuera de la fábrica McKormick por la policía tras dar inicio a la huelga mundial ese día posterior a otras huelgas que ya se estaban gestando años anteriores, en aquella huelga la fábrica McKormick y demás empleadores de Chicago se negaron a reducir las horas de trabajo a 8 horas que fué lo dictaminado por el presidente de aquella época. Eso desencadenó en más huelgas huelgas y más represión policial con respuesta incluída que fué la que se usó como excusa para dictaminar la sentencia a muerte de los llamados “Mártires de Chicago” en noviembre de 1886. Un día para celebrar haciendo apología a nuestra propia esclavitud y luego a seguir trabajando todo el año para que nuestras cadenas no se oxiden. En lugar de avivar o reavivar la lucha por la abolición del trabajo y medios de producción, se ha decidio mantener la lucha por mejorar las condiciones laborales, esa lógica es similar a algunas perspectivas de luchas contra los zoológicos donde solo se busca (dicen que es por estrategia pero no se les ve avanzando hacia algo más que eso) mejorar las condiciones de vida de las especies animales encerradas en lugar de trazar como objetivo la libertad de aquellas especies animales aprisionadas.

Si no tenían esa información, ayudaría buscarla para conocer lo que muchos libros han editado en sus textos sobre la lucha obrera, naturismo libertario y otros. No podemos dar una lucha a ciegas o conociendo medias verdades, porque eso no nos permitiría conocer a las enemigos y sus tácticas y trucos para que no se perjudique la fortaleza de sus imperios. En el ahora quizás el escenario no sea tan distinto pues trabajamos y hasta orgullosas nos sentimos, eso favorece al sistema y al patrona que tanto decimos odiar.

Muestra de estas tácticas y trucos es la existencia de sindicatos pagados por el Estado y “autofinanciados” (exceptuando algunos sindicatos horizontales que en realidad tienen un objetivo sincero y aplaudible) que bloquean la furia de las y los trabajadores que más allá de beneficios laborales desean caminar hacia la abolición del trabajo para poder así reapropiarse de sus propias vidas. De esta manera los sindicatos apagan la llama de la revolución. A su vez encasillan el papel de las y los trabajadores y hasta les obligan a dar una cuota al sindicato (algunos se los mutilan de sus sueldos el fin de semana o fin de mes, ya que la repartición de sueldos son manejados por esos sindicatos y demuestra una total complicidad entre la patronal, las autoridades y el sindicato) como aporte “voluntario” para “mejoras laborales” o “para la lucha sindicalista”. Se perpetúa así ese círculo de explotación, manejado por el Estado el Capital con la ayuda y complicidad de los sindicatos. Y esta modalidad es la que funciona casi perfectamente, pues si deseas encontrar trabajo urgente o seguro económicamente hablando con prestaciones de servicios médicos etc… estás obligado a afiliarte a un sindicato que te facilitará esa búsqueda y te evitará “andar pateando latas” desesperada por conseguir trabajo quizás ahogando tus penas en un bar gastando las últimas monedas de la semana. A estos “favores” que te ofrece el afiliarte a un sindicato, tras esa “cuota sindical”, que claro también ayuda en casos entre otros como si tienes algún accidente laboral y la patrón no quiere hacerse cargo de los gastos. Ahí está el sindicato “salvador”, es así que los sindicatos funcionan de igual manera que lo hace el Estado y el Capital, como una mafia más. Creo que más de un trabajadora ha experimentado esto ¿o no?.

Esta cuestión del alcohol es algo real y no solo un simple ataque al consumo de alcohol que es usual en el ámbito laboral porque desde el empresario hasta el obrero lo hacen, y de hecho que no todas y todos pero es mayoría. Pero aunque fuese minoría también es algo por qué preocuparse, pues ese poco dinero podría ser de mejor utilidad, y las consecuencias y resagos del alcohol podrían ser negativas para la salud física y mental del consumidor y hasta para su familia y entorno. Es un tema que nos ha tomado aceptar y esforzarnos en cambiar, sí, también hemos sido consumidoras del acohol pero no es nuestra intensión creernos ahora mejores que otras solo porque ya hemos podido superarlo. Cada cosa a su paso y a las ganas que se le de por cambiar.

Recordemos que en la edad media la gente iba al trabajo solo para obtener dinero para comprar alimentos y otras cosas vitales, y luego dejaban de trabajar ya que el sueldo era diario (y luego fué semanal y mensual “para corregir esas actitudes”) y eran pocos los que querían trabajar por eso les daba cierta facilidad esa forma de rebelión y apatía hacia el trabajo, pues tenían bien claro que el trabajo era prácticamente un castigo pues fué iniciado el trabajo así con el “tripalium” un mecanismo de forma de aspa de madera que se usaba para torturar a las esclavos y reos es por eso que de ahí proviene el nombre del “trabajo”. Y si vamos más atrás el trabajo el sistema lo hizo necesario al apropiarse de los bosques de donde se podía disponer de frutos, hojas, semillas y raíces para consumo. Luego depredaron esos bosques para colocar plantaciones monocultivos que trata solo de sembrar determinadas plantas que más adelante se usó y se usa para nuestra alimentación. Privándonos así de la variedad en alimentos y valor nutricional que los bosques nos ofrecían. Podríamos ir más atrás en el tema de la alimentación, pero eso queda en cada una de informarse tal cual lo hacemos con algún tema de nuestro interés, a nosotras nos interesa mucho porque es de vital importancia conocer todo esto porque nos sirve para forjar nuestro camino hacia la libertad.

Vivir sin depender del trabajo – ¿ Se puede eso ?

Sí, siempre se pudo, se puede y se podrá seguir haciendo.

