El desarrollo tecnológico y el dominio. Algunos elementos para reflexionar (texto expuesto y debatido en el «Ii encuentro anarquista contra el sistema tecno industria y su mundo»

     El desarrollo tecnológico y el dominio. Algunos elementos para reflexionar

El desarrollo de la tecnología en sus aparatos, proyectos y realizaciones concretas representa el eje en que se basa el sistema. Gracias a este desarrollo el sistema se reestructura y refuerza, penetrando cada vez más en los cuerpos vivos y adquiriendo nuevas posibilidades de gestión y control de los que se definen “recursos naturales”, o sea de todo lo que existe y que es considerado de algún provecho para fines humanos, y por eso potencialmente explotable.

Las biotecnologías representan el ápice del control de los procesos biológicos desde el nacimiento hasta la muerte y de la manipulación de los organismos vivos. A través de las técnicas de ingeniería genética los seres vivos se hacen objetos de experimentación para la investigación científica y nuevas mercancías para satisfacer los intereses de las multinacionales químico-farmacéuticas y del agribusiness.

Las nanotecnologías, actuando a escala nanométrica (una mil millonésima parte de metro) operan en el reino de los átomos y moléculas. El desarrollo de estas tecnologías ha permitido acceder a los “ladrillos de la materia”. De esta manera se puso la base para obtener una uniformidad material a escala nanométrica, a través de la cual es posible unir un organismo vivo con materia artificial.

Si por un lado biotecnologías y nanotecnologías, con su existencia y utilización, crean nocividades, por otro lado el dominio nos las propone come soluciones a las mismas nocividades que producen, garantizándose la apertura de una nueva rebanada de mercado. No es mas que el esfuerzo del sistema tecnocientífico para perpetuar su existencia respondiendo a las necesidades inducidas y buscando mostrar su intervención como necesaria y indispensable. La existencia del sistema no puede prescindir de la destrucción, la explotación y la opresión de los seres vivos y la tierra. La única solución es atacar el poder para verlo destruido. El desarrollo de las nuevas tecnologías convergentes es el frente que no podemos no tomar en consideración desde una crítica radical y en el marco de una lucha que mira a atacar en su raíz la destrucción ecológica, que no tiene antecedentes en el planeta, y la degradación del ser humano, conscientes que el mundo presente y lo del mañana están ahora en juego, en la convergencia de los aparatos científicos del dominio.

Ningún pacto y ninguna mediación son posibles porque, tomando el papel de interlocutores  y reconociendo como tales las demás partes en juego, no se hace mas que el juego del poder, que necesita protestadores que encanalar hacia un disenso pacificado. Un disenso que busca más la espectacularización de la oposición que la creación de momentos de verdadero conflicto con el sistema.

Delante de una oposición “en los límites de lo aceptable”, el sistema se involucra, buscando nuevos caminos para obtener aprobación y aceptación social, cediendo en algunos puntos para darse una forma diferente, y adaptándose a las condiciones para poder obrar tranquilamente y obtener la aprobación y el apoyo de los que antes lo fastidiaban. Pensamos por ejemplo a la cuestión del glifosato (uno de los herbicidas con mas difusión en ámbito agrícola, normalmente asociado a cultivos genéticamente modificados capaces de resistir a altas dosis de herbicida). Delante de las contestaciones el problema llegó al parlamento y, por la felicidad de muchas siglas del ambientalismo italiano, fue prohibido. Mirando más atentamente, pero, podemos enterarnos que a ser declarados ilegales fueron solo los productos que contienen el coformulante Ammina di sego polietossilata, o sea la minoría de los productos. El glifosato no es ilegal, y los que no avenenan ayer siguen haciéndolo hoy. Pero esta maniobra ha sido bastante para anular el disenso por parte de las siglas ambientalistas, contrarias al uso del glifosato hasta aquel entonces.

No es más que un juego de papeles en un teatro en que por un lado los manifestantes denuncian una nocividad mientras que por otro lado el sistema, hasta donde sea posible, busca satisfacer algunas peticiones para evitar que el disenso pueda superar el umbral aceptado y totalmente inmutado. Es necesario actuar ya en contra el existente y contra el sistema, sin dejarnos frenar por la lógica de la cantidad, que dirige hacia el camino resbaladizo de la política, de la mediación, de la concepción que para ser eficaces se necesiten grandes números.

Es necesario tener un horizonte alargado, en todo lo que hacemos y en las luchas que llevamos adelante, intentando individuar el enemigo y a eso oponerse. Cuando nos oponemos a la guerra, a las nocividades, a una cárcel, a la represión, a la explotación, a la autoridad, a la moral, deberíamos siempre recordarnos todos estos aspectos y intentar tener una visión global. La lucha radical contra una nocividad especifica es una oposición que no se limita solo a esa, sino es una lucha más amplia: la en contra del dominio que cotidianamente explota, controla y reprime. La oposición a una nocividad tiene que ser una chispa, un principio, un fuego que se propaga y pone en discusión mucho más.

         La estrategia del sistema, la aceptación social

La justificación y la aprobación social son los medios a través de los cuales el poder esconde sus proyectos: introducir nuevas tecnologías en la sociedad. Los desarrollos de las nano y biotecnologías en medicina corren hacia esta dirección. Propuestos como desarrollos milagrosos, llegan a ser parte de la normalidad y, poco a poco, a pasos pequeños, son aceptados por la sociedad y con el tiempo se vuelven necesarios. Pensamos a los diagnósticos genéticos preimplantacionales (DGP) en el campo de la reproducción artificial humana; propuestos como herramienta útil para identificar con antelación enfermedades genéticas y otras patologías en los embriones, llevan consigo un potencial eugenético. O sea, hemos pasado de una utilización inicial exclusivamente médica a otros usos que trascienden ese ámbito y que llegan a responder a necesidades inducidas y a sueños que esta sociedad induce y desarrolla: el sueño de la niña perfecta, a medida.

En algunos países donde la ley lo permite, a través del DGP es posible, además de evitar la presencia de una enfermedad genéticamente transmisible, elegir en el embrión características como el sexo, el color de los ojos o del pelo. Es imposible imaginar un uso bueno de la tecnología. Una vez descubierta una nueva aplicación de una tecnología se pasará ya a su realización.

Ha llegado el momento de actuar; estas tecnologías tienen efectos irreversibles, que modificarán los seres vivientes y la existencia como la conocemos ahora, haciendo siempre más penetrante y total la acción del poder sobre los cuerpos. En la procreación asistida y en el vientre de alquiler, la llamada gestación por sustitución, la reproducción se aleja de la sexualidad y de los cuerpos, es sometida al control del poder económico de los comitentes, del poder médico y tecnológico, con la siguiente perdida por parte de la mujer del poder sobre sí misma y sobre las capacidades de autodeterminar la propia relación con la hija. Como asamblea Ortigas hemos elegido estar en las plazas en el día de la jornada internacional contra la violencia a las mujeres con una concentración en contra de la procreación asistida. De hecho pensamos que la reproducción artificial sea una violencia invisible que sabotea la autodeterminación y la libertad de las mujeres.

La modificación del viviente: los organismos modificados genéticamente

La tecnología genética representa un nuevo salto de calidad en el desarrollo del control sobre la agricultura, mientras todas la posibilidades de un abastecimiento autónomo se hacne siempre más difíciles si no imposibles, y las semillas patentadas contribuyen a la destrucción de la biodiversidad.

Como muchos rey Midas o pequeños Faust, científicos de bata blanca y todos los que se entregan a la ingeniería genética quieren trasformar la realidad a su gusto hasta el genoma más intimo, recostándose felizmente dentro de una visión antropocéntrica del mundo que piensa que lo vivo sea imperfecto, un recurso que manipular y mejorar necesariamente. Las únicas cosa que tienen que quedarse intactas y que tienen que ser perpetuadas a cualquier precio son el sistema tecnocientífico, el capitalismo y su crecimiento ilimitado y totalizador.

La modificación genética del viviente es hija de este sistema y encuentra su sitio y su utilización solo dentro de una lógica de crecimiento e innovación constante, sin consideración para las consecuencias sociales y ecológicas. El mundo, pues, se vuelve un enorme campo experimental. Un laboratorio extendido, donde todo es cuerpo que descomponer, manipular, explotar.

Al hablar de organismos modificados genéticamente lo primero que ocurre es el discurso concerniente los problemas que estos puede llevar a la salud humana y de los seres vivos. Este aspecto es seguramente importante y es un problema real pero, si nuestra consideración fuese solo para el riesgo hacia la salud humana, sin tener una mirada más amplia que considere todo el sistema que produce los organismos modificados, esto podría ser un discurso fácil de explotar. El sistema con sus medios podría empeñarse a hacer cada vez más seguros los organismos modificados, reduciendo el riesgo para la salud humana y de los demás seres.  Si el problema de los efectos nocivos sobre la salud fuese reducido o bien eliminado, sería una victoria solo para los que piensan que sea posible mejorar este mundo. No se trata solo de un problema concerniente la salud, sino también concerniente la explotación y la manipulación de lo vivo. Si faltase este aspecto la crítica se volvería útil para el poder, porque criticando una nocividad o un preciso desarrollo tecnológico, se favorecen otros o se anima su mejoramiento, permitiendo que el sistema se maquille de verde, sin que este sea puesto en discusión como nocividad a la base de todas las demás y origen de la opresión y de la explotación de los seres vivos y de la tierra.

Si queremos echarle un vistazo a la trayectoria de las luchas en contra de los organismos modificados en Italia, podemos partir desde la segunda mitad de los años noventa. Inicialmente llevada por algunas grandes asociaciones ambientalistas, la crítica a los organismos modificados era abordad con métodos de protesta que no eran más que una falsa solución basada en el consumo crítico, y no iba más allá de la utilización de los organismos modificados en ámbito agroalimenticio, basándose principalmente en la critica a los riesgos para la salud del ser humano. No se ponían en discusión ni la centralidad del desarrollo tecnológico ni el modelo de desarrollo capitalista.

En esos años, en el resto del mundo, se analizaba el contenido social del problema de los organismos modificados, y no solo las preocupaciones para la salud relacionadas con alergias y resistencias a los pesticidas. Los agricultores indianos fueron los primeros a practicar la destrucción completa de complejos industrial de Monsanto, y las movilizaciones numerosas de sus sindicatos, con millones de participantes, fueron las primeras a destruir latifundios cultivados con plantas modificadas genéticamente.

En el mientras en Europa y en los EEUU la resistencia se hacia más concreta, con la destrucción tanto de cultivos experimentales de organismos modificados como de cultivos con fines comerciales. En el 1998 en Italia dos acciones reivindicadas por el FLA (Frente de Liberación Animal) atrajeron la atención nacional sobre el tema de los organismos modificados genéticamente, mientras pocos años después empezaron también prácticas de sabotaje a los cultivos experimentales. A lo largo de los años han sido muchas las manifestaciones de este tipo como las acciones directas contra el sistema tecnocientífico, pero en el caso de Italia se puede observar como las movilizaciones amplias se han ido reduciendo y hoy en día hay solo pocos movimientos de protesta. A la fin de la década de los años 2000 las multinacionales, las empresas y las instituciones han empezado otra vez una vasta experimentación con los transgénicos. No obstante la ausencia de movilizaciones más incisivas, no se han detenido los ataques contra sedes y depósitos de empresas y instituciones que se dedican a la investigación y la experimentación biotecnológica.

El pasado octubre en Bergamo hubo el G7 Agricultura. Un teatro de la aprobación en que los potentes del mundo han agitado los colores verdes de la sostenibilidad, de la agricultura biológica, de las producciones pequeñas y locales, a km 0, usando el pretexto de querer escuchar a los agricultores para afrontar juntos cuestiones importantes. Han sido días en que se ha hablado de nuevas tecnologías de modificación y ingeniería genética; un cuento lleno de retórica y propaganda, que hace manifiesta la esperanza de “encontrar soluciones” definitivas a la hambre mundial y a la sobrepoblación, creando en laboratorio, gracias a la biología sintética, comidas y plantas del futuro.

En ocasión del G7, como asamblea Las Ortigas hemos organizados algunas iniciativas de protesta, concentraciones, repartición de material informativo, una jornada de intercambio de semillas y un paseo en bici hacia la sede de la multinacional Israeliana Adama Italia, que produce y comercializa venenos, y hacia el CREA, o sea el instituto de experimentación genética para la cerealicultura.

Todas estas actividades han sido realizadas con la voluntad de proponer una reflexión sobre la ingeniería genética, la relación entre esta y la agricultura y, más en general, sobre las nuevas tecnologías de manipulación y control.

El G7 Agricultura ha sido una ocasión que ha visto expresarse muchas posiciones contrarias a la cumbre, pero que sustancialmente, no tomando posiciones radicales, no han hecho otra cosa que conciliarse con la idea de un mundo en que el G7 Agricultura encaja perfectamente. De hecho presentarse como alternativas presupone prácticas de convivencia, cogestión y complicidad con el poder a que en teoría se está haciendo oposición. Convivencia porque con alternativa, por definición, se presupone una contraparte dominante que no se puede suprimir sin correr el riesgo de perder espacios garantizados. Cogestión porque los desastres que el poder está creando no son puestos en discusión como tales, sino son planteados por áreas y grupos de trabajo, que se proponen como contrapartes más “éticas” a la mesa redonda de las soluciones tecnocientíficas. De hecho es una cogestión y como tal no perturba lo que da origen al desastre, sino lo tecno-humaniza aún más, aunque sea a velocidad slow o con el sello Bio.

La crítica al G7 como evento mediático, fruto y fautor del mundo que queremos contrastar, es parte de una trayectoria de lucha. Empresas como Adama o el centro de experimentación genética para la cerealicoltura, después de todas esas contra cumbres y mesas redondas, siguen tranquilamente en el mismo camino de antes. Eventos como el G7 no pueden ser ni un punto de inicio ni un punto donde llegar para una lucha que quiere ser radical y que pensamos sea necesaria. Tenemos que rechazar el sistema de dominio con sus lógicas de delega y de cogestión democrática de las nocividades. El nuevo tecnototalitarismo no es lo de la imposición sin más, sino sobre todo es lo caracterizado por la participación, por la coexistencia: somos llamadas a colaborar voluntariamente a nuestra explotación y envenenamiento.

Hoy en día la agricultura es estrictamente subordinada a quien controla las patentes y, como ya pasa en muchas zonas del mundo, las antiguas sabidurías son suplantadas por el nuevo verbo científico. La posibilidad de elección no es más que una quimera: la única elección está entre las páginas de los catálogos. No es desde sus mesas que podemos esperar en un cambio de dirección, sino oponiéndonos radicalmente a este mundo, a sus lógicas de provecho y dominio a expensas de seres vivientes y de la tierra.

En contra del transumanismo, y la era postumana que viene

El pasado septiembre hubo la primera edición italiana del Singularity Italy Summit. La universidad de la singularidad, basándose en la teoría de la singularidad de Ray Kurzweil, se propone como objetivo lo de preparar los líderes a aplicar las tecnologías exponenciales para responder de forma adecuada a los cambios antropológicos, sociales y ecológicos que requiere el mundo tecnologizado.

Dos días dedicados al encuentro entre estudiosos, emprendedores, científicos, influencer provenientes de todas las partes del País.

En este mitin se habló de cómo afrontar “los grandes desafíos de la humanidad”. Tomando como pretexto el miedo a la muerte, el deseo de inmortalidad y superación de los límites, se planea un futuro luminoso donde la tecnología se hace herramienta de liberación y superación de todos los limites. Pero no puede existir libertad en un mundo en que, para que podamos vivir en el futuro fabuloso que nos prometen, nos piden en cambio la aceptación completa de un mundo tecnologizado, artificial, ingenierizado y nanotecnológico.

La elección de estar ahí con una concentración fuera de la sala donde hubo el mitin es fruto de la necesidad de reafirmar que las tecnologías, en cuanto herramientas del poder, no pueden si no mantener y hacer crecer ese mismo poder, con una omnipresencia y una manipulación de los cuerpos siempre mayor. La singularidad no es solo la creación de máquinas superinteligentes: ante todo es el nacimiento de un nuevo régimen autoritario, donde algunos humanos dominan sobre otros seres y sobre el mundo a su alrededor a través de las nuevas tecnologías. Un régimen donde el ser humano, ya seguro de poder manipular lo que está a su alrededor, puede ilusionarse de ser libre, corriendo detrás de su sueño de perfección, potenciándose y borrando todas las fronteras y limites físicos para dar vida al Cyborg. En este mundo los cuerpos, los elementos naturales, ya no son un fundamento indisponible sino se vuelven utilizables, manipulables, mejorables. La Singularidad que nos propinan estos tecnocientíficos no corresponde a la unicidad y a la singularidad del individuo, sino a la uniformidad y a la homologación fruto del desarrollo tecnológico

LA REPRODUCCIÓN ARTIFICIAL DEL SER HUMANO (texto expuesto y debatido en el «II encuentro anarquista contra el sistema tecnoindustrial y su mundo»

LA REPRODUCCIÓN ARTIFICIAL DEL SER HUMANO

Estas reflexiones intentan comprender la complejidad en que se sitúan el vientre de alquiler, llamado también gestación por sustitución, y la procreación asistida dentro del paradigma e del funcionamiento del sistema tecno-científico.

Las tecnologías de reproducción escinden el proceso de la concepción y del embarazo, aíslan las funciones haciéndolas separables. La fecundación in vitro permite la realización afuera del cuerpo de una parte de ese proceso continuo que ha sido fragmentado. La dimensión de exclusividad femenina llega al máximo grado de sumisión, expropiación y resignificación.

Las mujeres son también la materia prima para la industria de las células madres, porque esta necesita una enorme cantidad de embriones, tejidos fetales, sangre de los cordones umbilicales, fetos y ovocitos. Los óvulos para la investigación con células madres vienen de la estimulación ovárica de la procreación asistida, y los embriones de los producidos en exceso, no implantados en mujeres y luego crioconservados.

Las investigaciones sobre células madres se basan en la capacidad generativa de las mujeres, de que traen no solo provechos, sino también materiales. El ex-traer materiales humano en la escisión del proceso generativo lleva consigo consecuencias que llegan más allá del puro provecho económico.