Desde luego que no es fácil, pero tampoco imposible. Solo bastaría ver como gente que vive en las calles sobrevive sin tener que trabajar (contribuir al sistema – al contrario con su presencia lo dañan), también lo hacen las perros, aves, ratones, gatos y demás animales de ciudad. Todo aquella que viven en la calle (sin importar su especie o sexo) logra adquirir ciertas habilidades que le servirán para vivir o sobrevivir en el peor de los casos. Quizás al leer esto, lo primero que pensarán será en que la vida en la calle no es tan linda y segura como la vida dentro de algún inmueble (desde mansiones hasta dormir en una cabina de internet como lo hacen en Japón) o como creen que lo estoy afirmando en este párrafo. Pues no, no es del todo lindo, pero ¿Acaso una vida dentro de un inmueble es del todo lindo?: impuestos, otros pagos, miedo al desalojo, peleas con quienes convivimos, miedo a que nos roben, etc… Pero es innegable que dentro de un inmueble hay comodidad, y es por eso que preferimos siempre la comodidad. Pero recordemos que

La comodidad es el enemigo oculto de la libertad

Ah, entonces hemos caído en lo que quiere el sistema, en rechazar una idea que nos pueda llevar a la libertad. Hemos preferido buscar argumentos negativos y darlo por sentado, en lugar de buscar también argumentos positivos aunque sea para tomarlo en cuenta reflexionarlo y decidir luego que pasa.

Ver como perras, aves, gatas, ratonas, … rompen bolsas que botan en algún lugar por ser considerado ya “basura” o bolsas de alguien que está comprando y está distraída o de la “mercadería” de alguna carnicero pollero abarrotero etc…, es un deleite para los ojos de alguien quien se plantea el camino a la libertad y comprende que los llamados “productos” que el mercado ha puesto precio es debido a que hay un control sobre lo que la naturaleza nos da y es ahí que acaricia la reflexión que la propiedad privada es una imposición. Nos deleitamos con esas acciones, sonreímos y nos decimos “eso es libertad”. Esas acciones también lo realizan animales de nuestra especie y es igual de gratificante el ver como lo hacen. Desde luego que a quienes “se les arrebata esas mercaderías” reaccionarán en su mayoría de una manera violenta, porque sienten que le están afectando dañando por los productos que ellas con su dinero han pagado, pero ¿Acaso ese dinero y ese producto no provienen de acciones que directa o indirectamente dañaron a otros seres y a la misma naturaleza?. Se suele creer que cuando alguien trabaja, deja de dañar a otros, eso es falso porque el trabajo daña a quien trabaja y a quienes intervienen en ese proceso tal cual lo explicamos al principio. Es a través de la moral impuesta por la sociedad que vemos esas acciones como un robo, algunas podríamos llamarle expropiación y tiene sentido pues esos productos en realidad deberían ser gratis sino fuera por esa restricción que hace el sistema para asegurar su economía y sobre todo su Poder. La patronal nos roba gran parte de nuestro sueldo que comparado a nuestro esfuerzo deberíamos recibir más que la misma patronal. La empresario agricultora le roba al suelo flora y fauna al explotarles sacarles y desalojarles de su hábitat hacia otros lugares con fines comerciales – a la fauna que aún perdura ahí le genera una escaséz de alimento y nutrientes generado por el modelo agrícola monocultivo que usando agrotóxicos o no genera estragos en nutrientes por el mismo modelo de monocultivo. El transportista le roba a la agricultora porque es la transportista quien rige el precio del mercado y la mayoría de veces paga por debajo del costo invertido por el agricultor. La mayorista le roba al transportista porque es quien va a vender el producto final de una manera rápida y se vale de eso para fijar su precio también –no es tanto el robo pero lo hay – ante eso algunas transportistaas prefieren vender ellos mismas lo que traen, pero la mayoría prefiere evitar eso y solo traer mercancía. Entre mayorista y minorista hay robo muto, al igual que entre minorista y final consumidora. Todo depende del escenario económico mundial para perpetrar esos robos. El que extrae legal o ilegalmente los minerales (nombraremos el coltán que es la aleación de 2 minerales) para fabricar entre otros los celulares, le roba a la tierra aquellos minerales que por procesos evolutivos de formación de la tierra han quedado en esos lugares y por lo tanto tienen una función escencial ahí. La milicia (de Estado o informal) les roba a los que extraen el coltán al cobrarles “peaje” y subirles el costo de vida en la zona de extracción. Las empresas de celulares le roban a la milicia, porque el precio que les pagan es ínfimo al precio que las empresas ganan en sus ventas. Las empresas le roban al consumidora final al cobrarles de más comparado al proceso de producción. Finalmente la consumidora que compra un nuevo celular sellado de caja le roba la vida a los que extrajeron el coltán.

Y finalmente el trabajo nos roba la vida y no veo a la masa de la sociedad indignándose y luchando contra ello. El sistema nos roba la libertad con un complejo mecanismo moral físico mental y legal. Y seguimos alimentando y reforzando al sistema bajo el yugo del Progreso y el Trabajo con orgullo incluído.

También hay otras formas de conseguir comida, y es mediante el reciclaje que consiste en recoger lo que la gente ya no necesita o está “podrido” o sucio o deforme etc… puede ser desde frutas y verudras en calles o mercados hasta la comida que alguien dejó en algún restaurante “porque ya se llenó o porque no le gusto la sazón” , etc … Este esfuerzo es menos repudiado por quienes creen en la propiedad privada, pero también toma su tiempo el adoptarlo, sea por falta de “experiencia” que luego se irá afinando o por verguenza que luego se irá disipando.