Los laboratorios de investigación hablan de gestión del material biológico en exceso. Pero no se trata de esto, no es simple material en exceso. Se produce expresamente para satisfacer las exigencias de las investigaciones y sobre todo en esta expropiación está en juego el sentido de ser humano. Un proceso de producción encarnada. Es precisamente en los cuerpos que se inscriben los dispositivos de poder: cuerpos materiales y cuerpos sexuados. No es casual por parte del sistema la re significación y la cancelación de la dimensión de la procreación y la cancelación del sujeto mujer.

El capitalismo en su avance ha extendido los territorios que acaparar y explotar, haciendo mercancía de cada ser vivo y mercantilizando los mismos elementos vitales, que se vuelven meros “recursos” adquiriendo un valor económico por lo que producen de explotable. El valor por sí ha sido destruido. Es así que un rio no tiene valor en cuanto parte integrante de un ecosistema y un bosque no se percibe ya como una densa red de interrelaciones vitales, sino rio y bosque son considerados y hechos recursos que depredar. Es así que las semillas terminator de Monsanto son modificados genéticamente para ser estériles. Es así que nos hacemos bombardear por hormonas para producir un exceso de óvulos para luego venderlos. De la manipulación de las semillas vegetales llegamos a la manipulación de los seres humanos.

En la era tecnológica, el nuevo camino de expansión consiste en el destruir los benes comunes o naturales con el fin de privar de esos las poblaciones. Luego, no queda más que sintetizarlos- a través de la tecnología- y venderlos en forma de subrogados. Destruyendo los ecosistemas y las condiciones de vida, el sistema tecnoindustrial sumite a los seres humanos a un envenenamiento continuo, que compromete su capacidad de reproducirse: sus devastaciones abren asì nuevos mercados[1].

Las tecnociéncias cruzan los cuerpos, pero no es un cruzar metafórico y sin dolor, no es una representación abstracta, sino una cuestión concreta y política.

Los desarrollos de los procesos tecnológicos que manipulan lo vivo nos ponen en un plan diferente, más profundo: ya no se trata solo de mercantilización, de explotación, de gestión y control. Aunque todos estos planos no desaparezcan, nos encontramos también delante a una omnipresencia tecnológica total, que penetra en las dimensiones vitales, que mientras modifica lo vivo y la materia- como pasa en las modificaciones genéticas y nanotecnológicas- transforma y crea también una nueva realidad, una nueva percepción de nosotras mismas, de nuestro ser y estar en el mundo y del mundo a nuestro alrededor. Específicamente, la reproducción artificial es la resignificación y la consiguiente metamorfosis de la maternidad, de la procreación y un paso hacia la metamorfosis del ser humano y de todo lo vivo. Un paso hacia ese proceso de homologación y domesticación, en ese proceso que esta artificializando el mundo: si lo vivo se vuelve otra cosa, sea después de procesos de ingenierizacion, sea en la percepción que tenemos de él, lo vivo será totalmente incorporado por el sistema y modificable según las exigencias del mismo sistema.

En el nombre de la libertad se esconden abominaciones, en el nombre de la libertad de disponer del propio cuerpo y en el nombre de la autodeterminación hacemos nuestras las lógicas de este sistema tecnoindustrial. La mercantilización de la capacidad reproductiva de la mujer, la compra-venta de una niña, el hacernos emprendedoras de nosotras mismas, se colocan perfectamente dentro de las lógicas neoliberales de este sistema en que todo es mercancía, todo se puede cuantificar y someter al criterio de lo útil, todo está en venta, todo es un engranaje en una mega máquina que tritura los cuerpos y el mundo entero.

Esta izquierda cyber-liberal altera la lucha por la libertad individual con la apología de la libertad mercantil. Confunde igualdad política con el hacer biológicamente uniformes los individuos. Sueña con un eugenismo liberal, la abolición del cuerpo y el útero artificial. Imagina una posthumanidad a través de la re-creación tecnológica de la especie humana. Bajo la máscara de la trasgresión y de la rebelión: la adhesión entusiasta al tecnocapitalismo[2].

La sociedad patriarcal ha siempre explotado la capacidad de reproducción de las mujeres. Es en los que no tienen el poder de llevar en su regazo una hija, pero que desean tener una para sí, que anida esta explotación del cuerpo femenino.

No nos dejemos desviar por la retórica del altruismo. No puede existir una «gestación por sustitución ética»: si se legalizará y se generalizará se volverá inevitablemente comercial, es bastante pensar en los reembolsos de gastos para la madre que ha alquilado el útero. Así como tenemos consumidores éticos y el mercado ético, tendremos también al préstamo ético del útero, donde la mujer gestante ya no será solo una mujer ucrania pobre y explotada, sino a lo mejor una mujer occidental «tratada bien»; así se callan las conciencias, pero en la sustancia no cambia nada.

También para la «gestación por sustitución gratuita» hará un contrato y una reglamentación, y aunque haya una cláusula que permita a la mujer gestante elegir si tener la niña o interrumpir el embarazo, como podemos ser tan ingenuas y pensar que detrás de la que llaman elección en realidad no se esconda una situación de necesidad? Como podemos no pensar que de dichos contratos y reglamentaciones no se llegue a una degeneración y a una situación coercitiva?

En los pleitos que llegan a los tribunales donde la mujer que ha alquilado el útero no quiere entregar su hija a la pareja comitente, para el supremo interés de la persona menor de edad siempre se da la razón a la pareja de comitentes, o sea a quien tiene el poder económico, y no a la mujer madre de esa hija.

Una mujer, en una situación extrema de pobreza, situación que se usa demasiado para justificar lo injustificable, además de poder plantar patatas toda la vida, casarse con un viejo rico occidental y alquilar el útero tiene también otro camino: lo del orgullo y la dignidad de si misma y de la no aceptación.

Se podrían objetar que afirmaciones como estas lleguen de mujeres que se encuentran en una posición «privilegiada». Es verdad, pero en lo profundo de la cuestión está el considerar o no como aceptables determinada prácticas. Simplemente, sin demasiadas palabras, si estamos en contra de la mercantilización y la explotación de todos los seres vivos, no tiene sentido llegar a justificar algunas expresiones y manifestaciones de dicha explotación y hasta a quererlas reglamentar. Simplemente no tienen que existir.

 

Las nocividades no se pueden reglamentar porque eso equivaldría a difundirle y hacerlas universales; reglamentar significa que ya hubo el desastre; el desastre ya se encuentra en la emisión, el desarrollo y la difusión de algunas prácticas. Como nos enseñan los desarrollos de las tecnociéncias, los efectos colaterales suceden normalmente y se vuelven la normalidad con que convivir, así como es normalidad regatear los límites de la contaminación.

Ninguna reglamentación es aceptable porque la misma práctica es inaceptable. Hay que situar la línea del discurso antes de debatir sobre una posible reglamentación, asì como no es posible reglamentar el nuclear, los organismos modificados genéticamente, la vivisección, porque, aguas arriba, pensamos que todo eso sea inaceptable. Existe una dimensión indisponible: los cuerpos son indisponibles, lo vivo es indisponible, la dimensión de la procreación es indisponible.

Como estas tecnologías controlan procesos vitales enteros, por su misma constitución, no es posible su cogestión, ni desde abajo ni desde arriba. Permitir que estos procesos acadan, bajo cualquier forma, equivale a hacer posible el siempre mas total despojo de nuestros cuerpos, privados de cualquier gestión por nuestra parte que no pase por la máquina medicalizante.

 

Existen clínicas con enormes bancos de óvulos de vendedoras seleccionadas por sus características.

España es uno de los países con una postura liberal que prevén explícitamente una retribución para la venta de los óvulos. Clínicas de otros países venden los óvulos a través de clínicas españolas y organizan paquetes de viajes donde la parte del proceso que no es legal en su propio país la hacen en España en una de las trescientos clínicas situadas acerca de la costa y de sitios turísticos y aeropuertos.

Es bastante escuchar las entrevistas a algunas mujeres que alquilan el útero en la Biotexcom a Kiev para enterarnos que para estas mujeres es mejor si los óvulos previenen de otras mujeres, con el fin de intentar alejarse psicológicamente de la niña que nacerá, para intentar no sentirla como propia: «nosotras tenemos que prepararnos psicológicamente a no sentir amor materno, […] sé que cuando los veré no me parecerán, tendrán los rasgos de dos personas no conocidas y por eso no podré echarlos de menos», explica una mujer embarazada de dos hijos que vienen de los óvulos de otra mujer.

Si los óvulos provienen de otra mujer, se efectúa la fecundación in vitro, que presupone el diagnóstico genético preimplantacional (DGP). Antes de implantar los embriones en el útero de la futura madre que ha recurrido a la procreación asistida o a la madre que ha alquilado el útero, se hacen pruebas genéticas a una decena de embriones, para determinar los posibles rasgos y las predisposiciones a desarrollar unas cuantas patologías, col fin de seleccionar «los mejores». En la elección de estas características permanece silenciada una cuestión: ¿por cuánto tiempo se admitirán «desechos»? ¿Quien define las características «mejores», performantes? Lo que se considerará anormal, desviante, no productivo, no funcional a este sistema simplemente será eliminado en su origen. La eugenética es imprescindible de las tecnologías de reproducción artificial.

Come pensamos que podemos permanecer sujetos activos en grado de gestionar o controlar el proceso total? La libertad de elegir la propia hija será solo la de elegirla en un catálogo. Una libertad de consumidora, reducida a la elección entre modelos preseleccionados.

 

La fecundación in vitro y el DGP tiene todas las características para difundirse. El desarrollo de la genómica, para el análisis del ADN y una interpretación de sus variaciones cada vez más precisa, es hoy en día crucial en todos los ámbitos de la medicina. Una medicina que se hace cada vez mas genómica, personalizada y preventiva. No hacen falta inversiones específicas, es el sector de la genómica entero que se está desarrollando en esta dirección. También para la  fecundación in vitro y el DGP, como para todas la demás tecnologías, al fin de promover y crear su aceptación, se hace presión sobre los problemas de salud, específicamente los concernientes la fertilidad o las patologías genéticas de la niña que nacerá. Pero el análisis de los datos sobre quien hace efectivamente recurso a la procreación asistida demuestra que cada vez más parejas fértiles y sin problemas de patologías genéticas eligen la fecundación in vitro con el solo fin de recurrir al diagnóstico genético pre-implantacional junto con la posibilidad, por ejemplo, de seleccionar algunas características físicas como el sexo o el color de los ojos.

Esto es los que está pasando en los EEUU, pero es una tendencia significativa de la dirección que está tomando esta práctica.

Se creerá y alimentará el deseo de dar a la hija que nacerá una heredad genética mejor de la que podrían fornir los mismos gametos.

Con la nueva tecnología de ingeniería genética  CRISPR/CAS 9 es posible practicar la corrección del genoma- el editing del genoma- de una manera más económica, rápida y precisa. Esta tecnología se está desarrollando para la modificación de vegetales, de animales de cría y de laboratorio, para las terapias génicas, con una atención particular hacia su uso potencial para crear modificaciones en la linea germinal humana. Los experimentos se efectúan con embriones descartados de las clínicas de fecundación asistida.

Todo lo que hace falta para la selección humana existe ya o está en fase de perfeccionamiento ulterior o en fase de investigación: la extracción de los óvulos, poder fecundarlos y trasplantarlos, la crioconservación de los embriones, los softwares para analizar y comparar los resultado de la secuencia genética y las investigaciones con células madres para transformarlas en gametos. Actualmente todavía no se efectúan manipulaciones genéticas durante la fase del diagnostico pre-implantacional, pero la idea de la fabricación de la «niña perfecta» subtiende el mito del hombre perfecto, del hombre potenciado del transumanismo.

Por el cuerpo de las mujeres pasará una experimentación biotecnológica con consecuencias para las generaciones futuras. Las manipulaciones genéticas, así como las modificaciones de la linea germinal, llevan consigo consecuencias irreversibles. A lo mejor se piensa que no llegaremos nunca tan lejos, que las manipulaciones genéticas no irán más allá de las monoculturas agrícolas. Pero si será posible hacerlo técnicamente, se hará y no existe una nube ética que pueda impedirlo. Y aunque no será posible hacerlo técnicamente, en el mientras tendremos interiorizada una idea precisa de lo vivo, algo imperfecto que modificar y mejorar. Tendremos interiorizada  la apología de la tecnología y del poder «sin límites» de la ciencia, concebida como medio para satisfacer nuestros deseos, específicamente lo de maternidad y paternidad, pero también los deseos de omnipotencia y, de forma no muy escondida, de inmortalidad. Que redescubramos el sentido del límite: el límite no es un tabú. Es más una evidencia, una necesidad, a veces, una oportunidad. Y entonces aparece una idea de libertad no como ausencia de límites, sino como acción, elección, conciencia y responsabilidad.

No será un dictador visionario a imponer el eugenismo, sino progresistas demócratas, que están ya abriendo el camino hacia una eugenética liberal. Una vez que la procreación asistida se extenderá a todas y todos, entraremos en un circuito en que, en nombre de la libertad de elección, se creerá un contexto en que no se podrá hacer de otra forma. La procreación asistida no tiene nada que ver con las practicas auto-organizadas de mujeres lesbianas deseosas de tener una hija que eligen recurrir al esperma de un solidario, sino se sitúa y se actúa dentro de un sistema médico y técnico.

Cuanto más son profundas e irreversibles las consecuencias de estas tecnologías, tanto más nuestra lucha debería ser radical y debería llegar en profundidad, conscientes que en el nuevo mundo que están construyendo, o de-construyendo, tendremos siempre más que ver con quimeras y con hijas que, aunque no dejen de ser hijas, serán del Estado y del capital tecnoindustrial, que reivindicarán su gestación dentro de su proprio regazo- el laboratorio- y luego  reivindicarán su control y gestión. Estamos entregando la dimensione procreativa en las manos de tecno-científicos, biotecnologías, y clínicas de reproducción.

Cuanto tendremos que esperar antes que colosos como Bayer-Monsanto aposten para este sector?

Las consecuencias llegan mucho más allá que la procreación, así como para los organismos modificados o las partículas nanotecnológicas liberadas en el ambiente las consecuencias llegan más allá que la gravísima nocividad para la salud y el ecosistema. Nos encontramos delante de una profunda trasformación de toda la sociedad. Podemos imaginar estas tecnologías como nudos en que se entrelazan distintas dimensiones creando una red en que se desarrolla el sistema tecnocientífico, en que se está planeando y construyendo un mundo siempre más informatizado, ingenierizado, nanotecnológico y artificial, con un ser humano vaciado, homologado y domesticado.

Parece que el sistema haya comprendido bien la apuesta y que no tenga ninguna intención de renunciar. Es nuestro compito comprenderla y oponernos, con fuerza, a ese proceso que intentan hacernos creer que sea ineluctable. Conscientes que si no luchamos ya ahora, mañana será demasiado tarde.

Como «Collettivo Resistenze al Nanomondo» (Colectivo Resistencias al Nanomundo) en nuestra trayectoria de análisis critica y oposición a las tecnociéncias no podíamos no interesarnos por la procreación artificial del ser humano y hemos traducido el libro francés «La riproduzione artificiale dell’umano» (la reproducción artificial del ser humano) de Alexis Escudero.

Como «Assemblea Ortiche» (Asamblea Ortigas) a Bergamo, el 25 noviembre, el día internacional contra la violencia a las mujeres, hemos realizado la primera iniciativa en Italia en contra de la gestación por sustitución y la procreación asistida: una concentración en que hemos repartido un texto, una exposición y luego un debate. Una iniciativa sumergida en el silencio ensordecedor del contexto italiano que pesa en el desarrollo de un debate real y de una crítica sin clichés, prejuicios y cierres ideológicos.

Este verano el 22-23-24 de junio en Italia se hará la primera «CAMPAMENTA FEMINISTA CONTRA LA REPRODUCCION ARTIICIAL Y EL SISTEMA QUE LA HACE NECESARIA». Somos parte de la organización un grupo de mujeres provenientes de trayectoria políticas distintas: entre nosotras hay lesbianas, feministas, anarquistas, ecologistas, antiespecistas. Tres días solo entre mujeres en que desarrollar y compartir análisis y experiencias privilegiando un enfoque interseccional; los contenidos de los debates variarán desde el análisis critico al

[1]Escudero A. (2017), La riproduzione artificiale dell’umano, Ortica Editrice, p. 51

[2]Escudero A. (2017), op. cit., p. 21

[Analisis] Fukushima: co administrar la agonía

Fukushima: coadministrar la agonía
En este 11 de marzo de de 2015, cuatro años después del desastre nuclear en Fukushima sin terminar, se puede preparar un presupuesto oficial : 87 niños con cáncer de la tiroides, y otros 23 sospechosos de ser 120.000 ‘refugiados’, 50.000 liquidadores movilizaron el umbral de sacrificio debidamente detectados, piscinas llenas de combustibles listos para explotar en la cara, escoria masiva y agua constante contaminada en el océano, no menos de 30 millones de m 3 de desechos radiactivos para ser almacenados por la eternidad.
Este presupuesto existe Volveremos a eso.

El Estado transforma a los habitantes de Fukushima en cogobernadores del desastre

Una vez que se ha elaborado este «presupuesto», respetuoso con las víctimas y las preocupaciones, es hora de sacar las conclusiones adecuadas. Uno de ellos es el siguiente: a medida que allestiva la ayuda proporcionada por los grupos de ciudadanos, las ONG, de las estructuras más o menos independientes, el estado volvió a la gente de Fukushima, por lo innegable y disfrazada de ‘participación ciudadana’ en cogobernadores del desastre. Será tal vez que subrayar que este impulso cívico denota la espontaneidad, que el amor al prójimo, que el Estado no dio ninguna orden en este sentido, que todo el mundo ha sido y sigue siendo libre para «participar» en los movimientos similares, por supuesto! Sin embargo, muchos hombres y mujeres que lo hicieron, aunque sin saberlo, jugaron el juego del estado.

Esto es lo que encontramos.

La mayoría de sus grupos de ciudadanos, ONG, estructuras más o menos independientes han instado a los habitantes a equiparse con dosímetros, les han ayudado a obtenerlos o a construirlos a su manera, los han ayudado en la enorme tarea de una descontaminación imposible, recaudaron fondos con figuras colosales para comprar equipos que les permitieran realizar anthropogammameters, los hicieron sentar para asignarles sumas que no sabían cómo usarlos, elaboraron documentos detallados sobre lluvia radioactiva, abrieron análisis de las dosis recibidas y control de la salud de las poblaciones. Estas «iniciativas de la ciudad» tenían como objetivo mostrar una realidad cuyos protagonistas creían que era negada por las autoridades. Al hacerlo, como el demonio (al igual que algunas estructuras, de tal Yamanashi, ayudar a las personas a reconstruir sus vidas en otro lugar ), la mayoría de ellos han ayudado a permanecer en su lugar, lo que hizo un título del estado en el que sólo objetivo, desde el comienzo de los eventos, era mantener a las poblaciones en el lugar . Entonces, en lugar de poner en tela de juicio la thanatopolítica de las sociedades humanas locas construidas sobre el peligro y el gobierno de la muerte, estas estructuras han enseñado a la gente a vivir con ella, esperando que los dosímetros hagan el milagro .

De Chernóbil a Fukushima, la co-administración ha hecho la administración para dar un salto cualitativo de la catástrofe: el trabajo en la gran inversión de la contramedida de desastres, ha dado lugar a un grado de perfección nunca antes alcanzado la potenciación de cada uno en su propia destrucción y la nacionalización de las personas eso lo genera

Grupos independientes … integrados

Tomemos dos ejemplos que muestran cómo, tarde o temprano, estas estructuras más o menos independientes han sido cada vez menos, y más o menos intencionalmente alineadas con las estructuras estatales.

Primer ejemplo: Ethos , un programa desarrollado en Bielorrusia en la década de 1990 para «mejorar las condiciones de vida en áreas contaminadas», con el apoyo de la Comisión Europea, cuyo líder también fue director del CEPN, Centro de Estudios sobre la Evaluación de la Protección Nuclear financiado por EDF, CEA, Cogema e IRSN. Un clon de este programa, Ethos in Fukushim a, nació en Japón seis meses después del 11 de marzo de 2011, a iniciativa de una ONG local destinada a apoyar la moral de las tropas contaminadas mediante reuniones informativas en las que se recomienda la ayuda mutua. habitantes y algunas medidas ilusorias de protección contra la radiactividad. El lema de la ONG, cuya fe, es conocida, rompe las montañas, es:

«A pesar de todo, vivir aquí es maravilloso y podemos transmitir un futuro mejor».

Al pasar el alumno rápidamente al maestro, esta iniciativa fue absorbida por la Comisión Internacional de Protección Radiológica (CIPR), que estableció «Diálogos». Estos seminarios participativos reunieron a representantes electos, expertos científicos y grupos de ciudadanos preocupados por «revitalizar» las áreas contaminadas que realmente los necesitaban, a fin de inculcar una «cultura de práctica radiológica» y ayudar a cada uno a «optimizar la dosis».

Segundo ejemplo: Safecast , «red global de sensores que recopila y comparte mediciones de radiación para permitir a las personas gestionar la situación gracias a los datos relacionados con su entorno». Tras su participación en una conferencia de la IAEA en febrero de 2014 en Viena, el líder de Safecast define a sus miembros como » piratas informáticos , no aquellos que bancos svaligianos [ sic! ], pero de aquellos que son la fuerza motriz de la innovación «, y muestra claramente su certificado de profesionalismo, considerando» haber modificado con éxito los supuestos que el OIEA tenía en relación con lo que los grupos independientes pueden hacer […] ] a fin de proporcionar fuentes alternativas de información «, declarando con doloroso orgullo» su avance seguro en la próxima revisión de las directivas que preparan al OIEA en respuesta al desastre «. El delegado noruego ante el OIEA, que se interesó por los «sensores ciudadanos», vio inmediatamente en Safecast : «personas creativas e innovadoras que desarrollan soluciones efectivas por sí mismas, y en caso de accidente en su país, serán muy felices». que hay personas como ellos De hecho, ya deberías buscar personas como ellos «.

Sucedió que esta declaración fue recibida con aplausos, los administradores falsamente ingenuos de Safecast especifican:

«El consenso en la sala se ha cambiado […], el ICRP nos ha propuesto que busquemos financiación, el Departamento de Energía de EE. UU. Quiere integrar nuestras aportaciones en su nuevo sistema de información de emergencia, el IRSN quiere que los ayudemos en una sola de sus proyectos, la Comisión Reguladora Nuclear discute con nosotros para ver cómo integrar mejor la medida de la ciudad en sus planes de desastres «.

Los «sensores ciudadanos» de Fukushima: ciudadanos presos

El co-determinación de daños basados en el consenso bien recibida por todos en nombre de la necesidad de superar la situación, es muy deseable y se inscribe en una estrategia basada en el arte de utilizar las sobras que es la resiliencia . Enfoque apreciado por pronuclearisti, también se integra muchos anti-nuclearists en la implementación de la participación ciudadana que abogan – sin retroceder ante ninguna paradoja – con todo ellos mismos, tropezando peligrosamente en el cuestionamiento de la utilización de la energía nuclear en la que asume que su lucha se basa, y de la sociedad industrial lo que hace que esta apelación sea indispensable. Después de todo, el objeto de la cogestión en nombre de la democracia es el mismo estado. Al hacer que cada una contra-experto que es necesario educar, informar, equipar, para que sea un metro competitiva, debido a que presente una autoridad científica priori que decidirá las nuevas normas necesarias para el correcto funcionamiento de la máquina social, cogestión se manifiesta por lo es decir, el arte de propagar metástasis de estado , para retomar la fórmula clara de Jaime Semprun y René Riesel.

Algunos sociólogos de alarma, que toman cada oportunidad para alabar la » lanceur d’alerte ‘[*], insistieron a presumir de los méritos de los ciudadanos’ redes de sensores que participan en la construcción de una inteligencia colectiva equipado y así conferir una capacidad activa para que los ciudadanos interpreten su entorno, lo capturen y lo midan y, finalmente, actúen en consecuencia «. De esta manera, allertologi se negó a ver la realidad sorprendente: muchos «ciudadanos-sensores» Fukushima se habían convertido precisamente los ciudadanos prisioneros .

Co-administrar, permitir, obedecer

Cogestionar el daño del desastre nuclear ayuda a superar la distancia que separa lo terrible de la aquiescencia con lo terrible. Co-administrar los daños del desastre nuclear conduce a tomar parte en el dispositivo que le permite habilitar la contaminación de enseñar a los hombres a vivir en tales condiciones pobres de existencia y se coloca en la cultura de masas. Cogestionar el daño del desastre nuclear es registrarse en el paradigma del orden , no en el de la transformación . Significa acompañar la agonía a la vida cotidiana de los cuerpos y eso, tan serio, de las mentes y su posible pensamiento opuesto. Habiéndose convertido en un maestro del arte de despreciar a sus adversarios que son los individuos conscientes, el Estado cogestionado, deseado por todos, no tiene más que falsos enemigos en cuya mano ha logrado deslizar los suyos. La identificación con lo que se teme afecta aquí mucho más que la cogestión tiende a la autogestión, que es para el desastre nuclear como lo fue la autocrítica al estalinismo: una técnica de internalización de la culpa y, en este sentido, de dominación, porque la cogestión es una congestión de la libertad y la negativa a ser privado de ella. Entonces es cuestión de encontrar una causa común para evitar colisionar con el propio rescate a través del rechazo. Ahora, las causas comunes abundan en Fukushima: tomar ventaja de una experiencia única, aprender a lidiar con el próximo desastre, restaurar la comunidad, dar un impulso a las fuerzas económicas, reactivar el empleo para los jóvenes, incitando a la población a un «retorno el país de origen «… de las amenazas de no reembolso de los gastos médicos a una buena reducción para los turistas, procedentes de la industria del entretenimiento remodelación (estadios de béisbol, museos) la construcción de mini-mercado con terrazas» más agradable» … en Fukushima, no lo hacen hay dudas: la inventiva mórbida es un furor.

Por supuesto, al reclamar, por un lado, salvar lo que se destruye por el otro, uno solo tiene que reiterar la obediencia al poder.

Nadine y Thierry Ribault

Tomado del sitio web de Finimondo

[FRANCIA – NOTRE-DAME-DES-LANDES] SEGUNDA OLEADA DE DESALOJOS EN LA ZAD

Esta semana se daban por concluidas las negociaciones entre representantes del Gobierno y algunos miembros del Movimiento contra el aeropuerto. Se esperaba una nueva oleada de desalojos, que finalmente se ha iniciado hoy, jueves 17 de mayo.

La madera ha estado presente a lo largo de estas últimas semanas de supuesta tregua, con enfrentamientos casi a diario, detenciones, represión, e incluso han destruido una cabaña (La Mandragore).

Esta nueva intervención tiene como fin destruir las cabañas y casas que han rechazado la legalización, o a las que se le ha denegado la legalización. De momento 7 han sido desalojadas, 4 destruidas, entre ellas la mítica cabaña de la Chateigne. Por su ubicación ha sido difícil resistir, a pesar de que hay centenares de personas en la zona.

Los obreros encargados de la destrucción de las cabañas han trabajado encapuchados y los logos de las empresas estaban tapados.

Esta tarde hay previstas concentraciones en apoyo a la zad en diversas ciudades del Estado francés. Se pide que la gente acuda a la zad para apoyar y reconstruir en los próximos días.

Para seguir lo que está pasando:

zadnadir.org

zadresist.antirep.net

[EE.UU.] Comienza la Resistencia contra el Oleoducto de la Costa Este. Zona Autónoma Hellbender

Conforme avanza la degradación ambiental a golpe de rapiña en USA comienzan a registrar feroces oposiciones a los proyectos de ampliación de infrastructuras. Después de los intentos de frenar el oleoducto en Dakota del Norte, el cual organizó a una basta red de activistas y comunidades indígenas junto a los veteranos del ejército, surge ahora con fuerza la oposición al Oleoducto entre los estados de Virginia y Virginia del Oeste.

Lo que comenzó con discretas barricadas y un árbol ocupado el día 26 de marzo [earthfirstjournal.or] se ha transformado en movimiento en el que mucho tienen que ver los grupos Anarquistas. El campamento de Three Sisters, en la Hellbender Autonomous Zone [Zona Autonoma Salamandra] del Bosque Nacional de Jefferson es el punto desde donde se organiza la resistencia. El enclave de Little Teel Crossing es el lugar donde los activistas organizan el bloqueo encaramados a los árboles. Por ahora el movimiento intenta conectarse con las ocupaciones de Dakota Pipeline. Su objetivo es crecer, sumar fuerzas para la resistencia sobre el terreno y el contencioso político y social y parar los trabajos de construcción.
El creciente movimiento contra el oleoducto que atraviesa los Apalaches es inspirador, ya que reune a una gran variedad de personas distintas, muchas de las cuales toman practican acciones radicales directas por primera vez. Muestra cómo es posible apoyar una campaña de base amplia, incluso en los lugares más rurales, y que al construir redes de apoyo sólidas, podemos luchar para ganar. Inside the Growing Appalachian Anti-Pipeline Movement – It’s Going Down 27.4.2018
Con el aumento previsto del precio del crudo se prevé una nueva oleada de fracking, y con este nuevos proyectos y el ensañamiento de la administración por realizarlos.

El ambiente está caldeado. Recordemos que los acontecimiento de Charlottesville donde un fascista de Alt-Right asesinó a la activista Heather Heyer se produjeron en Virginia. La sociedad civil se organiza, avanza la resistencia <>. Esto parece ser solo el principio.

Salvemos la Montaña. La oposición a la mina de litio en Cáceres

Según relata Ecologistas en Acción, desde la Unión Europea se está promoviendo el desarrollo de proyectos mineros y la legislación española es especialmente benévola con estos proyectos extractivos, puesto que la Ley de Minas, creada en el franquismo en un contexto de desarrollismo y de crisis energética que promovía la explotación de los recursos naturales, da grandes facilidades a las empresas mineras. Como denuncian en su artículo “Euroextractivismo, o cómo la Comisión Europea impulsa los proyectos mineros”, “la ley de Minas, es el mecanismo clave que permite que la propiedad privada sea expropiada y entregada a bajo precio a las empresas mineras. Es también un instrumento de especulación, al no prohibir transferir derechos mineros, con beneficios millonarios, ni la revalorización de las acciones de los compradores de esos derechos. También permite el cobro del seguro o la indemnización con fondos públicos por daños y perjuicios en caso de que se aborte el proyecto o la Administración deniegue los permisos necesarios; son dos formas de especulación que ya se están vislumbrando en otros países europeos”.
En el citado artículo nos hablan del plan estratégico “de innovación” denominado Estrategia Europa 2020, iniciado con la excusa de “impulsar el crecimiento económico”. El responsable de la supervisión del plan es el exministro español Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Acción por el Clima y la Energía, relacionado con diversas empresas petroleras. Una de las principales líneas de inversión de este programa es la Iniciativa Materias Primas, cuyo objetivo oficial es “asegurar el suministro en Europa de materias primas para las tecnologías verdes y de bienes electrónicos de consumo”.

La mina de litio de Valdeflores, Cáceres.
Es en este contexto en el que nos encontramos con el proyecto de la mina a cielo abierto de Valdeflores, a tan solo dos kilómetros del centro de Cáceres. En la Sierra de la Mosca, la empresa Tecnología Extremeña del Litio –una sociedad creada a propósito para el proyecto y participada en un 50% por la española Valoriza Minería SL (filial de Sacyr) y la australiana Plymouth Minerals- pretende la creación de una mina con 300 metros de profundidad y un kilómetro y medio de diámetro. Como todos los proyectos de minería a cielo abierto, los efectos sobre el medio ambiente pueden ser catastróficos, por lo que desde que tuvieron conocimiento del proyecto los/as habitantes de la zona crearon la Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres. Desde la Plataforma, según la información recogida en el artículo de Ecologistas “Una mina de litio a las puertas de Cáceres” denuncian que “La mina pondrá patas arriba el bosque conocido como la Montaña, un lugar conocido como el pequeño Monfragüe, un bosque mediterráneo que cuenta con gran variedad de flora y fauna”. Además, la mina también generará contaminación por filtraciones o derrames en los acuíferos. La separación de los minerales se lleva a cabo con productos muy tóxicos que podrían contaminar todo el entorno. Además la mina necesita millones de litros de agua, como reconoce la propia minera, y esto dejaría sin agua a la ciudad. Todo esto sumado al gasto de energía por el gran volumen y masa de los materiales que se mueve” y todo ello en un área calificada como Zona de Interés Regional y Zona de Especial Protección de Aves.

Además de los efectos sobre el medioambiente, la Plataforma destaca cómo afectará a la población, puesto que se encontraría frente al nuevo Hospital de Cáceres, a solo 300 metros de la Estación de Potabilización de Agua y a dos kilómetros del centro urbano, por lo que las sustancias tóxicas que se desprenden en la extracción y tratado del mineral llegarían por el aire a la ciudad. Todo ello, si todo funciona correctamente: no podemos imaginar el efecto que tendría un accidente como el de Aznalcóllar con la rotura de un dique o depósito que guardan los lodos y aguas contaminadas.
Como todo proyecto con contestación social, el mantra de la creación de empleo es repetido por la empresa para tratar de encontrar la aprobación de la población e instituciones. Según ésta, la explotación minera duraría 25 años y crearía unos doscientos puestos de trabajo directos y unos novecientos indirectos. Este caramelo, en una provincia con alta tasa de desempleo, no ha quebrado la oposición vecinal: como recoge el Salto en su artículo “Cáceres, de montaña a cráter por una mina de litio”, desde la Plataforma valoran que “en las minas que hay ahora mismo de estas características los trabajadores son entre 15 y 20. Los 106 puestos (de los que habla la empresa), sí, pero al inicio, para construir las balsas y contratar técnicos. En los 20 o 25 años de explotación, no. Funciona con maquinaria muy especializada y es probable que trajesen sus cuadrillas de trabajadores. Prima la explotación a cielo abierto especialmente porque es más barata, porque necesita menos mano de obra que la minería tradicional. “El 93% de las explotaciones mineras de España emplean a menos de 20 personas. En la mina Aguablanca de Monesterio (Badajoz) prometieron 400 empleos durante 15 años. A mitad del periodo despidieron a 16 de una plantilla de 25. Hoy quedan 9”.

En este momento, los trabajos de preparación de la mina se encuentran parados gracias a las denuncias de grupos ecologistas de la existencia de talas masivas, movimientos de tierras y creación de nuevos senderos en zonas de especial protección y la Fiscalía de Medio Ambiente ha abierto diligencias de investigación. Además de una fuerte campaña informativa (no se ve un rincón en la ciudad sin su cartel), la Plataforma realizó una manifestación a la que acudieron mil quinientas personas para exigir la paralización del proyecto y para el próximo 15 de abril han llamado a una nueva movilización con el lema ‘Salvemos la Montaña’ y ‘No a la mina’.

Un recordatorio: no existen coches ecológicos
En los anteriores artículos en los que habíamos abordado el tema de la minería, hablábamos principalmente de la extracción de oro, proyectos especialmente nocivos por su alta contaminación de la tierra y de fácil oposición por su nulo valor útil de uso. Aquí, en cambio, estamos ante una iniciativa que pretende extraer 1,3 millones de toneladas de carbonato de litio, el equivalente a las baterías de 300.000 vehículos eléctricos al año. En un momento en el que se nos venden los coches eléctricos como la panacea para una movilidad sostenible y limpia, conviene resaltar todo lo que hay detrás de esas apuestas por seguir con una producción descontrolada vestida de verde, para dejar claro que la lucha contra el cambio climático y la destrucción de la tierra no puede confiarse a nuevas soluciones tecnológicas, sino que pasa por la superación de un modelo económico basado en el consumo desigual y desmedido.