Otra forma de obtener comida es mediante árboles frutales en las calles, osea mediante la recolección. Y es una de las razones por la cual las autoridades ni el mercado no colocan árboles frutales y medicinales ni permiten que estos crezcan para así restringirnos de otra forma el acceso gratis a alimentación. Las áreas verdes colocadas en las ciudades son en función a lo estético, bajo el argumento de contribución al medio ambiente, el mismo uso indiscrimiando de césped (otro monocultivo más) nos demuestra que para nada es su intención cuidar el medio ambiente pues el césped demanda gran cantidad de agua y contribuye poco a las relaciones naturales de donde se le implanta además de ser cortado cada vez que este crece. En algunos lugares se hace el esfuerzo de sembrar árboles frutales y cuida su crecimiento sin que las autoridades lo arranquen o le contaminen con el legal y constante riego a las áreas verdes con sustancias tóxicas para el medio ambiente la cual las autoridades llaman “repelentes para plagas animales y malas hierbas”.

La plaga para la naturaleza no son las insectos ni las llamadas malas hierbas, la plaga para la naturaleza son las ciudades y todo lo artificial (que no cumple con un ritmo biológico propio de una evolución cuidadosa y planificada del propio organismo, y no mediante aplicaciones ni manipulaciones externas a ese proceso evolutivo como lo hacen a través de la transgenia) que en ellos se produce.

Otra forma es lo que se le llama “mendigar” usando diversas técnicas desde alguna gracia hasta lo que la imaginación nos provea.

Y otra forma sería a través de cierto intercambio de esfuerzo por comida ropa o refugio, tal cual lo hacen entre otros las malabaristas artesanos limpia lunas carreros etc

Y por supuesto hay otras formas más que cada uno deberá ir descubriendo si desea liberarse de este sistema, ejemplo de esto sería una vida en el campo aunque con el temor real de ser contaminado por alguna actividad extractiva o afectado por el avance de la inmobiliaria.

Desde luego que no estamos diciendo que hay que salir todas todes y todos de nuestras casas, aunque si alguien decide tomar esa decisión bienvenida sea. Lo que hemos narrado ha sido para romper ciertos mitos y sustentar la vida en las calles como una forma más de afrontar esa dependencia al Trabajo. También queda lo que se hace en otras partes del mundo que es el okupar los inmuebles deshabitados, aunque con ciertos riesgos pero que podría ayudar en un proceso de aclimatación a una vida en las calles.

Recordemos que la mayoría del daño que vemos en las calles y nuestras casas, es consecuencia del Progreso y del Trabajo que son también armas de la dominación.

Todo cambio radical (sí, radical porque supone un cambio empezando desde la raíz del problema) viene con un gran esfuerzo y estrategia compleja, y por ahí vamos. Si nos atrevemos a criticar el trabajo y el progreso, es porque también nos podemos atrever a más que solo críticas, por tanto nos atrevemos a decir que un mundo sin trabajo y progreso sí es posible. Solo es cuestión de creer en nosotros mismas, en nuestras fuerzas y nuestra capacidad autónoma y autoorganizativa. Nos atrevemos por lo tanto a crear las condiciones hacia nuestra libertad y al mismo tiempo ir dejando paso a paso el trabajo y la idea del progreso.

Si crees en soluciones a corto plazo, entonces sigue con la misma fórmula de siempre con los mismos resultados de siempre que solo han perpetuado nuestra esclavitud haciéndola poco más digerible.

Para romper esta cadena de esclavitud que nos han creado desde hace miles de años (pues esto no ha empezado con el capitalismo ni con la revolcuión industrial, esto ha empezado desde el neolítico con el nacimiento de la agricultura aquella actividad que abrió paso a otras opresiones), no hay soluciones a corto plazo. Quien te haya vendido eso de una solución a corto plazo, es porque le ha sido fácil engañarte o engañarnos pues alguna vez también les hemos creído, no desea realmente que nos abramos paso hacia la libertad. Y no le daremos el gusto

Entonces lo real es que este camino será largo y nada sencillo. Pero si hemos soportado todo este tiempo bajo el yugo del trabajo y progreso y además de sus horarios y condiciones laborales, su imposición como única forma de sustento. Entonces creemos que quizás esa fortaleza que aún nos mantiene vivos, nos pueda ayudar para lo que se viene en el futuro empezando desde el ahora. Ya es tiempo de creer en nosotras mismos, en nuestra capacidad en nuestra autonomía, y no en las mentiras de algún grupo hambriento de Poder, Dinero y Control.

Perpetuar el trabajo y el progreso, es también pasarnos por encima la individualidad de cada especie animal que al igual que la nuestra también está luchando por la libertad. Creer que solo nuestra especie animal tenga esa capacidad, demuestra que estamos ignorando dichas resistencias (a lo que en algunos textos le llaman “agencia”), también las plantas resisten desde sus posibilidades claro está. Porque también plantas, elementos de la tierra y el mismo planeta son afectadas por esa perpetuación del trabajo y el progreso. El dominio del trabajo y el progreso se está reforzando mediante la robótica (incrementando su independencia de nuestras órdenes con la inteligencia artificial que le están implantando) y la bionanotecnología que nos está llevando a un escenario de total dominación incrustado hasta en nuestros ADN y cada rincón externo de nuestro organismo pero dentro de la naturaleza donde alguna vez podamos necesitar para huír de sus alcances y de luchar contra su dominación.

¿Te suenan las “smart cities”?

Ciudades limpias iluminadas con energía nuclear supervigiladas con chips y cámaras interconectadas hasta con tu laptop o celular sin tu permiso disque para combatir la delincuencia “ a los malos”? ¿Te suenan los microchips instalados en las llamadas “mascotas”? “para que no se pierdan” irradiándoles su organismo desde dentro de su piel,

¿Te suena los microchips instalados en animales de nuestra especie?