[Texto] SOCIALIZACIÓN CATASTRÓFICA Y CAPITALISMO APOCALÍPTICO

extraido de artilleriainmanente.noblogs.org

1. Donde recordamos que la catástrofe de Fukushima es un asunto de gran magnitud, un acontecimiento que nos despuebla al arrebatarnos el futuro. El capitalismo catastrófico aparece aquí como una máquina que desenvuelve tiempos que no terminan de terminar, y el apocalipsis como la ocasión de una revelación.
2. Donde el movimiento antinuclear japonés se pierde entre vanas tentativas para inmiscuirse en el parlamento y desfiles repetitivos con pancartas en la calle: ¡tigre de papel! Donde se recupera aliento cuando este movimiento se transforma en política del conocimiento, en trayectoria existencial y en potente vehículo para nuevos imaginarios: «¡Ir al norte!», «Ir al oeste!».
3. Donde se recuerda que el Japón moderno es el producto de un largo proceso de reconstrucción poscatástrofe. Hiroshima-Nagasaki-Fukushima, o cómo la reestructuración del tejido sociotécnico se opera a la sombra de un consenso irradiante.
4. Donde la dimensión ecológica de la catástrofe de Fukushima nos insta a partir en búsqueda del mundo desde el entramado de la sociedad, de nuestros cuerpos y de nuestras mentes. Algo que ocurre en el caso de los trabajadores de la energía nuclear / los habitantes cercanos a la zona / todos los cuerpos que viven.
5. Donde se explora un reino aterrador e ilusorio, en la confluencia del sueño estatal del arma omnipotente y de la utopía capitalista de la energía sin fin. En este reino, el poder nuclear es un monstruo acéfalo que impone su absurda necesidad.
6. Donde la descomposición del mundo se convierte en la ocasión de redescubrir la tierra, y de ver cómo esquizo-polillas llevan adelante su vida fugaz aquí.

* * *

El Apocalipsis es una gran maquinaria, una organización ya industrial, Metrópoli.
Gilles Deleuze, Crítica y clínica

El mundo ya es apocalíptico, únicamente le hace falta serlo enteramente, y todo el tiempo.
Es preciso superar la idea de apocalipsis como puro acontecimiento, como traumatismo revelador y revolucionario que funda un nuevo nomos de la tierra. En lugar de esto, un apocalipsis combinado y desigual.
Evan Calder Williams, Combined and Uneven Apocalypse

No me refiero aquí al microapocalipsis que es la muerte: todos mueren, e incluso si todo el mundo muriera al mismo tiempo (sí, digo todo el mundo), ¿dónde estaría el problema? La tierra reiniciaría de cero, y ¿qué razones tendrían los ángeles para lamentarse?
George Caffentzis, In Letters of Blood and Fire

Acontecimientos catastróficos, proceso apocalíptico

Han pasado siete años desde las explosiones de la central nuclear de Fukushima Dai-ichi. Y la catástrofe continúa. Cada día, nucleidos radiactivos se esparcen en el aire, el agua y el suelo. Peor: este proceso se amplifica con la política del gobierno japonés, que distribuye en el mundo entero productos alimenticios irradiados, y obliga a las principales municipalidades del país a hacerse cargo de los desechos radiactivos (principalmente en la forma de bermas). El gobierno liberal demócrata persiste en su postura pro-nuclear, pro-rearme y pro-mercado. Al mismo tiempo, las iniciativas populares se multiplican para proteger los cuerpos, las mentes y el medio ambiente: registros sobre la radiactividad por diversos colectivos de medidas, evacuaciones voluntarias, batallas jurídicas, bloqueos, manifestaciones y acciones en la calle. Pero el impulso de estas luchas ha sido insuficiente.
El accidente de Fukushima ha suscitado innumerables discursos. Frente a la emergencia y la amplitud del desastre, la mayoría de ellos han fabricado la idea de una «Crisis Humana» que una solución única podría arreglar, una especie de unión sagrada de los dirigentes, los partidos, los movimientos sociales, que supera las distinciones de clase y de casta. Pero el «problema Fukushima» no es social o político: se relaciona más bien con los «hiperobjetos» conceptualizados por Timothy Morton. Implica cosas, temporalidades y escalas espaciales que escapan en gran parte a los humanos y que, sin embargo, están íntimamente presentes a ellos: agujero negro, biosfera, sistema solar, plutonio, uranio.
El desastre nuclear es irreversible y conduce a dos pérdidas fatales para los seres planetarios. Por su poder de mutación y de destrucción de los procesos genéticos, los nucleidos radiactivos reducen las posibilidades del futuro. ¡Tarde o temprano, todos estaremos irradiados! Y por ello mismo, nuestro vínculo con la tierra, en el pasado considerado como el fundamento de los «comunes», es lo que se ve afectado. Dicho de otro modo, las radiaciones no atrofian simplemente los recursos, sino también nuestras aspiraciones, nuestra capacidad de crear «comunes».
El nombre Fukushima designa a la vez un acontecimiento catastrófico y un proceso apocalíptico. Me veo tentado a emplear este término bíblico, precisamente porque la situación muestra la imposibilidad de un Fin. Algunas personas continúan esperando el Apocalipsis, como la lucha que precede a la salvación mesiánica (o la emancipación) del mundo. Algunos evangelistas estadounidenses creen todavía en el Armageddon y en la lucha contra el Mal, encarnado por los musulmanes. Nuestras tendencias de izquierda nos llevan a esperar un colapso total del capitalismo, que coincidiría con la revolución. Pero lo que Fukushima parece haber probado es la imposibilidad de tal fin. Las catástrofes, incluso las más graves, están absorbidas en un proceso que es el verdadero apocalipsis: un fin sin salida.
Tratar el apocalipsis como una catástrofe, el proceso como un acontecimiento: el gobierno que nace con Fukushima descansa en esta confusión, que resume perfectamente el término falaz de «post-desastre». En un país marcado por terremotos, por la derrota de 1945 y los ataques de Hiroshima y Nagasaki, las representaciones apocalípticas obsesionan el imaginario colectivo, a través de las películas, los mangas, los dibujos animados y la literatura. La fascinación por el desastre expresa el temor a una repetición de la historia, pero eso no impide que advenga. Hay que sustituir la producción de imágenes apocalípticas por la difusión de un sentido práctico de la catástrofe. Elaborar y compartir técnicas de supervivencia, escuchar también los afectos producidos por el apocalipsis: ya no es únicamente la desesperanza, la tristeza y la cólera, es también la fragilidad, la trivialidad y la confusión frente al absurdo del «sistema social».
Apocalipsis significa asimismo «revelación». Ahora nos damos cuenta de que el régimen de la «democracia de posguerra», este régimen que pretendía ofrecer una prosperidad económica indefinida a través de una alianza con la sociedad de control estadounidense, este régimen, por tanto, ha conducido al peor desastre nuclear. Nos queda, por consiguiente, comprender lo que este desastre produce en nosotros, estar atentos a la explosión de afectos que revela. Aquí reside la complejidad de la situación y sus raras promesas.

Fisuras en el movimiento antinuclear

El después-de-Fukushima hizo emerger luchas con formas y objetivos variados: manifestaciones, bloqueos contra la circulación de los desechos radiactivos, movilizaciones contra la reanudación de las centrales eléctricas,1 procesos contra las grandes empresas energéticas, presiones para obtener el rembolso de los gastos médicos o un control público de los niveles de irradiación, evacuaciones voluntarias, coordinación de los trabajadores de la energía nuclear, etc. La heterogeneidad de estas acciones, y de las personas que las han llevado a cabo, ha provocado fisuras en el movimiento antinuclear.
Su unidad se había constituido en gran parte en la década de 1970. Los movimientos contestatarios, socavados por las violencias durante la era de la Nueva Izquierda, conocieron entonces un severo declive, y se reconstruyeron en torno a principios anarquistas, antiautoritarios y horizontalistas: organización sin líder, que parte de la base y está descentralizada, participación en las nuevas luchas de trabajadores precarios, estudiantes y comunidades. Después de Fukushima, estos principios han sido abandonados por algunos activistas, alcanzados por una especie de pasión realista: poner fin a la energía nuclear supondría a sus ojos trabajar con los especialistas y las autoridades. De manera más general, numerosos libertarios provenientes del movimiento antinuclear han sido absorbidos en una amplia coalición, a la vez despolitizada y legalista, la Metropolitan Coalition against Nukes [Coalición Metropolitana contra la Energía Nuclear].2 En junio de 2012, esta coalición consiguió reunir, cada viernes, ante la residencia oficial del primer ministro, a varias centenas de miles de personas para protestar en contra de la reanudación de la central nuclear de Oi.3 Los organizadores de la coalición prohibían todos los eslóganes que desbordaran la consigna antinuclear y cualquier forma de acción distinta a aquella de la simple deambulación con pancartas, hasta las 20 horas a más tardar. Para los responsables del movimiento, era indispensable conseguir prorrogar las aglomeraciones todas las semanas y, por tanto, encontrar un arreglo con la policía. Su movilización, ciertamente masiva, asfixió de este modo cualquier posibilidad de expresión política que estuviera ligeramente afilada. En cambio, sirvió a las ambiciones electoralistas de los socialdemócratas y dio una forma de respetabilidad a los nacionalistas que participan en la movilización.
El giro nacionalista y conformista del movimiento alimentó incesantes conflictos entre los populistas y la izquierda parlamentaria.4 Pero ninguno de los dos campos consiguió crear una nueva fuerza capaz de confrontarse con la situación, limitados como están por la estrechez de su campo de intervención: el terreno parlamentario para unos, la manifestación en la calle para otros. Ahora bien, los procesos de normalización post-Fukushima se extienden bastante más allá de los terrenos de la política convencional; cubren todos los aspectos de la vida. Es posible abordar las luchas opuestas a este proceso de control a través de tres aspectos: el conocimiento y la información, el modo de vida, la imaginación.
Después del accidente, el gobierno, TEPCO (Tokyo Electric Power Company) y los principales medios de comunicación disimularon o desdibujaron la información que concernía a la amplitud de la irradiación y sus peligros para la salud. Este control de la información no se concretizó, como en un régimen totalitario, por medio de la supresión pura y simple de los elementos de conocimiento disponibles, sino por medio de un exceso y un déficit simultáneos de información, creando un estado de indeterminación. Al mismo tiempo, los discursos de los científicos especializados y de los médicos fueron erigidos como verdaderos discursos de salvación.
Por un lado, los científicos pronucleares han difundido de puerta en puerta ideas aberrantes: el desastre de Fukushima ha terminado, ya no hay peligros, los ciudadanos deben retomar su vida normal de trabajadores y de consumidores. Estos científicos constituyen una pieza maestra de la «Aldea nuclear», esa red de fuerzas pronucleares que se extiende a través de todo el gobierno (tanto central como local), las compañías de electricidad, las grandes empresas, los círculos financieros, los medios de comunicación y el mundo universitario, una red íntimamente ligada a la alianza USA/Japón, y que recubre al final toda la clase en el poder desde la posguerra.5
Por el otro, existen algunos científicos que se oponen a la energía nuclear, cuyos propósitos son acogidos por la mayoría de los japoneses como herramientas indispensables para percibir lo absurdo de la energía nuclear. Por ejemplo, los numerosos trabajos de investigación del Dr. Hiroaki Koide del Instituto de Investigación sobre los Reactores de la Universidad de Kyoto (KURRI) son particularmente seguidos. Pero su posicionamiento moral provoca reservas, sobre todo cuando declara que «los adultos y las personas adultas deben aceptar consumir alimentos irradiados» a fin de salvar la industria local de Fukushima, exceptuando únicamente a los más jóvenes de esta recomendación.6 Esta afirmación plantea dos problemas. Exhortando a salvar la industria de Fukushima, el Dr. Hiroaki Koide legitima tácitamente la propagación de la contaminación en todo el archipiélago. Y este llamado al rescate de Fukushima implica que el conjunto de los habitantes del archipiélago se identifique con esta totalidad que se llama Japón. En este sentido, la posición antinuclear favorece el regreso del nacionalismo.
Lejos de los movimientos electoralistas y de las manifestaciones, algunos activistas han decidido dirigirse a la región de Fukushima para ayudar a sus habitantes o participar en las luchas de los trabajadores expuestos a las radiaciones de los reactores dañados.7 Esta iniciativa para apoyar el «estrato más oprimido de la industria de la energía nuclear» se relaciona a la creencia anarquista en una sociedad de apoyo mutuo, que resurge notablemente en circunstancias de grandes desastres, y con la voluntad de organizar la clase popular en un momento radical de lucha. No obstante, las primeras tentativas se acercan peligrosamente al proyecto estatal que apunta a reconstruir Fukushima y a atacar la población local en esta tierra irradiada. En cuanto a la organización de las luchas libradas por los trabajadores de la energía nuclear, se encuentra con diversos obstáculos ligados al poder de la compañía de electricidad y a la naturaleza de los empleos, precarios y móviles.
Estos activistas que se dirigen a Fukushima son llamados «aquellos que van al norte».
Aquí, ellos se encuentran con iniciativas locales para asegurarse de la seguridad de los alimentos y del medio ambiente. Algunas personas, en particular padres inquietos por la salud de sus hijos (principalmente mujeres), han empezado a hacerse cargo del estudio de la contaminación y de sus efectos. Muchas personas inicialmente desprovistas del bagaje científico se han puesto a estudiar física nuclear y medicina para asegurar su supervivencia.8 Y numerosos centros cívicos han aparecido para efectuar registros y difundir esta información, en oposición a las manipulaciones gubernamentales. De forma más profunda, estos proyectos abarcan una transformación de los modos de vida, las costumbres alimenticias, las relaciones sociales, los ecosistemas. Cada vez más diversas personas deciden dejar el noreste o la región de Kanto, y migrar hacia las regiones más seguras de Hokkaido o del Japón occidental; lejos de quedar aislados, los exiliados del interior son acogidos por diversos colectivos.9
Estos evacuados voluntarios son llamados «aquellos que van al oeste».
El plan gubernamental de ayuda a la evacuación ha seguido siendo irrisorio, con lo cual las veleidades de migración interna en el archipiélago son regularmente la causa de las tensiones en el seno de las familia. Las personas adultas (los abuelos) y los trabajadores productivos (la mayoría del tiempo los «esposos») prefieren mantener su modo de vida habitual o prohíben a los miembros de su familia hablar de la situación en términos demasiado críticos, mientras que las trabajadoras reproductivas («madres», «amas de casa», etc.) expresan de buen grado su cólera y su voluntad de cambio radical. Algunas familias estallan o deciden separarse momentáneamente.
Nuestros camaradas extranjeros a menudo nos han preguntado: «¿Por qué el pueblo japonés no se levantó después de Fukushima?». El primer elemento de respuesta reside en las fisuras que aparecieron en el seno del movimiento. El otro reside en la sombra arrojada por el «hiperobjeto», que tiende a hacernos creer que una solución monumental, impulsada por un poder superior, es indispensable. La desmesura del acontecimiento acaba por desalentar cualquier esperanza de revuelta. Un tercer aspecto, por último, procede de la naturaleza virtual de la radiactividad. Los nucleidos radiactivos permanecen imperceptibles, y sus efectos sobre el cuerpo no aparecerán inmediatamente, sino más bien en tres, cinco, diez o quince años. Una catástrofe radiactiva es menos directamente perceptible que la pobreza, la hambruna, las brutalidades policiales o la destrucción de un barrio por un proyecto inmobiliario. Los aspectos reales e imaginarios del problema Fukushima requieren otro enfoque.

Socialización catastrófica

Históricamente, una catástrofe es casi siempre seguida de una reconstrucción de la infraestructuras y de una reorganización de la sociedad, en el curso de las cuales las prioridades se dirigen a la seguridad antes que a la asistencia, y al desarrollo antes que a la reparación. Este proceso está a menudo acompañado por una fase de militarización.
La rendición incondicional de Japón, ocurrida después de los ataques de Hiroshima y Nagasaki, condujo al desmantelamiento del régimen totalitario por las fuerzas de ocupación estadounidenses, y a la implementación de «reformas democráticas». No obstante, las autoridades estadounidenses eximieron a muchos criminales de guerra, incluyendo al emperador Hirohito, y los reclutaron en su lucha contra los «enemigos de la democracia» en el continente asiático. Para el gobierno estadounidense, Japón ha constituido, desde entonces, una base estratégica mayor. Es principalmente bajo el impulso de la superpotencia estadounidense como la energía nuclear «civil» fue introducida en la vida de un pueblo que acababa de sufrir la atrocidad de dos bombardeos atómicos.
A fin de promover el programa «Átomos por la paz» del presidente Eisenhower en 1953, el poder nipo-estadounidense manipuló activamente la información. Incluso si el consumismo de masas le ofrecía una atmósfera consensual, le era necesario sofocar el desarrollo de los movimientos antinucleares y antiestadounidenses que emergieron después del incidente del Lucky Dragon Five.10 Estos movimientos tomaron un giro insurreccional con la oposición al tratado de cooperación mutua y de seguridad entre los Estados Unidos y Japón, e hicieron nacer esa Nueva Izquierda que sacudió a la sociedad japonesa durante toda la década de 1960.
Tres fenómenos –las guerras de Corea y de Vietnam, el crecimiento económico y por último la emergencia de la Nueva Izquierda– se entremezclaron durante este período. El crecimiento económico estuvo ampliamente dinamizado por la industria militar durante dos guerras, y acompañó el advenimiento de una sociedad consumista y mediática. Al mismo tiempo, las oposiciones se multiplicaron desde las fábricas, las universidades, los barrios y las comunidades populares frente a las formas de alienación asociadas al imperialismo estadounidense. Al término de este período, la operación de contrainsurrección llevada a cabo por las fuerzas gubernamentales permitió un vuelco emocional masivo: el terror de las bombas nucleares y el odio a los estadounidenses cedieron su lugar al sueño hegemónico de un paraíso para clase media alimentada ad vitam æternam por la energía atómica.
Japón abriga hoy cincuenta y cuatro centrales nucleares repartidas en catorce sitios, así como ojivas nucleares diseminadas a través de todo el archipiélago en las bases militares estadounidenses. Pero esto no debe ocultar el hecho de que, desde la década de 1970, los habitantes de al menos veintisiete regiones han conseguido repeler la implantación de la energía nuclear.11 Estas victorias frecuentemente son poco conocidas y pasan bajo silencio. Por tanto, es capital afirmar que algunas centrales nucleares sólo pudieron ser construidas en catorce sitios.
La ciudad de Tokio ocupa un lugar particular en esta historia. Ya antes de la Segunda Guerra Mundial, fue golpeada en 1923 por el terremoto de Kanto. Esta catástrofe, que dio lugar a más de cien mil muertos e innumerables desaparecidos, se vio acompañada de atrocidades: se formaron milicias «populares» y masacraron, a veces con la ayuda de la policía y del ejército, a residentes coreanos y chinos, así como a socialistas, sindicalistas y anarquistas. Este suceso activó el desarrollo de Tokio y la reorganización del cuerpo social en una máquina totalitaria que iba a ser, una decena de años más tarde, el motor de la expansión japonesa en Asia. El bombardeo estadounidense en el curso de la guerra del Pacífico contribuyó igualmente a modelar Tokio: es sobre las ruinas de la ciudad donde se edificó la metrópoli que acoge a la economía más grande del Extremo Oriente.
Así pues, la expansión de Tokio se fundó en varias catástrofes, y aquella de Fukushima no constituye una excepción a esta regla. Desde la explosión de marzo de 2011, la reconstrucción constituye así la principal prioridad del poder. En primer lugar, es crucial para la economía y las industrias locales. En segundo lugar, es necesaria para el pensamiento y el reforzamiento de la red metropolitana tokioita. En tercer lugar, tiene que impedir el colapso de la economía mundial. Estos tres dominios están estrechamente entrecruzados y diversos acontecimientos han venido claramente a la vez a remodelar y manifestar esta intrincación. Así, los encuentros anuales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial fueron organizados en 2012 en Tokio y es en esta ciudad donde serán organizados, en 2020, los Juegos Olímpicos. Tales elecciones se hacen eco de la celebración, en 1964, de los primeros encuentros anuales del FMI y de los primeros JO organizados en Tokio. El objetivo era entonces «mostrar al mundo el nuevo arranque del Japón de posguerra»; y el objetivo, hoy en día, es ocultar la gravedad del desastre alardeando el pseudo-triunfo de los esfuerzos de reconstrucción.
La manera en que, desde 2013, el FMI trata de orientar el proceso de reconstrucción por medio de sus recomendaciones –gestionar los desechos nucleares, aumentar las tasas sobre el consumo a fin de financiar la reconstrucción, bajar los impuestos sobre las sociedades, congelar las contribuciones gubernamentales al sistema de jubilaciones–12 parece servir a un objetivo principal: la participación de Japón en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación. Este acuerdo, que apunta a incrementar el poder del sector privado, pone el acento en el soft power, incluyendo para las cuestiones militares, y perfila un modo de gobierno reticular, repartido en aparatos de Estado, ONG, empresas, universidades, comunidades locales y fuerzas militares, en su conjunto favorables al mantenimiento del programa nuclear.13
La organización de los JO revela la misma actitud con respecto a los peligros de la energía atómica. El Comité Internacional Olímpico ha ignorado sencillamente las radiaciones que golpean a Tokio.14 La prioridad, en suma, es mantener las funciones metropolitanas de la ciudad, y qué importa si una dosis –supuestamente moderada– de las radiaciones golpea a turistas y atletas. Con los JO, lo que se inicia es una nueva fase de la reconstrucción de Tokio. La construcción de estadios y de equipamientos deportivos va a conducir, como en otras metrópolis a escala internacional, a la demolición y a la expulsión de numerosos barrios residenciales del centro de la ciudad. Los sin techo que viven en el gran parque público de Yoyogi koen han enfrentado amenazas de expulsión; respondieron constituyendo un movimiento llamado No Olympics 202015 y vinculándose con grupos brasileños que se oponen a los «impactos» de la copa mundial de futbol y de los Juegos Olímpicos en los barrios de Rio.
Puestos de extremo a extremo, los diferentes aspectos del gobierno post-Fukushima se asemejan a una política de abandono. Ésta es justificada por los poderes pronucleares que aprovechan el carácter impalpable e invisible de radiactividad. Nada ha pasado, entonces no nos inquietemos demasiado. Nadie puede saber realmente, por tanto, no podemos atribuir responsabilidades. Esta retórica de la indeterminación, ya movilizada después de los ataques de Hiroshima y Nagasaki, siempre se ha constituido a partir de una distancia focal centrada en la irradiación externa –aquella causada por la radiación solar, la atmósfera, los rayos X, la explosión atómica– pero que es ciega a la irradiación interna (aquella causada por la ingestión de partículas radiactivas en la comida o el agua). Esta irradiación interna, más insidiosa, causa una destrucción lenta y casi invisible de las células. Fue rebelada por las enfermedades de las personas que vivieron en torno a Hiroshima y Nagasaki después de las explosiones, sin haber estado directamente expuestas a éstas.16 Muchas de ellas tuvieron inmensas dificultades para obtener un reconocimiento y una compensación del gobierno, por el hecho de la dificultad de probar los efectos de este tipo de irradiación, que varían según las dosis ingeridas, los tipos de nucleidos radiactivos, la edad, la condición física, etc.
Hoy en día, este debate resuena nuevamente en la controversia que opone dos modelos utilizados para medir la irradiación: el modelo lineal sin umbral y el modelo de umbrales. El primero, utilizado por la Comisión Internacional de Protección Radiológica (CIPR) está construido sobre la idea de que la exposición a las radiaciones es un peligro para la salud, sin importar su dosis. El segundo fue movilizado inicialmente por la Comisión sobre las víctimas de la bomba atómica (Atomic Bomb Casualty Commission, ABCC), una instancia creada por el gobierno estadounidense después de Hiroshima y Nagasaki cuyo objetivo es estudiar, y no atender, los efectos de las bombas en el cuerpo humano.17 Este modelo es el que sigue el gobierno japonés, lo que le permite haber recurrido fácilmente a la idea de «dosis aceptable». Después de Fukushima, la fijación de estos umbrales ha ocupado particularmente al ministerio de Salud, de Trabajo y de Asuntos Sociales. La definición de «normas de seguridad» que conciernen a las dosis de radiación en la comida, el agua, la atmósfera y el cuerpo ha dado lugar a virulentas controversias que oponen al gobierno y los científicos acreditados por un lado (quienes desean aumentar los umbrales), y los irradiados y científicos independientes (que desean reducirlos) por el otro.
Si esta controversia a propósito de los umbrales constituye uno de los frentes de la lucha antinuclear, puede también ser considerada como el proceso a través del cual somos poco a poco habituados a vivir con la contaminación. En términos estratégicos, la disputa que divide realmente al movimiento nuclear se sitúa por tanto en otro nivel: opone a aquellos que desean bajar los umbrales a aquellos que desean rechazar por principio la idea misma de la radiactividad aceptable.
Otros dos elementos relacionados a la naturaleza virtual de las radiaciones añaden más problemas a la dificultad de atenerse a los umbrales. El primero es el modo de difusión de las radiaciones. Los nucleidos no se extienden en círculos concéntricos sino que siguen movimientos perpetuos y complejos, relacionados a los fenómenos atmosféricos o humanos. Zonas con fuerte radiactividad pueden así aparecer de manera irregular, y lejos de Fukushima. Otro elemento se relaciona con la escala nanométrica en la cual se difunden los nucleidos. En su retórica de apaciguamiento, el gobierno ha afirmado que los nucleidos desprendidos por Fukushima Dai-ichi se diluían en el Pacífico; y que era posible incinerar los desechos radiactivos sin peligros. Pero, una vez diluidas en el océano, las partículas radiactivas pierden únicamente en densidad: su intensidad se mantiene tanto tiempo como dura su período de desintegración. En cuanto al fuego, no las destruye de una manera completa y simple.18

Lucha de clases y radiactividad

Considerada desde su perspectiva ecológica, la problemática de Fukushima puede ser descrita siguiendo las orientaciones fijadas por Félix Guattari en Las tres ecologías.19 Antes que el estudio de un medio ambiente, la ecología es una manera de hacer interactuar y entralazarse nuestros cuerpos con el mundo. Por tanto, no apunta a una solución única, indexada a una armonía predeterminada, sino a un proceso múltiple, que autoriza varias soluciones.
Gregory Bateson escribe: «Si un organismo o agregado de organismos se pone a trabajar por su mera supervivencia y piensan que hay aquí una elección ofrecida a sus meros movimientos de adaptación, entonces, de hecho, sus propios progresos van a destruirlo a sí mismo».20 En este sentido, la destrucción del medio ambiente por el «progreso humano» inició desde hace mucho tiempo. El calentamiento climático así como otros tipos de contaminación, han sido declarados irreversibles y la catástrofe nuclear de Fukushima es una manifestación de la tendencia del progreso humano a colapsar su afuera hasta el punto de destruirlo. De aquí se deriva esta crisis de los «comunes» que vivimos, es decir, la contaminación por las radiaciones invisibles de los recursos naturales, y la pérdida, que de ello resulta, de un vínculo permanente con la tierra.
La compartición de recursos con el objetivo de crear apoyo mutuo o comunas descansa en efecto sobre una condición sine qua non: que la tierra y el pueblo mantengan una relación orgánica, de tal modo que los excesos o los desechos ligados a la reproducción del pueblo puedan servir de vuelta a la reproducción de la tierra.
La economía capitalista se ha construido sobre la expropiación y la mercantilización de los comunes, así como sobre la transferencia de los desechos hacia los territorios de los más pobres. Cuanto más se desarrollan las sociedades capitalistas, tanto más pierden su capacidad de reciclar lo que ellas producen en exceso, relegando así lo negativo al dominio de lo invisible: el aire, el océano, el subsuelo, los territorios económicamente inferiores.
Si llamamos «comunes negativos» a los desechos que no pueden ser reciclados, la contaminación radiactiva post-Fukushima constituye tal vez su peor ejemplo nunca conocido. Y esto es irreversible. ¿Quién tiende a estar más expuesto y afectado por las radiaciones? Las personas que viven cerca de los reactores, por supuesto, pero también los obreros de la central expuestos a las radiaciones, los granjeros en las zonas contaminadas, los trabajadores encargados de los saneamientos en diferentes regiones de Japón, todos los demás trabajadores en el exterior, los sin techo (que a menudo son jornaleros sin trabajo), y finalmente los niños, más sensibles a la radiactividad.
La vida, la reproducción, el trabajo, todo está expuesto a las radiaciones, de tal modo que hacerse irradiar y mantener el cuerpo en forma se han vuelto las dos facetas de un mismo trabajo social, que apunta al mantenimiento de las fuerzas (re)productivas y consumistas. En este marco, es posible redefinir los puntos centrales de la catástrofe ya sea que conciernan 1) a los trabajadores en los reactores, 2) a los habitantes cercanos, que han perdido sus tierras y sus casas, y que pueden aspirar a compensaciones y, por último, 3) todos los cuerpos vivos.
Los trabajadores más expuestos a las radiaciones pertenecen al grupo de los «jornaleros», la fracción más precaria y más nómada de los trabajadores japoneses. Ellos viven en los yosebas, los guetos de las grandes ciudades industriales, donde esperan a ser reclutados en obras de construcción, en los muelles o en sitios irradiados. Excluidos de la sociedad civil fueron ellos quienes construyeron las infraestructuras del Japón de post-guerra. Muchos han tenido que abandonar su región por las metrópolis luego de la instalación de una central. En las cercanías de Fukushima, por ejemplo, las tierras de Futaba u Okuma no se prestaban ya a la agricultura, lo que condujo a los hombres en edad de trabajar a formar parte de las ciudades, en particular Tokio. Ironía de la suerte, fue después hacia nuevas centrales que tuvieron que dirigirse para encontrar trabajo y dar de comer a su familia… a condición de que aceptaran ser irradiados.
Entre estos trabajadores se encuentran asimismo personas que vienen de Corea o de Okinawa, así como burakumin, un grupo social minoritario discriminado, descendientes de la casta de los parias de la época feudal. Después de la guerra, los yosebas se han vuelto con todo ello en zonas monosexuales, situadas en las proximidades de los barrios de las prostitutas, que a menudo vienen de Taliladia, Birmania, Corea, China u otros países de Asia del Sureste.
Las luchas de los jornaleros han constituido los movimientos de trabajadores más radicales en el Japón post-Segunda Guerra Mundial, tanto antes como después de las turbulencias de la década de 1960.21 Estas luchas no estuvieron exentas de importantes insurrecciones, en particular en San’ya (Tokio) y Kamagasaki (Osaka), la más reciente de las cuales estalló, por otra parte, en 2008 durante la cumbre del G8. La radicalidad de estas luchas se explica no solamente por la pobreza y las difíciles condiciones de vida de los jornaleros, sino también por la violencia cotidiana a la cual los confrontan los proveedores de trabajo –yakuzas y organizaciones fascistas en su mayoría– y la policía.22 Lo que el proceso de acumulación primitiva de la posguerra les ha quitado –la tierra, los medios de subsistencia locales, la familia, la salud, la dignidad, una residencia permanente, etc.– encierra la necesidad y la posibilidad de aquello que entendemos por «comuna» en cuanto realización de los comunes. Sus luchas requieren procesos de autoorganización que cobran todos los aspectos del cuidado, del apoyo mutuo, de la autodefensa, etc.
A partir de Fukushima, algunas organizaciones de trabajadores de San’ya y otros trabajadores precarios intentan organizarse con los trabajadores del sector nuclear.23 Pero estos intentos han encontrado numerosos obstáculos. En primer lugar, los objetivos de lucha han hecho aparecer desacuerdos: algunos esperan reforzar la protección de los trabajadores cuando otros desean movilizarse por el fin de la energía nuclear civil. Pero sobre todo, el movimiento ha tenido que componerse con la naturaleza jerárquica y disimuladora de las compañías de electricidad y de la industria nuclear.
Las centrales nucleares24 están organizadas de acuerdo con una jerarquía estricta, que parte de la compañía de electricidad y que atraviesa después hasta ocho capas de subcontratistas y proveedores de mano de obra (entre los cuales se incluyen grupos yakuzas).25 Este organigrama se despliega con la mayor opacidad y un reparto asimétrico de la información, las ganancias y el tipo de trabajo. Mientras que los empleados directos de las sociedades de electricidad tienen el monopolio de la información delicada, se ocupan sobre todo de gestión e intervienen raramente en sitios altamente radiactivos, los trabajadores reclutados por los subcontratistas se hacen cargo de las tareas físicas en espacios de fuerte radiactividad y sin suficiente información ni seguridad o medida de seguridad consecuente.
Por tanto, la autoridad de la compañía de electricidad es absoluta. Sus objetivos consisten principalmente en bajar los costos y en conservar una buena reputación. Esto tiene por efecto una disminución del valor del trabajo con riesgos: al término del recargo operado por cada proveedor y por cada subcontratista que extraen su parte, los trabajadores en contacto con la radiactividad perciben un salario diario de únicamente 10 000 yenes (es decir, cerca de 75 euros). Después, la compañía de electricidad se dedica a que el público siga siendo ignorante de las condiciones de trabajo de un obrero en el sector nuclear, de los riegos de accidente del trabajo y de enfermedades como las leucemias o las enfermedades cardíacas. Los subcontratistas acceden a estas exigencias y resuelven los litigios relacionados con las heridas y las enfermedades a través de arreglos, sin pasar por las aseguradoras o los servicios sociales.
Este encubrimiento va de la mano de la manipulación constante de la información. Desde el accidente, la posición de TEPCO ha sido siempre contradictoria: por un lado, rechaza poner fuera de servicio los reactores dañados, temiendo pérdidas de capitales, y por el otro, no posee ni los conocimientos, ni la tecnología, ni la mano de obra necesarios para la reparación. En los primeros momentos de la catástrofe, TEPCO decidió primero evacuar a todos sus obreros del sitio, antes de que el primer ministro Kan ordenara su mantenimiento en funciones con el objetivo de impedir «un escenario catastrófico».26 Las condiciones de trabajo de alto riesgo en el sector nuclear se acercan a las de unos soldados en el frente, con la diferencia de que no hay aquí enemigo externo, y de que estos mártires nunca serán sacrificados. Por eso, cada vez más empleados de TEPCO renuncian desde el accidente.
Por fuera de la esfera clásica del trabajo, la catástrofe de Fukushima ha reforzado también otros aspectos de la lucha de clases. Antes que nada, el papel de las trabajadoras reproductivas no remuneradas, que por mucho tiempo permaneció invisible en la prosperidad de la posguerra, ha aparecido en primer plano. Su misión social, cultural y familiar, su «naturaleza femenina», han sido celebradas así desde un punto de vista patriarcal. Pero el trabajo que ellas han asegurado para proteger la comida y los lugares para vivir frente a las radiaciones también ha sido politizado desde una perspectiva feminista.27 La cólera de las mujeres frente a la doble opresión ejercida por el marido que desea mantener el statu quo y el gobierno que asegura que todo está bajo control, se ha expresado principalmente durante manifestaciones que reclaman una reducción de los umbrales de exposición para los niños.28
Otro punto sobresaliente de la complejidad de clase en situación de catástrofe nuclear proviene del desarrollo históricamente desigual entre la metrópoli y el campo, es decir, entre Tokio y la región de Honshu en el noreste, donde se sitúa Fukushima. El campo siempre ha sido puesto al servicio de Tokio, no solamente por la agricultura y la pesca, sino también por el abastecimiento de electricidad y de una mano de obra disponible para la construcción… y la industria del sector nuclear.
El tercer aspecto de esta complejidad de clase reside en la cuestión de la edad y de las generaciones. La precarización del empleo y la reforma de la educación, han instalado, de hecho, a la mayor parte de la juventud en una situación de deuda de por vida. Además, el envejecimiento de la población y el declive de las tasas de natalidad han intensificado la presión sobre los jóvenes, y han aumentado su responsabilidad con respecto a las personas adultas, tanto en el seno de la familia (por el cuidado personal) como en el resto de la sociedad (asumiendo el costo de las ayudas sociales). En este marco, la contaminación radiactiva y la vulnerabilidad física que implica han dado un golpe fatal a los jóvenes, a su esperanza en el porvenir. De ahí el tema recurrente del nacionalismo unificador que los constriñe al sacrificio, a la aceptación de una vida irradiada.
Mucho tiempo determinada por el tiempo lineal, mensurable por el reloj, y por ello mismo mercantilizable en cuanto fuerza de trabajo, la existencia corporal ahora resulta apresada como rehén por los períodos de desintegración de las sustancias radiactivas, y esto por un número de años astronómico. El porvenir que se presenta a nuestra imaginación apocalíptica es aquel de una sociedad de hospital, controlada por los grupos farmacéuticos.
La deuda financiera, que pesaba sobre los más modestos, se ha extendido a todo el mundo, y en particular a los más jóvenes: herederos de los desechos del capitalismo, su único porvenir es rembolsar la deuda de la contaminación. El tiempo que ellos pierden es el propio porvenir, como tiempo indeterminado y por tanto como tiempo en el cual se crea una temporalidad propia. En este sentido, Fukushima puede nombrar la condición universal del humano, bajo el régimen del capitalismo apocalíptico.