Lo hacen con ciudadanos para aceptar asistencia del Estado, tal es el caso del programa de salud “Obama care” en el que era una obligació implantarse ese microchip. El argumento era que era más fácil para el registro, así como para situaciones de emergencia que con solo pasarte un scaner podían ver todo tu historial médico al instante.

¿Te suenan los microchips instalados en ropa?

Por ahora colocadas solo en ropas caras con la función de transmitir tu posición aún tú ya hayas pagado por dicha ropa.

Dicen lo hacen por seguridad ciudadana, y esa siempre va a ser la justificación para tenernos supervigiladas.

¿Te suenan los celulares con inteligencia artificial?

Celulares que tienen su propia unidad de procesamiento neural. Este nuevo chip es el primero con la capacidad de asumir las necesidades de procesamiento en el propio dispositivo ¿Qué implica todo esto? Que las tareas son más rápidas y personalizadas, y con un menor consumo. Tiene además la capacidad de diferenciar lo que tienen al frente de su cámara : paisaje, rostro, comida, etc… Hace traducciones rápidas con solo apuntar el texto o una imagen con texto a la cámara.

¿Te suenan los carros autónomos?

Un auto en prueba hace poco atropelló a una señora que iba a cruzar la pista en Arizona. Científicos defendían ese accidente diciendo que eso ocurrió porque era de noche y la señora había cruzado intempestivamente, pero en ese caso si fuera un humana el que conducía hibiera quizás podido reaccionar o en todo caso sería ahora juzgado. Pero en el caso de un auto autónomo ¿reaccionará de manera rápida y a quién se le juzgará en estos casos?. No deseo con esto un perfeccionamiento de esa tecnología o invento, solo estoy soltando algunas interrogantes que también han sido lanzados por otro grupo de científicas que por motivos propios al que ellos llaman “bioética” y no por estar en contra de la dominación, también tienen sus críticas. Uno de los científicos que defiende este invento, puntualizó así: “con los autos manejados por humanos tenemos mucho más accidentes, querer detener este modelo aprueba es absurdo por un accidente, además tenemos la certeza que un auto autónomo jamás estará borracho”. Ese mensaje en resumen lo dice todo, no les importa los daños, solo desean alcanzar sus logros trazados que es la dominación en cada ámbito en que la ciencia esté presente.

¿Te suenan las nanopartículas que promocionan en detergentes?

Cuya función es ir directo a la mugre grasa o pintura.

Mediante la combinación de componentes tensioactivos modificados con polímeros (estructura de peine) innovadores patentados, el grupo CHT ha logrado desarrollar una nueva generación de detergentes. El FELOSAN FOX marca la pauta en innovación y aumenta la eficacia de limpieza y de lavado, como mínimo, en un 20 %.

¿Te suenan las pintura inteligentes?

Son creadas con nanotecnología, entre sus promesas alarmantes están que estas permiten hacer un proceso de fotocatálisis que permite imitar el proceso de fotosíntesis de las plantas para eliminar compuestos contaminantes para limpiar el aire del humo de autos e industrias. Descomponen los materiales y gases que generan el mal olor a nivel molecular, transformándolos en agua y dióxido de carbono. Elimina el 99% de las bacterias y virus incluido gripe aviar y SARS lo que le convierte en una potente solución para evitar la propagación de infecciones de tipo respiratorio. Su aplicación en hospitales, colegios, guarderías, transportes públicos, hoteles, comedores, industrias alimenticias, etc. es una gran ventaja para evitar el contagio de enfermedades. El uso de nano TIO2 como filtro o bloqueo de los rayos UV es de gran eficiencia en varias aplicaciones como paneles de anuncio que se deterioran con facilidad, alargando “su vida”. Son auto-limpiantes cuando llueve o se limpian fácilmente sólo con agua.

Las mismas aplicaciones son para cosméticos, antiarrugas, antiespinillas antiestrías,…

También los microorganismo sintéticos (genéticamente modificados) lanzados a los océanos para limpiar los derrames de petróleo y esa industria nunca se detenga. En el caso del derrame de petróleo en el Golfo de méxico en 2010, se usó estos microorganismo trayendo luego repercusiones en el océano con reportes de langostinos, cangrejos y peces que han mutado debido a estos microorganismos. Estas bacterias esparcidas para devorar el petróleo, han terminado siendo más tóxicas al reducir el nivel de oxígeno en el agua y mutando a sus habitantes más aún al haberse esparcido a través del aire alcanzando zonas en las orillas del golfo de mexico. Los trabajadoras de limpieza del desastre ese han sido rociados directamente con Corexit (conocido por dañar el sistema respiratorio y el sistema nervioso central, causar deformaciones a embriones o fetos y ser cancerígenos).

Y como no mencionar los “alimentos” transgénicos y las hamburguesas hechas de carne in vitro o también los “alimentos” “reforzados con vitaminas” que venden industrialmente.

Las vacunas antiguas y las nuevas con estas nuevas tecnologías. Al parecer no han aprendido la lección que nos ha dejado el mensaje que las bacterias y virus en principio podrán aparentar ser combatidas y luego se reforzarán y se hará más dificil “contrarrestarlas”. Por tanto decimos que las vacunas no sirven, sirve sí el reforzar nuestro sistema inmune con una alimentación que además de nutrir nuestro cuerpo tradicionalmente también nutra las bacterias que tenemos dentro, pues no todas las bacterias generan la muerte osea “no son todas malas”. Con un sistema inmune enriquecido de bacterias, lograremos ese equilibrio bacterial que necesitamos para afronatr otra bacterias y virus presentes en el planeta desde su formación y no desaparecerán nunca pues son parte de este equilibrio mundial.