Capitalismo apocalíptico

Frente a estos reactores en fusión, el capitalismo está confrontado a una contradicción inédita: su fuerza de trabajo (su capital variable), expuesta a las radiaciones, aguarda la enfermedad y la muerte, mientras que sus centrales nucleares (capital constante) liberan partículas radiactivas. El trabajo muerto suplanta al trabajo vivo o, más bien, es el trabajo zombie que llamamos radiactividad el que, a través de la contaminación radiactiva, domina a partir de ahora.
La gestión post-desastre, focalizada en la reconstrucción, descansa aún en operaciones nucleares, entre las cuales se incluyen los intentos fútiles pero no menos lucrativos de tratamiento de desechos y de desmantelamiento de las centrales a una escala mundial. Dicho de otro modo, lo que está en juego, para el capitalismo después de Fukushima, es saber cómo transformar en mercancía los nucleidos radiactivos.
Así, otra proyección apocalíptica predice la creación, desde el noreste de Japón, de una zona industrial donde el gobierno invitaría a todas las industrias internacionales a tratar la integridad de los desechos nucleares del planeta. A fin de salvar su economía, Japón se especializaría así en la gestión del desastre. Es fácil, entonces, responder a esta pregunta lacerante: «¿Por qué es tan complicado abolir el poder nuclear, a pesar de la catástrofe de Fukushima?». Incluso si algunos reactores pueden ser puestos fuera de servicio aisladamente, y la construcción de nuevos reactores detenida –gracias a las luchas locales–, es difícil, incluso imposible, abolir el poder nuclear. Ya que incluso si algunos países decidieran acabar con él –gracias a las presiones de su población– no desaparecería del planeta sin que desapareciera, con él, el Estado y el capitalismo.
Los dos componentes del poder nuclear –uno militar, otro civil– ofrecen a los Estados el sueño utópico de un arma omnipotente, y al capitalismo el sueño utópico de una energía sin fin. Dicho de otro modo, el sector nuclear renueva el lazo establecido desde la revolución industrial entre capitalismo y soberanía nacional. La evolución que designa la sucesión carbón-petróleo-energía nuclear se confunde con la construcción de la infraestructura necesaria para la totalización del mundo. Pero ninguna de esas tres fuentes ha sido enteramente suplantada por la siguiente porque hubiera sido menos cara, más potente o más segura. Por el contrario, las tres energías han sido utilizadas conjuntamente en función de la oferta y la demanda.
La energía siempre ha sido la preocupación central del capitalismo. Ahora bien, la energía primaria que éste moviliza sigue siendo el trabajo humano, reproducido en la comunidad de los apegos vivos y en el seno de un entorno «natural», ampliamente tributario de la energía solar. La historia de la expansión y de la reproducción del capital, o la historia de la lucha de clases, se ha desarrollado de la mano de las revoluciones científicas: con la teoría copernicana del sistema solar, las leyes de la terminodinámica de Carnot, la ley de la conservación de la energía de Mayer, la organización taylorizada del trabajo, la propuesta de Edward Teller –el padre de la bomba H y el supuesto modelo del «Dr. Strangelove»– de un nuevo sistema de producción fundado en la energo-informatización de la sociedad.29
Como lo descubre Timothy Mitchell en Carbon Democracy, la era del carbón marcó el inicio de los movimientos masivos de trabajadores, con el uso de la huelga general que puede afectar a numerosos sectores gracias a la concentración geográfica de la extracción, la producción y el transporte del carbón. La era del carbón también es aquella de la democracia moderna en Occidente, fundada en el imperialismo y la expansión geográfica. La era del petróleo, por su parte, alcanza los límites de la producción y la circulación energética, así como los límites de la democracia.30 Ella anuncia el fin del Estado benefactor, la dispersión de los lugares de producción y de las redes de distribución, la invención de un espacio-tiempo y de una cultura basados en el automóvil, la emergencia de una economía cuyas mercancías principales son la información, los servicios y la energía, los límites espaciales de la colonización y la reorientación de la mercantilización capitalista de la escala macro hacia la escala micro. La energía nuclear, por último, no apareció sino en el seno del paradigma petrolero, en cuanto ramificación de la tendencia cada vez más energívora del capital. No obstante, juega un papel central en la supervivencia del capitalismo, por su doble función. Inicialmente militar,30 esta tecnología fue adaptada con un uso civil a fin de conectar dos sectores separados (armamento y energía) en una sola producción. De este modo, dio lugar a una militarización del espacio, que controla e impregna nuestras vidas cotidianas, de manera invisible pero sustancial.
Desde la Segunda Guerra Mundial, esta evolución ha sido inseparable de la dominación creciente de los Estados Unidos. A las formas tradicionales del imperio, los estadounidenses las ha sustituido en el Pacífico o en Europa con una nueva geopolítica móvil, flexible y conectada –aquella del control cibernético–32 al mismo tiempo que moviliza, en los países ricos en petróleo, su potencia nuclear para imponerles su política.33
Se entienden de este modo las razones que explican la permanencia de la energía atómica. A pesar de todo lo que los discursos pronucleares pueden afirmar, la energía nuclear no es ni la más económica, ni la más limpia, ni la más segura. Como lo muestran muchos análisis, constituye uno de los proyectos más absurdos jamás emprendidos: consiste, trivialmente, en hervir agua y producir vapor, pero para eso necesita una cantidad inmensa de trabajo, máquinas, intercambios comerciales, guerras y peligros. Es como si, para tirar un burro y su carga, se utilizara un carro de asalto. En verdad, la energía nuclear cuesta más que la energía hidráulica o térmica, siempre que se tome en cuenta el costo real de la producción de electricidad, del retratamiento, de los gastos del Estado para la infraestructura (adquisición de las tierras y construcción de las instalaciones) y del bombeo-turbinaje. Que el proceso nuclear no pueda ser detenido, implica un desperdicio de 30 % de la energía acumulada, cuyo costo es agregado a las facturas de electricidad.
Otra mentira corriente a propósito de la energía nuclear consiste en afirmar que no produce dióxido de carbono. Esto equivale a olvidar lo que la extracción mineral del uranio, su refinamiento, su enriquecimiento y su tratamiento, así como su transporte exigen como recurso a la energía fósil. Por tanto, es falso decir que la energía nuclear no contribuye al calentamiento climático. Se estima que en una central nuclear se generan tres millones de kilowatts de calor en el reactor, y que sólo un tercio es convertido en electricidad, siendo el resto desechado, la mayoría del tiempo en el océano. La temperatura del agua de mar en las cercanías de las centrales es más elevada por cerca de 7°C con respecto a los promedios océanicos.34
La energía nuclear no es viable económicamente. Sin el apoyo sin fallas del Estado, sin las astucias financieras y de las aseguradoras que éste concede al complejo nuclear, sin las inmunidades que se promulgan a su favor, este absurdo no existiría.35 Por ejemplo, la Ley de compensación de daños causados por la energía atómica, votada por Japón en 1961, promulga que en caso de accidente causado por una catástrofe natural inesperada o por disturbios sociales, la compañía de electricidad está exenta de cualquier responsabilidad.36 Dicho con otras palabras, es el dinero de los impuestos y de las facturas de electricidad lo que financia la liquidación y la compensación poscatástrofe (si el monto supera los 120 billones de yenes), además de los costos materiales como la adquisición de las tierras, la construcción de las instalaciones, el tratamiento y el almacenaje de los residuos y el desmantelamiento de las centrales. Las compañías de electricidad, por su parte, se contentan con gestionar las instalaciones y la distribución de la electricidad, al mismo tiempo que recolectan la mayoría de las ganancias.
A causa de estas ventajas, cuanto más centrales nucleares construye la compañía de electricidad, tanto más genera ganancias. Por eso, no es meramente imposible desmantelar esta industria, sino sobre todo detener su progresión a través del mundo. La «Aldea nuclear» japonesa tiene primos en todo el planeta. Como lo hemos evocado más arriba, antes de haber instalado una cuarentena de centrales en el archipiélago hasta la década de 1980, desde entonces el cártel japonés ha construido únicamente catorce. Frente a este reflujo, Toshiba y Hitachi buscan vender sus tecnologías a China, a la India y a los países del Sudeste asiático, que deseen todavía aumentar sus capacidades nucleares a pesar del desastre de Fukushima.
Por tanto, detrás de la economía y la socialización poscatástrofe nuclear en Japón opera un régimen nuclear mundial. Desde la aparición del arma atómica, desde la fundación de la Agencia internacional de la energía nuclear (AIEA)37, la historia de la producción nuclear siempre se ha casado con los lineamientos de la historia del mundo, a saber, la historia del colonialismo, del imperialismo, de la Guerra Fría, del imperialismo poscolonial.
En las relaciones de poder internacionales estructuradas en torno al excepcionalismo nuclear, existen arreglos «combinados y desiguales», donde las situaciones históricas distribuyen diferentes papeles en diferentes lugares de producción nuclear, poniendo en juego la extracción de uranio, el comercio mundial, la concentración de capital, la intervención del Estado, la política internacional, la investigación científica, la producción de energía, la producción y distribución de armamentos, la intervención militar, el desmantelamiento de centrales y el tratamiento, transporte y almacenaje de los desechos nucleares. Los países que han obtenido su independencia de forma relativamente reciente –como Canadá, Australia, Nigeria, Namibia, Kazajstán– han recuperado las minas de uranio del antiguo poder colonial, pero han perpetuado su servidumbre transfiriendo el inmenso excedente de valor de su fuerza de trabajo barata e irradiada a las maquinarias catastróficas de las compañías de electricidad de Estados nucleares sofisticados como los Estados Unidos, Francia, Israel o Japón. En esta estructura mundial, las compañías de electricidad de los más grandes países capitalistas absorben el excedente de valor que viene de los demás sectores industriales en el mundo entero, siendo la electricidad (con los servicios y la información) una de las mercancías mayores que influyen sobre el valor de todas las demás mercancías.
Por tanto, las diferentes luchas antinucleares en el mundo se confrontan al mismo poder, aunque de manera diferente. Es una razón, pero no la única, que explica la imposibilidad de abolir completamente el sector nuclear. La cuestión supera la elección de tal o cual fuente de energía. La producción nuclear atraviesa todos los sectores de la economía, es la captura más concentrada, esta «megamáquina» en el sentido de Lewis Mumford, que crea, regula y controla el cuerpo social y su espacio en su conjunto, imponiéndole un proyecto desquiciado y megalómano.38 Pero el sector nuclear es también un poder acéfalo. Es menos dirigido que movido por un conjunto de relaciones de fuerza, que no puede ser detenido o llevado a entrar en razón. Continúa actuando como un autómata, a pesar de todas las crisis que atravesamos, sin escuchar ni responder a nuestras protestas desesperadas.

Descomponer el mundo, redescubrir la tierra

«¿Por qué es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo?». Existen varias formas de responder a esta pregunta que obsesiona a los marxistas occidentales. El acontecimiento Fukushima nos habrá enseñado al menos esto: el fin del mundo no puede ya ser imaginado como un fin repentino, se desenvuelve lentamente, en un cuerpo a cuerpo entre el proceso apocalíptico de la humanidad y el tiempo planetario. El fin del capitalismo no puede pensarse como un acontecimiento singular; pero sí puede ser analizado como el amplio movimiento de las luchas y sus interacciones, cuyas consecuencias siguen siendo desconocidas. Este o estos movimientos no tienen una meta final determinada y compartida, y nuestras imaginaciones tienen que adaptarse a esto.
La Tierra ha dejado de confundirse con un globo abstracto, su papel en cuanto base material del capitalismo es manifiesto a partir de ahora. Su papel en cuanto base táctica, logística y estratégica de las luchas contra el capitalismo debe ser por tanto, a su vez, afirmado. Si se puede pensar el fin del capitalismo es desde nuestras maneras de descomponer el mundo en cuanto totalización combinada y desigual, y de recomponer nuevas relaciones terrestres.
No podemos ni queremos ser los salvadores del mundo. Intentamos simplemente sobrevivir como nos conviene y morir como lo hemos elegido. En estos tiempos de calamidad mundial, queremos ver emerger ofensivas que sean ya también soluciones para vivir según nuestras necesidades y nuestras aspiraciones. En esta mezcla de afectos –desesperanza, alegría, cólera– que somos numerosos en compartir, introducimos nuevas armas para golpear y elaboramos herramientas extrañas y curiosos talismanes, para llevar adelante vidas efímeras e intensas sobre esta tierra.

[Analisis] MURCIA smart city, videovigilància, TAV…

extraido de negre i verd

La etiqueta Smart vale para muchas cosas, para casi todo. Es uno de aquellos conceptos que, como por ejemplo el de sostenibilidad, deberían recibir un premio al marketing político/social.
Smartphones, smartwatch, tarjetas bancarias, TV… uno de los significados que se ha mantenido durante años en un territorio fantasmagórico, es el de Smart cities. A pesar de los intentos ciudadanistas de hacerla suya, la idea de Smart city, siempre a tenido un fuerte sesgo tecnológico, y ha estado muy ligado a dispositivos de tecnología móvil, sensores y recolección de datos.
La representación del proyecto Smart city es muy espectacular, pero bajo este espectáculo de aparatos para controlar el aparcamiento y los simulacros de ciencia ciudadana ,sin que seamos muy conscientes de ello, la Smart city ha ido cristalizando en algo que trasciende los aparcamientos, las TV y las neveras inteligentes, han ido convergiendo con otras formas de control y dominación con el internet de las cosas (IoT) o las metodologías Big data de recolección y análisis.
No nos engañábamos, éramos conscientes de que la Smart city no era lo que pretenden los tecnófilos, pero últimamente la “Smart city”, cada vez más, se quita la máscara bondadosa y enseña los colmillos del control social.
Como era de esperar la movida de las estrategias Smart ha ido más allá de la ciudad y incluye redes regionales y metropolitanas, que en el caso de nuestro “pequeño país” lo incluye al completo.. A pesar de toda la propaganda y parafernalia de las “open data” y de las políticas de transparencia es muy difícil poder evaluar el alcance de las iniciativas para desarrollar el entorno Smart, los movimientos de capital ligados y las consecuencias que tendrá sobre nuestra vida cotidiana.
Así a pesar que seguramente seria mejor trabajar a escala de Cataluña u otras entidades territoriales, del corredor Mediterráneo (Catalunya, País Valenciano, Murcia, Andalucía…), de grandes cuencas naturales o industriales, de zonas de interrelación transnacional… o a nivel de estado… o de la UE…
Nos encontramos con que disponiendo de limitados recursos de información hemos de elegir una ciudad como ejemplo, una ciudad “motivada” con el tema Smart, una ciudad de una dimensión mediana y una ciudad donde el tema Smart haya generado una conflictividad destacable.
Ciudades “motivadas” (motivadas = dispuestas a invertir) en el tema de las Smart cities hay muchas, pero sólo unas pocas pueden considerarse punteras. Entre ellas sólo algunas ciudades medianas entran en esta condición, Málaga (570.000 hab), Murcia (443.000), Santander (300.000)… evidentemente en Murcia hay un conflicto social relevante alrededor del AVE, y el AVE es uno de los fetiches de la Smart city, e implica una tecnología hard de control, no sólo por los artefactos tecnológicos utilizados en el ferrocarril, sino también en el control y la seguridad de las instalaciones..
Evidentemente la elección de Murcia no es imparcial, la resistencia al AVE es realmente emblemática como resistencia a la Smart city, pero en Murcia hay más iniciativas Smart… y muy interesantes en el mal sentido de la palabra.
Seguro que hay muchas más, muchos más datos que no conocemos y muchos enfoques que no hemos detectado… seguro que los que padecen la dominación local en Murcia pueden dar buenas ideas y enfoques diferentes, no dudéis en difundirlas o enviárnoslas, serán muy útiles más allá de lo local.
También hay que decir que lo que decimos de Murcia es válido (o incluso es peor) para la mayor parte de las “samrt cities” y, que en un futuro más o menos cercano valdrá para la totalidad del mundo.

MURCIA, FOCO DE SMART-INVERSIÓN PÚBLICA.

El ayuntamiento de Murcia ha demostrado ser un buen captador de recursos del estado y de la Unión Europea. Así en las últimas convocatorias de Red.es y la DUSI del FEDER han conseguido un buen puñado de millones.
Red.es a través de su “II convocatoria de ciudades Inteligentes” destino a esta línea 63 millones (en su mayor parte a través del estado con cofinanciación FEDER) a un total de 14 proyectos (http://www.red.es/redes/es/financiacion-europea ), al proyecto de Murcia le correspondieron 8 millones de euros, de hecho la subvención más alta, seguida de muy cerca por las Palmas de Gran Canaria.
Red.es es una “entidad publica empresarial· que depende del Ministerio de Industria (MINETUR), tiene como finalidad impulsar la “Sociedad de la información”, gestiona fondos del estado y europeos (https://es.wikipedia.org/wiki/Red.es ).
El proyecto presentado era “MiMurcia: Tu Ayuntamiento inteligente, Cercano, Abierto e Innovador”, con actuaciones centradas sobretodo en el centro de la ciudad, incidiendo sobre el transporte publico y privada, el alumbrado y la “seguridad”…
Una parte importante de los fondos de Mimurcia se dedicaran al hardware que sigue:

33 nuevos nodos para la ampliación de la cobertura de la red Wifi.
50 cámaras IP para la mejora de la gestión del tráfico.
20 cámaras de vigilancia en parques y jardines.
54 balizas Bluetooth para el impulso al comercio local.
10 sistemas de riego inteligente con parques y jardines.
15 sistemas de alumbrado inteligente en calles, plazas, parques y jardines.
4 nuevos puntos digitales de información ciudadana.
25 nuevos parquímetros inteligentes que envían información en tiempo real.
25 plazas de aparcamiento inteligentes destinadas a personas con movilidad reducida.
4 nuevos pasos de peatones inteligentes.