Tenemos también las prótesis robóticas, que pasaron de ser una extensión encima de una extremidad o parte corporal “amputada” o no crecida, a ser una fusión con los nervios que llegan al cerebro para su total control, lo impresionante de esta prótesis es lo profundas que están implantadas las interfaces neuromusculares. El aparato es «osteointegrado», lo que significa que se adjunta directamente al esqueleto. No es necesario que el usuario lo utilice todo el tiempo ya que un implante de titanio está integrado con el hueso y el brazo se adjunta a este. La ventaja es que elimina una pieza utilizada convencionalmente en las prótesis, lo que suprime la incomodidad y permite mayor libertad en los movimientos. Otro tipo de prótesis es la que se instala en concordancia con el sistema musucular, como el caso de Angel Giufra. Su brazo robótico es el Bebionic v2, desarrollado por Steeper. Es una prótesis muy avanzada capaz de moverse según las necesidades de su dueño gracias a los movimientos del músculo de su brazo, pero la misma empresa ya está trabajando en una versión capaz de moverse gracias a un implante directamente en el músculo. Pero antes que esa evolcuión en prótesis, está las que son hechas de carbono o silicona. Caso resaltante de esta prótesis biónica es la del atleta Oscar Pistorius con 2 piernas biónicas desde niño, cuya familiaridad con su pierna le ha llevado a romper records en su deporte. Oscar asesinó a su pareja argumentando que la confundió con un asaltante dentro de su casa en la noche. Le hizo 4 disparos luego de golpearla con un bate de beisbol. Dicen que desarrolló cierto grado de paranoia que le llevó a tener una obsesión por posesión de armas, la cual también usó en un restaurante que dijo por casualidad. Y la muestra más contundente fué que en una entrevista en su casa, se tiró al suelo empezó a reptar con arma en mano porque dijo que había escuchado una bulla. Este comportamiento talvés se deba a ese deseo de superación que le han metido desde niño y en más por el consumo de anabolizantes para su deporte y medicación necesaria por el uso de sus piernas biónicas. Sin esas medicaciones el organismo no resistiria a ninguna prótesis.

Así como incrustan el uso de estas prótesis con fines “humanitarios” que más que nada son promovidas por un deseo de superación innecesario pues nadie es menos por tener miembros aputados o no crecidos.

También tenemos el uso de prótesis no vitales, o no “humanitarios”, solo con el fin de sentirse superiores.

Exponemos el caso de Neil Harbisson, el primer cyborg reconocido por un gobierno. El dice que él no lleva tecnología, dice que él es tecnología. El tiene implantado una antena en el cerebro que sobresale encima de su cabeza, el eyeborg consiste en un sensor y una antena que envía señales a un chip implantado en su cráneo; este chip convierte las frecuencias de luz en vibraciones para que sea capaz de escuchar los colores. Hasta que comenzó a utilizar este dispositivo Harbisson no sabía lo que era percibir el color: una extraña enfermedad congénita llamada acromatopsia limitaba su visión al blanco y negro.

Exponemos también el caso de Moon Ribas que porta un sensor en el brazo que la conecta con cada movimiento sísmico que se produce en el planeta. A través de vibraciones, percibe desde un movimiento de nivel 1 en la escala de Ritcher hasta el más grande de los terremotos del planeta.

Las grandes (por su dimensión y complejidad, no por su importancia pues consideramos que todas las luchas importan por igual) luchas del futuro ya no serán por mejoras laborales, sino por la defensa de las últimas zonas donde poder cultivar nuestros propios alimentos lejos de la artificialidad que imponen y que gana espacio con los transgénicos, y en contra del “mejoramiento” de nuestro organismo mediente estas nuevas tecnologías y sus exclusiones y ataques al valorarnos y pronto tratarnos como humanxs de segunda clase. Un transhumanista dijo una vez “quienes se opongan al mejoramiento de la raza humana, serán considerados los nuevos chimpancés de un mundo mejorado”. El transhumanismo es ela transición al Posthumanismo cuya premisa es la de la perpetuidad de la vida humana y todo ser que alcance la consciencia sea este animal, robot o de otro planeta. También desean llevar esa supuesta “ética” de reducir los estratos de sufrimiento de toda manera posible usando la bionanotecnología a todo el universo, sin importar las exclusiones ni los daños colaterales que esa ideología supuestamente admirable se ha trazado como meta o mejor dicho como excusa perfecta para controlarlo todo a nivel genoma. Y cuyo objetivo final es llegar a la Postbiología que significa el desprendimiento del cuerpo envoltorio del humano (carne, huesos, etc) a avatares holográficos con transferencia completa de conciencia. Todo depende de la capacidad que tengamos de transferir los datos cerebrales de una conciencia humana a soportes no biológicos sin que para ello la sensación y experiencia de ser humano desaparezca, para así alcanzar la vida eterna.

El progreso es aquella idea que mueve esta megamáquina que renovada con estas nuevas tecnologías no dudará en reemplazarnos por robots con inteligencia artificial, pues ya lo han hecho en parte con otras maquinarias (como el caso de la fábrica de autos FORD que implementó grandes máquinas para acelerar la producción) con cierto grado de inteligencia pero que también son considerados robots. Y talvés cuando seamos reemplazados por esas máquinas por ser consideradas nosotros imprescindibles lentos torpes etc…, recién empezaremos a cuestionar el Progreso y podría ser tarde pues ya con todo automatizado y controlado será difícil rebelarse tomando en cuenta que en el ahora ya es dificil eso, pero no imposible. Aunque daría igual si solo nos reemplazan en el trabajo, pero eso no quedará ahí, pues seremos para ese nuevo sistema un total estorbo a sus planes.

¡ Por un mundo de completa libertad, equilibrio y responsabilidad.