La otra subvención procede de la línea DUSI (Estrategia de desarrollo Urbano Integrado) (http://www.dgfc.sepg.minhafp.gob.es/sitios/dgfc/es-ES/cfr/ocfr/Documents/a%C3%B1o%202017/Foro%20Madrid-Febrero/Estrategias_DUSI.pdf#search=dusi ) en el marco del Prorama Operativo de FEDER de Crecimiento Sostenible (POCS) 2014/2020. Del DUSI se consiguió financiar “Murcia IT innovación i Tradición” por un total de 14,7 millones con unos objetivos parecidos a los de Mimurcia (https://www.esmartcity.es/2017/09/27/murcia-comienza-gestionar-ejecucion-estrategia-murcia-it-innovacion-tradicion ). No estan en la parte alta del rango de distribución, por ejemplo Barcelona y los municipios del Besòs consiguieron 30 millones.
En total tenemos una inversión de casi 23 millones de euros, comparada con el coste de la construcción del AVE puede parecer poco, pero para los costes de un proyecto smart city es muy alto.

LA PRIVATIZACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO.

Uno de les fetiches del liberalismo en la gestión urbana es el partenariado público/privado, que en resumen significa inversiones públicas para beneficios privados.
Hace ya unos años que estos “partenariados” son promovidos para la gestión de los centros urbanos, especialmente los comerciales. Estos mecanismos de financiación, con un soporte limitado de capital privado refuerzan servicios como la impieza, la seguridad y la promoción comercial y turística, se trata de los llamados Business Improvement Districts (BID) que se han querido traducir como “distritos de mejora empresarial” o de una manera más generalizada como Gerencia de Servicios Urbanos (GCU), estas gerencias están agrupadas en una asociación AGECU (www.agecu.es ) que agrupan 38 GCU, además de administraciones y algunos profesionales y empresas.
Una de las preocupaciones más tratadas por las GCU es la seguridad… seguridad privada, naturalmente privada (Cuadernos de Seguridad num314 septiembre de 2016 https://files.epeldano.com/publications/pdf/8/cuadernos-de-seguridad_8_314.pdf ) en consonancia con los artículos 41 y 48 de la Ley 5/2014 de Seguridad Privada (https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2014-3649 ) y la infame ley 4/2015 de Seguridad Ciudadana.
En Murcia también se intentó establecer alguna GCU, sin mucho éxito, el sector privado es refractario a aportar financiación, y las asociaciones de comerciantes se opusieron a pagos extras. De todos modos esto se soluciona mediante aportaciones publicas, del Ayuntamiento, del estado o de la UE. Los CGU propuestos (y fallidos) eran el barrio del Carmen, el de Santa Eulalia y la Zona Comercial Centro (que corresponde al barrio de la catedral y alrededores).
El esfuerzo Smart city se centrará en la videovigilancia inteligente (de la que hablaremos más adelante), la regulación de la movilidad con pasos de peatones inteligentes, alumbrado con tecnología LED con regulación, paneles informativos y aparcamiento inteligente… y, muy especialmente por 54 balizas bluetooth (https://www.vozpopuli.com/memesis/balizas-google-bluetooth-ubicacion-Privacidad_0_1107489510.html , http://www.neosistec.com/portfolio/semana_santa_murcia), MiMurcia tiene previsto colocar 54 de estas balizas en los comercios del centro, estas balizas, conectan con los teléfonos móviles y, además de dar información y publicidad no solicitada de productos y servicios, podrá rastrearse con finalidades comerciales, turísticas y de control social, el anzuelo para promocionar la conexión bluetooth serian descuentos en los comercios de la zona.

LA CENTRALIZACIÓN DEL CONTROL.

Uno de los puntos básicos de todo el entramado Smart city es la centralización de los datos recogidos en todas las bases de datos publicas y privadas, así como los sesores, ectores, contadores dispersos por toda la ciudad. Esta centralización queda simbolizada por el Centro de Control (http://negreverd.blogspot.com.es/2017/10/sales-de-control-de-videovigilancia-el.html ) que son los panópticos tecnológicos que nos convierten a todos en prisioneros en una cárcel sin muros.
En el caso de Murcia Smart city el panóptico se llama Centro Único de Seguimiento (CEUS) en la calle Abenarabi. Este centro ha de constituir la espina dorsal del proyecto, dispondrá de un Centro de Proceso de Datos de 6 servidores que aumentara la capacidad informática del ayuntamiento en un 30%, también se mejorará la comunicación periférica con la instalación de fibra óptica con estructura de anillo, a este centro y las inversiones asociadas se destinará buena parte delos fondos EDUSI.
El CEUS gestionará toda la información recogida y ha de estar preparado para dar respuesta a todo tipo de emergencias, en este centro la Policía Local tendrá un importante protagonismo por el control de la videovigilancia. No es pues extraño que el centro de la Sala de Control del CEUS haya un gran videowall de 42 monitores, en este videowall se centralizará (prioritariamente y de una manera casi exclusiva) todas las cámaras de Murcia, las de los jardines, las de trafico y las de “seguridad ciudadana”.

LA CONCEPCIÓN DE LA VIDEOVIGILANCIA COMO RED DE VIDEOSENSORES.

En el proyecto MiMurcia, subvencionado por Red.es, se prevé instalar 50 cámaras IP para el control del tráfico y 20 cámaras de vigilancia en los jardines (ya hay 28 instaladas anteriormente), con los fondos DUSI se quiere completar esta red con más cámaras de seguridad ciudadana.
Concretmente ha salido un concurso para la adquisición y instalación de 15 cámaras de alta tecnología en el barrio del Carmen, con un presupuesto de salida de 113.000€. En un futuro esta red se irá extendiendo.
Se trata de cámaras inteligentes muy alejadas de las antiguas cámaras analógicas y de baja resolución. Las imágenes de estas cámaras pueden ser analizadas por un software inteligente o, en algunos modelos, pueden realizar el análisis in situ, desde la misma cámara.
Estas cámaras pueden detectar objetos en movimiento, su velocidad y dirección (por ejemplo vehículos), objetos estáticos (por ejemplo objetos abandonados) y pueden analizar los movimientos y actividades de las personas (por ejemplo la permanencia en un punto, por ejemplo la actividad de un graffitero, un grupo que se mantiene un determinado tiempo en un mismo punto…).
Las posibilidades de estas redes de videovigilancia son enormes y crecerán en un futuro, añadiendo la termografía o el reconocimiento facial.
A modo de ejemplo, sin considerar nada más que los sensores contemplados en Mimurcia, la combinación e la detección de teléfonos por parte de las balizas, con las imágenes de las cámaras da unas oportunidades de control insospechadas hace unos años.

UNA CUDAD DIVIDIDA TERRITORIALEMNTE EN CLASES

Murcia, como todas las ciudades, esta dividida territorialmente según la clase social. Hasta un cierto momento por el rio Segura, a su norte los barrios más ricos alrededor del Centro, exceptuando los del Este, la Paz (construido el 1965) y Vistabella (1950) y al sur del Segura los más pobres. La vía del AVE, y el correspondiente aislamiento que provoca, traza una nueva línea, dejando desconectados parte del barrio de la Purísima- Barriomar y los barrios de San Pio X y Santiago el Mayor, todos ellos más desfavorecidos que los de más hacia el Norte.
Cuando hablamos de más pobres o más desfavorecidos hemos usado los datos de paro, de población inmigrante y de titulados superiores del portal municipal de estadística (http://www.murcia.es/web/portal/barrios-memoria-estadistica ).
La videovigilancia siempre ha tenido un sesgo clasista, las cámaras se instalan en barrios con población excluida, en barios de frontera entre poblaciones de diferentes estatus y en zonas sensibles. En el caso de la videovigilancia del barrio del Carmen nos encontramos en una zona de frontera entre los barrios pobres al sur del AVE y los ricos del norte del Segura, actua como una zona tampón y, finalmente, es el barrio donde está la estación actual y la futura del AVE, donde desenvarcaran los pasajeros del futuro tren AVE para ir (o venir) del norte de la ciudad.

SMART ES TODO!!

Aquí hemos hablado de las Smart cities, pero el mundo Smart (sensorización, uso de tecnologías digitales de control, captura y almacenamiento masivo de datos, sistemas de inteligencia artificial…) alcanzan la totalidad de nuestras vidas. Desde los ambientes rurales donde la agricultura es cada vez más Smart, más controlada, más artificial… hasta el ocio o la vida cotidiana cada vez más dependiente del mundo digital, cada vez más impersonal y cada vez más controlada.
La explotación laboral (una parte importante de nuestras vidas, incluso cuando no es laboral, cuando es paro) está cada vez más un espacio tecnologizado, un espacio de automatismos, de IoT, de explotación a través de dispositivos móviles (la mal llamada economía colaborativa), un mundo donde el capataz y el jefe de personal son algoritmos de inteligencia artificial.
Evidentemente el sistema militar y policial tampoco es ajeno a la smartización: Smart son las fronteras, Smart son los sistemas de armas y de contrainteligencia, smarts son los drones y los robots asesinos… Smart son también las prisiones, cada vez más difuminadas en un panóptico universal,

RESISTIR AL MUNDO SMART.

Parece que el mundo Smart es invulnerable, pero no hay que caer en el pesimismo absoluto, la red de dominación no es invulnerable y es posible golpearla.

1.-La fuerza el mundo Smart esta en el aislamiento entre personas y la conexión exclusiva con, o a través, de los dispositivos Smart, sobretodo móviles, cualquier iniciativa que estimule el contacto directo es resistencia.
2.-El mundo Smart nos aísla, pero nos trata a todos igual (con los mismos medios) podemos encontrar situaciones comunes que hagan más “productiva la resistencia”, por ejemplo resistiendo a las tarjetas de transporte.
3.-La resistencia es deslocalizable, atacando cualquier nodo de la red de dominación los atacas todos, puedes elegir el objetivo más fácil o con menos riesgos.
4.-Necesitamos un esfuerzo de imaginación, porque se necesitan cosas nuevas, basadas quizás en las viejas, pero nuevas.

Ni queremos ni podemos retroceder en el tiempo y no queremos seguir adelante en el camino que nos marca el capitalismo corporativo y los estados. Es posible que realmente estemos ante la cuarta revolución industrial… entonces, igual que en la primera revolución, igual que hicieron los trabajadores de escocia e Inglaterra, los canuts de Lion i los ncediarios de Alcoy y del vapor Bonaplata de Barcelona…. tendremos que romper las nuevas máquinas de dominación.
En el siglo XIX era el trabajo en las fábricas, en el XXI puede ser la vida en las smart cities.

[Analisis] ¿POBLACIÓN, OPULENCIA O TECNOLOGÍA? Por Dave Foreman y Laura Carroll

Tomemos, por ejemplo, a una hipotética mujer estadounidense que cambie su coche por uno con un consumo de combustible más eficiente, conduzca menos, recicle, instale bombillas más eficientes y sustituya su frigorífico y sus ventanas con otros modelos que ahorren energía. Los investigadores han descubierto que si tiene dos hijos su huella de carbono acabará siendo casi cuarenta veces mayor que la que haya evitado con dichas acciones.1

The New York Times

¿Recuerdan la fórmula científica de John Holdren y Paul Erlich, (I) Impacto = (P) Población x (A)[ii] Opulencia (consumo de recursos) x (T) Tecnología, o I=PAT? Hay quienes creen que disminuir la Opulencia es el modo de vivir dentro de la capacidad de carga[iii] y de reducir nuestro Impacto. Otros creen que la Tecnología puede hacer gran parte del milagro de mantener bajo el Impacto mientras crecemos en Opulencia y Población. Creen que la Tecnología puede aumentar la Opulencia y reducir el Impacto, de modo que no necesitamos tener en cuenta la Población. ¿Es la Tecnología la respuesta a nuestros problemas? Echemos un vistazo más detallado al asunto.

Cómo influye la Tecnología en el Impacto

En Constant Battles, el arqueólogo Steven LeBlanc nos muestra el modo en que opera la Tecnología en la ecuación I=PAT.2 La Tecnología puede aumentar la capacidad de carga, permitiendo que crezcan tanto la Población como la Opulencia. Si nos paramos a pensarlo, esta es la verdadera saga del Hombre, no sólo a lo largo de los últimos cincuenta mil o más años de existencia del Homo sapiens, sino incluso mucho antes, con los anteriores Homos, tal y como LeBlanc muestra excelentemente en Constant Battles. A pesar de que la Tecnología puede ampliar la capacidad de carga no suaviza el Impacto. Lo incrementa. De nuevo, esta es la verdadera historia del Hombre. Un paso tecnológico “adelante” aumenta nuestra capacidad de carga. Entonces la Población y la Opulencia crecen hasta que tropiezan con la nueva capacidad de carga. Suceden cosas malas hasta que en la Tecnología aparece un nuevo avance, que de nuevo aumenta la capacidad de carga. Y así sucesivamente. Sin embargo, una capacidad de carga más alta para el Hombre significa que causamos un Impacto mayor en los seres salvajes.

Este ciclo ha estado funcionando desde antes de que fuésemos Homo sapiens, al menos desde los Homo heidelbergensis, los antepasados tanto de los neandertales como nuestros. Incluso podría retrotraerse a los Homo erectus o ergaster. Veamos cómo podría haber ocurrido.

Durante mucho tiempo, el tamaño de las poblaciones de nuestros antepasados fue mantenido pequeño por la depredación. Éramos comida para gatos. Probablemente una comida para gatos muy fácil de atrapar. A medida que fue mejorando nuestra habilidad para lanzar piedras, tallar guijarros y, luego, blandir lanzas de madera y dominar el fuego, nos fuimos convirtiendo paulatinamente en una presa más difícil y nuestra población creció. Cuando los Homo sapiens, como los cromañones, llegaron a Europa, su mejor kit de herramientas, que les permitió ser mejores cazadores de grandes presas, aumentó su capacidad de carga por encima de la que los neandertales probablemente tuvieron. Una mejor organización social, microlitos, agujas de coser, anzuelos, propulsores, arcos y flechas, la inclusión de perros en las bandas y otros pasos “adelante” en los cazadores-recolectores hicieron que el ciclo diese otra vuelta más. Los avances tecnológicos elevaron la capacidad de carga, hicieron crecer la Población y la Opulencia y tuvieron un mayor Impacto en los seres salvajes.

El ciclo saltó a un nuevo nivel mucho más alto con la vida sedentaria, el almacenamiento de grano, el tejido, la cerámica y la domesticación del trigo, las judías, las cabras, las ovejas, los cerdos y el ganado vacuno. El reconocido paleoantropólogo Niles Eldredge del Museo Americano de Historia Natural escribe, “El impresionante crecimiento de la población tras la invención de la agricultura sólo puede significar una cosa, que los primitivos límites al … crecimiento fueron eliminados. No es que simplemente nos hiciésemos mejores a la hora de obtener el sustento de los ecosistemas: en realidad dejamos de hacer eso … para dedicarnos a la agricultura”.3 Luego vinieron el cobre, el bronce y el hierro, el regadío, la rueda y las ciudades.

Si se me permite enredar con la ecuación de Ehrlich y Holdren, esta verdadera saga del Hombre sucedió así: Tecnología más avanzada = mayor Capacidad de carga = Población y Opulencia más elevadas = Mayor Impacto en los seres salvajes: HT=HCC=HP+HA=HI.[iv]

Casi todo el mundo, incluso los miembros del movimiento para la estabilización de la población, parece ver el problema del crecimiento de la población sólo como un problema moderno o, como mucho, como un problema que surgió con la aparición de los primeros estados. En Constant Battles Steven LeBlanc y su esposa, Katherine Register, echan abajo ese mito del Buen Salvaje. En este libro, LeBlanc se vale de pruebas procedentes de la primatología, la antropología biológica, la paleoantropología, la arqueología, la historia y la etnología para mostrar que los interminables derramamientos de sangre y guerras, tanto entre distintos grupos humanos como dentro de ellos, proceden del hecho de rebasar la capacidad de carga como resultado del crecimiento de la población.[v]

Nunca ha habido grupos humanos que hayan vivido en armonía ecológica con su entorno o que hayan sido sostenibles durante mucho tiempo. A medida que crecía su tamaño, sobreexplotaban la tierra y los recursos silvestres de sus alrededores, lo cual les llevaba a devastar su hábitat y provocaba un aumento de la probabilidad de hambrunas e inanición. Cuando esto sucedía, comenzaban las luchas por los recursos con los vecinos y se llevaban a cabo guerras que duraban muchos años a causa de la competencia por los escasos recursos.

En cada peldaño de la escalera del crecimiento de la complejidad cultural, las tecnologías nuevas aumentaban la capacidad de carga de la tierra (y del mar), lo cual acarreaba mayores poblaciones y daños ecológicos más profundos. Desde la aparición del Hombre conductualmente moderno hace unos cincuenta mil años y nuestra expansión por el resto del mundo más allá de África, ésta ha sido nuestra historia. No importa cómo “progresen” las culturas a través de las diferentes etapas, desde las bandas cazadoras-recolectoras hasta los estados modernos, pasando por las tribus, las jefaturas y los reinos, aunque los avances tecnológicos en cada paso aumenten la capacidad de carga seguimos sobrepasándola. Ahora hemos llegado al final de ese camino. Hay tanta gente engullendo tanto que nuestros residuos de dióxido de carbono, metano, hollín y otros gases de efecto invernadero están cambiando la composición de la atmósfera y, por tanto, perturbando el clima y acidificando los mares, lo cual mata los arrecifes de coral y otras formas de vida del océano. Con siete mil millones de personas y creciendo, hemos sobrepasado la capacidad de carga de la atmósfera y de los océanos para absorber y mantener nuestros residuos en un nivel inocuo.

De nuevo, puede que hayamos llegado al final del ciclo. Un desastre –mayor que todos los ciclos anteriores- nos amenaza.

La huella ecológica

Entre la gente que trabaja para disminuir el Impacto, hace mucho que hay una separación entre los que piensan que necesitamos estabilizar, y luego reducir, la Población y los que piensan que necesitamos reducir el derroche (la Opulencia). La verdad es que necesitamos detener y reducir ambas, la Población y la Opulencia. Reducir la Opulencia no puede funcionar sin disminuir la Población.

Hay un modo ingenioso de encuadrar el Impacto al que hemos llamado la “Huella Ecológica” individual. Sin embargo, tiene las mismas limitaciones y debilidades que la capacidad de carga en el sentido de que sólo mide nuestro Impacto en los recursos de la Tierra que sirven para mantener al Hombre en el modo de vida al que nos hemos acostumbrado.[vi] En From Big to Bigger, un gran informe que trata sobre la inmigración masiva y la Huella Ecológica, Leon Kolankiewicz define ésta última así:

La Huella Ecológica es una medida de la suma de las exigencias humanas, o de las cargas humanas, impuestas a la biosfera o “ecosfera”. A fin de cuentas, la economía humana, toda la producción y consumo de bienes y servicios, depende completamente del capital natural de la Tierra –los suelos cultivables, los bosques, los campos de cultivo, los pastizales, los caladeros pesqueros, el agua y el aire limpios, la atmósfera, la capa de ozono, los combustibles fósiles y los minerales- que lleva a cabo los servicios ecológicos y aporta los materiales y las “fuentes” de energía y los “sumideros” de residuos que mantienen la civilización.4

Aquellos que ven la Opulencia/consumo como la clave usan la Huella Ecológica como criterio para reducir su Impacto mediante cambios en el estilo de vida. Estos cambios incluyen:

· Conducir menos/comprar un coche que consuma menos/usar el autobús, la bici o caminar.

· Comprar comida cultivada en las cercanías/comer alimentos ecológicos/cultivar su propia comida/comer a un nivel más bajo en la cadena trófica.

· Reformar su casa para que sea energéticamente más eficiente/vivir en una casa más pequeña/compartir la vivienda.

Todos los pasos anteriores y otros similares son buenos. Necesitamos llevarlos a cabo, al menos algunos de ellos, en la medida que podamos. Los estadounidenses pueden reducir sus huellas haciendo recortes, pero como el profesor de filosofía, Philip Cafaro, y el biólogo de la fauna salvaje, Winthrop Staples, del estado de Colorado, señalan en su destacado artículo, “The Environmental Argument for Reducing Inmigration to the U.S.”, los estadounidenses no van a dejar de consumir demasiadas cosas. Los japoneses y los europeos occidentales viven bien pero, en comparación, son más ahorrativos con la energía y tienen huellas menores que los estadounidenses y los australianos. Cafaro y Staples dicen que deberíamos reducir nuestro consumo hasta el nivel en que se halla el de los japoneses y los europeos, pero “a menos que se produzca un iluminación universal o una catástrofe terrible”, recortarlo hasta el nivel de vida de los mejicanos o –¡santo cielo!- de los nigerianos o los bengalíes, “no son opciones políticas viables”.5 En otras palabras, podemos reducir nuestra huella por persona, pero no lo suficiente para la sostenibilidad generosa, que Cafaro y Staples definen como “(1) crear sociedades que dejen suficientes recursos naturales para que las generaciones humanas del futuro vivan buenas vidas; y (2) compartir el paisaje generosamente con los seres no humanos”.6

De ahí se desprende que no tenemos otra opción que estabilizar y reducir nuestros efectivos. De otro modo, perderemos cada vez más tipos de otros seres vivos en nuestros paisajes. Cualquiera que crea que podemos doblar o triplicar la población de los Estados Unidos sin aniquilar nuestra flora y fauna ni arrasar nuestras últimas tierras salvajes, está en las nubes, no en el mundo real donde tenemos que compartir nuestro vecindario con las demás criaturas si queremos conservarlas sanas y salvas.

He aquí algunas buenas investigaciones y análisis que muestran claramente que para reducir nuestra huella hemos de reducir nuestra población.

Expansión

En los EE.UU., la expansión urbana y suburbana pisotea y mata la vida salvaje a lo grande. Por ejemplo, en los veinte años que transcurrieron entre 1970 y 1990 en los cien mayores núcleos urbanos de EE.UU., se perdieron más de nueve millones de acres[vii] de tierras salvajes o de cultivo debido a la expansión. En su estudio, Weighing Sprawl Factors in Large U.S. Cities, Leon Kolankiewicz y Roy Beck hacen un detallado repaso de las cien ciudades de los EE.UU. que ocupan más superficie para descubrir si la causa clave de la expansión de cada una de ellas era el crecimiento de la población o, más bien, la tendencia a construir mayores casas y jardines. La creencia popular sostiene que son los niveles de vida elevados los que promueven la expansión y que el crecimiento de la población juega sólo un pequeño papel. Sin embargo, no fue esto lo que Beck y Kolankiewicz descubrieron.

Kolankiewicz y Beck identificaron dos tipos principales de crecimiento urbano: el crecimiento per cápita y el crecimiento de origen poblacional. El crecimiento per cápita es debido a las casas y terrenos mayores y se ve influido por las políticas fiscales, urbanísticas y de transporte, mientras que el crecimiento de origen poblacional es debido a la aparición de más cuerpos. Vistos en conjunto, los dos estaban casi a la par en lo que respecta a la expansión urbana que provocaban, aunque el crecimiento de origen poblacional resultó estar un poco por encima.

Durante años el mantra en el Oeste de los EE.UU. ha sido: “No queremos ser otra Los Ángeles”. Hemos considerado a L.A. como la reina de la expansión. Sin embargo, como Kolankiewicz y Beck señalan acerca de L.A., “Ninguna ciudad de Estados Unidos puede aportar un modelo mejor de cómo intentar restringir la expansión mediante la canalización del crecimiento de origen poblacional hacia asentamientos cada vez más densos, tanto en el núcleo urbano como en los suburbios”. Lo crean o no, desde 1970 las restricciones al uso del terreno han convertido la gran área metropolitana de L.A. en el paisaje urbano más densamente poblado de los EE.UU., con sólo 0,11 acres por habitante. Los suburbios de la ciudad de Nueva York tienen “sólo un sesenta por ciento de la densidad poblacional de L.A.”. Y aun así, L.A. se ha expandido debido al crecimiento de origen poblacional.

Kolankiewicz y Beck profundizaron en el estudio de las cien ciudades más extensas de los EE.UU. de 1970 a 1990 y calcularon el porcentaje de aumento o pérdida de población y la superficie por cada habitante. Entonces calcularon el crecimiento de cada ciudad en millas cuadradas[viii] y en porcentaje respecto al área del principio. De ahí, “obtuvieron” los porcentajes de la expansión debidos tanto al crecimiento de origen poblacional como al consumo de terreno per cápita.

Detroit estaba en el lugar decimoctavo en cuanto a superficie, con una pérdida de población del 6,9 por ciento y un crecimiento del 37,9 por ciento en lo que respecta al consumo individual de terreno. Así que, si calculamos los porcentajes de expansión, un cero por ciento era debido a la población y un cien por cien era debido a un aumento en la cantidad de terreno ocupada por cada habitante. Los Ángeles estaba en el sexto lugar en cuanto a superficie, con un aumento de población del 36,5 por ciento y un descenso del consumo de terreno per cápita del 8,4 por ciento. Calculando su expansión, obtenemos que un cien por cien era debido a la población y un cero por ciento era debido a la cantidad de terreno que ocupaba cada habitante. La ciudad en que yo [Foreman] vivo, Albuquerque, está en el puesto cuarenta y cuatro en cuanto a superficie, con un crecimiento de población del 67,1 por ciento y un aumento del 18,1 por ciento en lo que respecta al consumo de terreno por habitante. Cuando se calculan los porcentajes de expansión, el 75,5 por ciento de la expansión es debido al crecimiento demográfico y el 24,5 por ciento a una mayor huella individual en lo que respecta al consumo de terreno habitado.

En general, Kolankiewicz y Beck descubrieron que, de 1970 a 1990, el 50,9 por ciento de la expansión fue debido al crecimiento de la población y un 49,1 por ciento fue debido al consumo de terreno per cápita. Lo que descubrieron es impepinable: el “crecimiento inteligente”, incluso si se aplica tan bien como en Los Ángeles, no puede frenar la expansión por sí mismo. La conclusión:

Sólo si también se para el crecimiento poblacional se podrá parar la expansión de los nuevos suburbios sobre los campos de cultivo fértiles y las tierras salvajes.7

La realidad –ninguna de las Siete Heridas Ecológicas[ix] podrá ser curada sin primero estabilizar y luego reducir la población. Con una población aumentando sin fin:

No seremos capaces de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

No podremos conseguir aire y agua limpios para que la gente respire y beba.

No seremos capaces de asegurar que los demás seres vivos que entraron en el siglo XXI con nosotros duren hasta el siglo XXII.

Bienvenidos al mundo real.

La paradoja de Jevons

Durante algún tiempo nos han estado diciendo que si cada uno de nosotros reduce su uso de energía, agua, alimento, aparatos, coches y millas conducidas, la carga total de todas esas cosas sobre la Tierra menguaría y las materias primas durarían más. Sin embargo, unos pocos hemos sabido siempre la verdad: que eso simplemente no es cierto.

A finales de la Guerra de Secesión (1865), un economista llamado W. Stanley Jevons escribió un libro acerca del carbón y de cómo éste estaba siendo usado más eficazmente en las máquinas a vapor. En The Coal Question escribió, “Es una confusión de ideas suponer que el uso económico de combustible es equivalente a una disminución en su consumo. Lo cierto es lo contrario”. Más de cien años después, dos economistas, Daniel Khazoom y Leonard Brookes, también se enfrentaron a la “Paradoja de Jevons”. En su artículo, “The Specter of Jevons’ Paradox”, Jeff Dardozzi señala, “Afirmaron que una eficiencia mayor paradójicamente conduce a un aumento en el consumo total de energía”. A medida que más investigadores han estudiado esta paradoja, se ha ido viendo cada vez más que es implacable. Earthscan, una editorial de libros y publicaciones sobre el cambio climático, el desarrollo sostenible y la tecnología medioambiental, publicó un libro completo acerca de ella. The Jevons’ Paradox and the Myth of Resource Efficiency Improvements repasa la historia de esta desconcertante verdad y los estudios que prueban su validez.

Dardozzi escribe, “El segundo efecto resultante de las mejoras en la eficiencia es que cuando uno ahorra dinero normalmente lo gasta en alguna otra parte del sistema de producción y esto se traduce en un aumento del consumo de energía y de recursos”. Tomemos por caso mi ciudad, Albuquerque, donde en los vecindarios más antiguos se da la lata a los residentes para que ahorren agua. Sin embargo, reducir el agua consumida en regar el jardín, en bañarse y en la cisterna del inodoro no significa que Albuquerque chupe menos agua del subsuelo o del Río Grande. Lo que significa es que así hay “más” agua para construir nuevas viviendas en la creciente parte oeste de la ciudad o para establecer nuevas industrias. En otras palabras, las personas que han vivido en una casa durante cincuenta años deberían dejar morir de sed sus melocotoneros para que un constructor pueda usarla para hacer nuevas casas y para que los compradores de esas casas puedan venir a vivir a Albuquerque. Tal como dice Blake Alcott, un economista ecológico, acerca de este giro que se está produciendo en todo el mundo, “[D]ados los mercados globales y los consumidores marginales, el hecho de que una persona deje de usar algo permite que otra persona lo use”. O dicho de otro modo, en los EE.UU. podemos reducir nuestro uso del automóvil, pero el petróleo que no quememos será usado gustosamente por todos los nuevos propietarios de automóviles de la India y China.8

La Paradoja de Jevons también actúa en lo referente al alumbrado. Echa abajo la en su día esperanzadora predicción del investigador de Sandia Labs, Jeff Tsao. En 1999, Tsao escribió un informe oficial que mostraba que si las bombillas convencionales eran sustituidas por bombillas de estado sólido, “La cantidad de electricidad consumida a nivel mundial descendería en más de un diez por ciento”. Diez años después, sin embargo, Tsao descubrió la Paradoja de Jevons y cómo ésta actúa sobre el alumbrado. El articulista científico del Albuquerque Journal, John Fleck señala, “A medida que la iluminación se fue haciendo más eficiente –desde las velas a las luces eléctricas, pasando por el keroseno y el gas- lo que la gente quiso fue más luz, no usar menos energía”.9

Con la Paradoja de Jevons en acción, ¿de qué deberíamos preocuparnos? De que los ingenieros nos ofrezcan fuentes de energía verdaderamente baratas, infinitas y limpias. ¿Por qué? Porque nada arruinaría la Tierra salvaje más rápido y más completamente que una energía limpia y demasiado barata como para preocuparse de medirla. Esto también permitiría que la población creciese aún más.

¿Cuál es la forma de escapar de la Paradoja de Jevons? Primero estabilizar la población y, después, reducirla.

El legado de carbono

Son muchas las personas que quieren reducir su huella ecológica. Sin embargo, mucha gente no se da cuenta de que el modo en que más se reduce esa huella es teniendo menos hijos o ninguno. La investigación llevada a cabo por el profesor de estadística Paul Murtaugh y el profesor de ciencia oceánica y atmosférica de la Universidad Estatal de Oregon Michael Schlax, muestra que los hijos aumentan enormemente el tamaño de la huella de carbono de las personas. The New York Times informa de que, “Si tomamos, por ejemplo, a una hipotética mujer estadounidense que cambie su coche por uno con un consumo de combustible más eficiente, conduzca menos, recicle, instale bombillas más eficientes y sustituya su frigorífico y sus ventanas con otros modelos que ahorren energía, los investigadores han descubierto que si tiene dos hijos su huella de carbono acabará siendo casi cuarenta veces mayor que la que haya evitado con dichas acciones.10

Cuarenta veces.

Murtaugh y Schlax publicaron su investigación en la publicación científica, Global Environmental Change.11 Para calcular el “legado de carbono de un individuo”, observaron cuántos hijos, nietos, etc., tenía e hicieron una “fórmula de medida” expresando el Impacto de cada descendiente en función del grado de parentesco. En sus propias palabras, “Es decir, un progenitor es responsable de la mitad de las emisiones de sus hijos, de un cuarto de las emisiones de sus nietos, y así sucesivamente”. También calcularon cuánto podría alguien reducir su emisión de carbono llevando a cabo seis cambios en su modo de vida y descubrieron que eran unas 486 toneladas métricas de CO2 para el tiempo de vida de una mujer estadounidense media. Pero los legados de carbono de cada hijo nacido, teniendo en cuenta las emisiones en tres escenarios diferentes, resultaron ser de entre 9.441 y 12.730 toneladas. En otras palabras, no tener hijos, reduce el legado de carbono de una mujer veinte veces más que llevar a cabo seis cambios en su modo de vida. Lo que Murtaugh y Schlax han descubierto es, en esencia, que frente a la decisión de no tener un hijo todos los demás cambios “verdes” en el modo de vida, tomados en conjunto, parecen insignificantes.

Murtaugh y Schlax han mostrado hábilmente el peso de P en I=PAT. Murtaugh señala que sus “calculos son aplicables a otros impactos medioambientales además de las emisiones de carbono –por ejemplo, al consumo de agua dulce, la cual muchos consideran que ya está escaseando”.12 Sus pasos pueden ser seguidos por estudios que midan la Población y la Opulencia, así como otras de las formas en que dañamos la vida en la Tierra.

Estos estudios y análisis coinciden en que no podemos reducir el Impacto reduciendo solamente la Opulencia. La Población es el factor más importante en I=PAT. Probablemente tenga más peso en I=PAT que la Opulencia. Piensen en él del siguiente modo: los estadounidenses tienen la mayor Huella per cápita del mundo debida a la Opulencia. Por tanto, cualquier crecimiento de la población en los EE.UU. supone un crecimiento de esa Huella de Opulencia. El crecimiento de la Población en los EE.UU. hace más daño al mundo que el crecimiento demográfico en cualquier otro lugar, debido a nuestra exagerada Opulencia.

El mundo no puede permitirse más estadounidenses.

[Analisis] «CONTRA LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA NATURALEZA SALVAJE»

La principal peculiaridad de este artículo en concreto es su doble enfoque, por un lado teórico-filosófico y por otro práctico-político. La parte filosófica se centra básicamente en poner en evidencia la deshonestidad intelectual y el antropocentrismo en que se basan los argumentos posmodernos que defienden que “lo salvaje” es una mera construcción social, una invención cultural que no existe en la realidad y no tiene valor en sí misma. La autora, a lo largo del texto va discutiendo y refutando, por lo general de forma bastante acertada, muchas de las argucias y falacias que los humanistas postmodernos suelen esgrimir para tratar de devaluar y desmontar la noción de lo salvaje como valor fundamental: la asunción de que todo es cultural y socialmente relativo, salvo el propio postmodernismo, claro; así como la subyacente idea humanista de que lo único importante, lo único valioso, e incluso lo único existente son los asuntos humanos, no la Naturaleza.

Del mismo modo, el artículo muestra cómo la postura postmoderna tiene graves implicaciones políticas, ya que, en palabras de la misma autora, “el punto de vista constructivista no toma en serio la documentación científica sobre la crisis de la biodiversidad; desvía la atención hacia los discursos acerca del problema ambiental en vez de examinar el problema en sí; e indirectamente saca partido de ello y, por tanto, apoya la colonización humana de la Tierra”.

Además, el artículo es también interesante porque, aunque sea de refilón, toca algunos de los problemas filosóficos y prácticos de fondo que son típicos de las perspectivas que toman lo salvaje como valor central: el presunto dualismo humano-Naturaleza; el valor de la ciencia como fuente de conocimiento; la existencia de un valor intrínseco en la Naturaleza; etc. Aquellos que dicen defender la autonomía de la Naturaleza salvaje deberían ser conscientes de ellos para evitar la superficialidad, la incongruencia y la ingenuidad teóricas.

enlace al texto: https://drive.google.com/file/d/1KprETdk_0eQZp0B_vjzQTIY7Gd9yf9fP/view

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