Por la sangre derramada bajo las órdenes de empresarios y del Estado,

hemos de abolir el trabajo, el Progreso, el Estado, la tecnología y toda forma de dominación !

[Texto] La biología sintética y las industrias extractivas

Nota de contratodanocividad: Aunque el texto contenga ciertas partes en las que defiende la democracia nos parece interesante difundirlo como forma de aumentar nuestro conocimiento sobre los avances y desarrollos del sistema tecno industrial para poder comprenderlo mejor.

La industria de la ingeniería genética extrema, la biología sintética, abandona rápidamente sus antiguas promesas de anunciar un futuro limpio, verde y post-petrolero. En su lugar, muchos ejecutivos de la industria de la biología sintética y de empresas de reciente
creación tratan de crear alianzas con los intereses de las industrias energéticas vinculadas a la fractura hidráulica (fracking) de petróleo y gas de esquisto, lo cual incrementará, de hecho, la economía extractiva basada en recursos fósiles, que es la principal causa del calentamiento climático planetario y otros problemas ecológicos y sociales.

Este informe incluye:

Detalles sobre la producción de microbios metanótrofos por una docena de empresas privadas y un programa del gobierno de Estados Unidos, para la transformación del metano en combustibles, compuestos químicos y alimentos, mediante técnicas de fermentación gaseosa.

Análisis de las agendas de las industrias energéticas para utilizar la biología sintética en la captura del gas “estancado”, que aumentarían las reservas del gas entre un 40 y un 60 % y subirían el valor del mercado del gas obtenido por fracturación hidráulica.

Análisis de las propuestas actuales para bombear microbios de diseño en los depósitos de carbón, gas y petróleo -técnica conocida como Recuperación Mejorada de Hidrocarburos vía Microbiana- y cómo ello puede aumentar las reservas existentes hasta en 150 %, multiplicando con ello los riesgos del cambio climático.

Información sobre las empresas privadas y la investigación pública que se enfocan en la liberación al ambiente de microbios sintéticamente modificados para extraer minerales metálicos y no metálicos.

enlace al texto: http://www.etcgroup.org/sites/www.etcgroup.org/files/files/extene_us_spa_v6.pdf

[texto] La naturaleza idealizada

Hay una tendencia idealista, romántica y superflua que se difunde cada
vez más sobre la supuesta existencia de una naturaleza prístina, virgen
y paradisíaca que nunca ha sido tocada por el ser humano y que debe ser
preservada sin que tenga contacto alguno con nuestra especie. Hay
muchos, pero muchos problemas y reflexiones muy poco profundas respecto
a esa postura de una naturaleza virgen y prístina.

Primero que nada, hay que darnos cuenta del contexto en el que vivimos
actualmente: en el Antropoceno, era donde EL SER HUMANO INDUSTRIAL ha
provocado los mayores cambios geológicos desde hace 300 siglos a la
fecha, <>. Es decir, el ser humano industrial, vía
contaminación del agua, tierra y aire, ha trastocado de forma negativa a
todos los biomas del planeta, es decir, ya no queda naturaleza prístina
–sin tocar– en todo el mundo, todos los ecosistemas han sido manoseados
por el cambio climático.

Ahora bien, otra cuestión derivada de esa idealización cristiana y
romantización miope de la naturaleza virgen, es creer que el ser humano
en general, nuestra especie en sí, es ecocida y destructora de la
naturaleza por antonomasia, lo cual es totalmente falso y erróneo.

El mundo con toda su bella biodiversidad está siendo destruida NO por el
ser humano EN SÍ, sino por una bien definida y situada forma de
manifestación enferma de humanidad, es decir, la destrucción de la vida
y los ecosistemas es a causa de un tipo de ser humano industrializado y
moderno que tiene algo así como 300 años de existencia, desde la
aparición histórica del capitalismo y la globalización
moderno/industrial.

De lo antes dicho se desprende otra conclusión: en la sociedad global
tecno industrial no todos los seres humanos industrializados participan
con igual importancia e impacto en la devastación de eso que occidente
llama naturaleza. Por ejemplo: un militar moderno no hace el mismo daño
a la biosfera que un albañil indígena que migro a la gran ciudad, ni
hace el mismo daño un biotecnólogo de Monsanto que un panadero de una
colonia de clase media.

Son los grandes corporativos industriales y militares -con sus
ejecutivos, políticos, científicos y generales- (sean capitalistas o no)
los que van asesinando ecosistemas y personas por todo el amplio planeta
…y NO el ser humano en sí, los responsables son aquellos humanos
enfermos por dominar la otredad, aquellos que renuevan, crean, ejecutan
y organizan proyectos carcelarios de sociedad.

La humanidad no es buena ni mala: ¡es vital! …y como tal fue el
resultado de la evolución misma, pero pasa que hace unos 5000 años creo
la civilización -eligió vivir en ciudades- y fue cuando todo empezó a
marchar de mal en peor, pero nada de lo que han hecho las civilizaciones
anteriores es comparable con la magnitud, velocidad e intensidad
destructiva que la civilización industrial ha realizado sobre el
planeta. La humanidad como tal -homo sapiens- tiene algo así como 2
millones de años, es decir, lleva aproximadamente 0.1% de su existencia
perturbando de manera negativa a los ecosistemas.

Ese 0.1% de existencia humana enferma, sólo puede ser atribuible a los
industrializadores del planeta, más no a las tribus, pueblos indígenas y
sociedades pastoras y campesinas que siguen llevando sus vidas
vernáculas conforme a las estaciones del año y los ciclos de bio
regulación del planeta. La humanidad -se reitera- no es enemiga de eso
que llamamos naturaleza, sino cierto proyecto -gestado por ciertos
humanos en una etapa específica de su desarrollo- es quien devasta el
planeta. Aquellas ideas fatalistas derivadas de la misantropía y el
idealismo sobre la naturaleza y el medio ambiente, son meros enunciados
superficiales que ignoran la historia “primitiva de la humanidad” y la
historia reciente de ésta. Ideas vagas, sin profundidad sobre los
procesos evolutivos, geopolíticos y económicos, deducen que la humanidad
misma es antagónica a los ecosistemas, <>

¿Cómo luchar contra el desarrollo industrial si no se conoce a
profundidad al enemigo? ¿Cómo vencer al proyecto ecocida y carcelario de
sociedad con posturas derrotistas y victimistas, posturas sin vitalidad
como lo es el nihilismo y el pesimismo? Posturas como estas reflejan la
resignación e irresponsabilidad por el mundo que les rodea, posturas
como la misantropía reproducen los valores del sistema que supuestamente
quieren destruir: odio, rencor, egoísmo y competencia, son valores que
curiosamente sostienen al proyecto de sociedad capitalista. La
misantropía le hace juego a los que dominan a la sociedad, torturan
animales y destruyen a los ecosistemas.

Ahora bien, aparte de haber un error fatal en dichas posturas
anteriormente mencionadas, hay que señalar ahora otro problema que
corresponde al concepto mismo de Naturaleza, es decir, la naturaleza
como palabra es un término/concepto de origen civilizado. Es un
término/concepto que ENCUBRE UNA SEPARACIÓN FALSA ENTRE EL SER HUMANO Y
EL RESTO DE LAS ESPECIES VIVIENTES. El concepto de naturaleza para
empezar no existe en muchas de las culturas humanas alrededor de todo el
mundo. Algo así como el 99.99% de las pueblos y tribus humanas que
occidente llama indígenas originalmente no usaban o usan ese término
para referirse por ejemplo a los ríos o bosques. Por eso es preferible
describir a los ecosistemas (con sus ríos, bosques, animales, hongos,
etc.) que conceptualizarlos con la simple y llana palabra de Naturaleza.

La naturaleza como concepto y como oposición a la cultura, es decir,
como una esfera de la vida separada del hombre, surge hace unos 3000
años con la cultura griega. Como vemos, el concepto de naturaleza es una
invención bien definida y situada históricamente, DE UN TIPO DE SER
HUMANO QUE SE ALIENÓ DE LOS ECOSISTEMAS PARA VIVIR EN CIUDADES, es
decir, para vivir en la civilización. <> Por ejemplo con la diversificación de plantas domesticadas.

Con lo antes dicho, podemos concluir al menos dos cosas: que la especie
humana en sí no es una destructora inmanente de eso que llamamos
naturaleza y que no todos los seres humanos (civilizados o no)
participan en la destrucción de la biosfera, y de quienes si participan
directamente -un porcentaje reducido y señalable a precisión- del
ecocidio, no todos lo hacen de la misma forma y magnitud. Es absurdo
culpar a toda la humanidad como enemiga de la naturaleza.

Otra conclusión derivada de ello es que el término de Naturaleza es un
concepto falso, y que propicia el biocidio contra nosotros mismos como
para el resto de la biosfera…y aún más esa idea de una naturaleza que no
ha sido tocada, que sigue siendo prístina es aún más nociva.

Esa idea de una naturaleza virgen es el resultado una visión idealista y
cristiana que surge -curiosamente- DEL DESPRECIO A LA VIDA MISMA, puesto
que la búsqueda de un paraíso -terrestre o metafísico- más allá del
plano del cual se parte, es el efecto de un cuerpo enfermo y resignado
que busca soluciones más allá de su realidad, es decir, creando mundos
idealizados y románticos hasta la médula, donde supuestamente están
todas las soluciones a sus problemas.

Ese supuesto amor de ciertos defensores de la naturaleza prístina
encubre nada menos y nada más que un auto desprecio tanto a sí mismos
como al mundo que les rodea: lo prístino, lo puro, lo absoluto, son
síntomas de un cuerpo consumido por la tristeza.

El paraíso ya sea silvestre o celestial es prácticamente idéntico a la
idea del paraíso socialista de los comunistas o del estado de pureza
racial de la humanidad de los nazis. El romanticismo idealista confunde
las causas con los efectos creando regímenes de verdadera confusión y
auto engaño que conducen a nada más que a seguir reproduciendo los
mismos errores con los cuales se justifica cometer mil y una
atrocidades.

Ahora bien, hay que tener en cuenta que en el contexto mesoamericano (de
México a Panamá) casi todos los ecosistemas han sido intervenidos -de
manera responsable y sabia- desde hace milenios por parte de los pueblos
autóctonos de América. La larga tradición de manejo diversificado de
plantas y paisajes en Mesoamérica comprueban que la agricultura no es el
origen del mal. Las evidencias bio arqueológicas como las actuales
investigaciones etnobotánicas en territorios indígenas dan cuenta de
ello. La agricultura reitero no es el origen del mal: LA PROPIEDAD
PRIVADA sobre la tierra sí.

Lo que hoy pudiera parecer una montaña o valle “virgen”, hace tal vez
100 o 50 años era todo un AGROECOSISTEMA, donde las personas manejaban y
cultivaban diversas especies vegetales, pero con el paso del tiempo, ese
vegetación de carácter humano fue diluida entre la vegetación silvestre
y ahora esa vegetación antropogénica sólo aparece en medio del paisaje
como algo que supuestamente sería prístino, cuando en realidad el ser
humano coadyuvo a la conformación de dicho paisaje “natural” de
apariencia virgen

Otro ejemplo de ello son los agroecosistemas forestales, como los
cafetales, que a simple vista pudieran parecer un ecosistema prístino,
sin la intervención directa del hombre, pero que en realidad son
creación mutua y simbiótica CON EL RESTO de la naturaleza y ejemplos de
ello hay muchos. Se recomienda leer críticamente el libro de La
importancia de la memoria biocultural: la importancia ecológica de las
sabidurías ancestrales, de los autores Víctor M. Toledo y Narciso B.
Bassols, para conocer más al respecto sobre la relación humana con la
biosfera y los agroecosistemas (Naturaleza antropogénica).

Ya sea desde la historia, la filosofía, la antropología, la ecología, O
LA EXPERIENCIA PROPIA CON SOCIEDADES NO INDUSTRIALIZADAS, la idea de la
naturaleza en sí es bastante dudosa …y la idea de una naturaleza virgen,
prístina, que jamás ha sido tocada por nuestra especie, resulta ya
totalmente ridícula, que aparte de reflejar una estreches de mente,
oculta ideas que justifican la dominación, explotación y destrucción de
eso que llamamos naturaleza, dando paso a ideas, CREENCIAS y acciones de
carácter eco TOTALIARIAS Y FUNDAMENTALISTAS que los eco burgueses no
dudan en adoptar como doctrina única… se creen los únicos y especiales
al “defender” un paraíso que no es más que el resultado INACABADO de su
deseo por dominar.

¡NO SOMOS DEFENSORES DE LA NATURALEZA! ¡SOMOS LA NATURALEZA
DEFENDIENDOSE!

Desde algún hermoso bosque

[PUBLICACIÓN] LIBRES Y SALVAJES Nº4

Sale a la calle el cuarto número de la publicación de pensamiento contra la máquina Libres y Salvajes. Este número viene encuadernado, con portada en cartulina y un grabado artesanal en la portada diseñado por J. Ginés (instagram: j_gines_). Agradecemos al colectivo Candao Crew su colaboración para financiar la revista y todas las demás personas que han participado traduciendo, escribiendo, cediéndonos sus textos, corrigiendo,etc… En este número podréis encontrar artículos sobre nanotecnología, defensa de la tierra, resistencias históricas a la máquina, nuevas tecnologías, permacultura, etc… El precio de la revista es de 4 euros, 3 euros para distribuidoras. Puedes hacer tu pedido en blogmoai@gmail.com. Adjuntamos a continuación un extracto de la editorial.

Este número de la revista sale con casi tres años de retraso. Los motivos son varios y nos parece importante nombrarlos. En primer lugar, nuestro tiempo y energía para dedicar al proyecto han disminuido, y gran parte de nuestro esfuerzo se ha dirigido a otro proyectoimportante, la creación de una pequeña editorial y distribuidora. Tras la traducción y edición de Ned Ludd y la Reina Mab, de Peter Linebaugh, nos sumergimos en un texto propio, 12 Historias Ludditas, además de la maquetación y edición de otros textos más breves y otros que vendrán. Esto mermó nuestro trabajo en la revista, aunque no fue lo único.Sí, hay objetivos claros que no varían ni en la publicación ni en nuestras vidas. El odio a quien destruye el planeta, la rabia por la pérdida cada vez más acentuada de autonomía individual y colectiva, por la pérdida de conocimientos milenarios imprescindibles para una vida autosuficiente. La necesidad de conocer momentos, culturas y transformaciones pasadas o presentes que nos ayuden a obtener una visión global del punto en el que nos encontramos y a afrontar los cambios que vendrán. El sabor amargo en la boca al ver cómo quienes se enfrentan a la dominación y pretenden emanciparse de todo estado y autoridad se acomodan y se justifican en el uso inconsciente de nuevas tecnologías esclavizantes.

Hemos visto cómo avances tan recientes como la iluminación artificial o el automóvil han dado paso al panóptico del futuro, la smart city, ciudades inteligentes para autómatas humanos. De la misma manera, el control y dominación de la tierra con los transgénicos ha dado paso a la nano-bio tecnología mientras científicos y tecnócratas capitalistas campan a sus anchas por el espacio exterior en busca de algún otro recurso que explotar. Queremos y necesitamos conocer cómo han sido y son exterminadas las culturas preindustriales y cómo nuestros predecesores, los ludditas, fueron borrados de la historia y así aprender de ello. Pretendemos ser críticos, que no dogmáticos, con las nuevas tecnologías. El whatsapp y los smartphones se han adueñado de las relaciones sociales, lo cual nos duele, pero nos duele mucho más cuando se apoderan de nuestras amigas y personas afines o cercanas. Algunos de estos temas se tratan en este cuarto número de Libres y Salvajes, mostrando una realidad que nos deprime, nos aboca a la derrota y a la desesperación.

Las posibilidades de romper las cadenas tecnológicas son menores conforme las redes del sistema de dominación se fortalecen y se entrelazan, cerrando sus resquicios. Sin embargo, aún queda algo de animal salvaje en el fondo de muchas personas, un instinto tan natural como inherente que lucha por liberarse en el interior de cada ser. Y un jabalí es más peligroso y más furo si está herido, y nosotros lo estamos. Aún quedan ejemplos de jabalíes que resisten a ser cazados por el mundo moderno y civilizado, aún hay hueco para la autonomía y la desdomesticación, aún podemos ser cimarrones y liberarnos de la correa y el collar que nos han puesto a la fuerza pero que a veces lucimos con orgullo. La resistencia indígena, las luchas en defensa de la tierra, la defensa de los bosques, la recuperación de semillas milenarias, los proyectos de okupación rural, la crítica antitecnológica y anarquista, la recuperación de saberes… Todosestos proyectos e ideas nos motivan, nos hacen volver a la carga y con más fuerza en este envite desordenado y desesperado.